El sábado 12 de noviembre el destacado periodista Sergio Sarmiento dijo en el diario Reforma —donde publica sus columnas de lunes a viernes— que no iba a participar en la marcha del INE porque él cree que “el cambio se da en las urnas y no en las calles”. Recordé lo anterior en el noticiero del propio Sarmiento —en El Heraldo Radio, donde le acompaña en la conducción Guadalupe Juárez—.

Tiene razón el señor Sarmiento, el cambio se da en las urnas. Claro está, las marchas pueden ayudar bastante a llevar gente a las casillas de votación, pero siempre y cuando sean parte de grandes movimientos. En efecto, las manifestaciones callejeras, para ser útiles, tienen que formar parte de movimientos políticos que cumplan ciertos requisitos.

Como faltó tiempo en la charla con Sergio y Guadalupe, detallo aquí mi opinión al respecto.

Los movimientos políticos de oposición exitosos:

1.- Además de marchar en las principales avenidas de las ciudades, se debe contar con un liderazgo fuerte, absolutamente entregado a la lucha y con el carisma que se necesita para cohesionar a millones de personas. No hay nadie con tales características en la oposición mexicana. De ninguna manera tienen tal estatura Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Margarita Zavala, Lilly Téllez, Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, etcétera.

2.- Además de sacar gente a la calle, se debe tener una sólida organización. La oposición si por algo destaca es por el desorden.

3.- Además de convocar a miles de personas a protestar en los espacios públicos, se debe contar con una causa. La oposición la tiene, la defensa del INE.

4.- Además de ocupar de vez en cuando la calle, se debe garantizar que entre las personas más conocidas que asistan solo haya prestigios. En la reciente marcha del INE hubo demasiados desprestigios, a saber: Alejandro Alito Moreno, exhibido en meses recientes por la gobernadora de Campeche —Layda Sansores— como un ladronzuelo; Roberto Madrazo, sinónimo de la peor corrupción priista; Elba Esther Gordillo, especialista en fraudes electorales cuya obra más conocida fue la destrucción de la educación en México; Vicente Fox, quien orquestó el desafuero de AMLO, sin duda la medida más autoritaria de que se tenga memoria diseñada para eliminar con trucos legaloides a un candidato a la presidencia, y Claudio X. González, integrante de la familia empresarial más cercana a Carlos Salinas, el expresidente enriquecido por sus nexos indebidos con un número importante de hombres y mujeres de negocios que hicieron sus patrimonios gracias a sus relaciones con el poder político… En su crónica en La Jornada, el periodista Arturo Cano dijo que ellos fueron los perdonados de la marcha. Perdonados, en efecto, como los narcos supuestamente arrepentidos que se sumaron en Michoacán a las autodefensas y que terminaron siendo más violentos que los criminales que se suponía iban a combatir.

En resumidas cuentas, la oposición tiene una causa vendible entre las clases medias y altas —la defensa del INE—, pero no tiene liderazgos con capacidad de retar a Morena y a AMLO, tampoco cuenta con organización y ha permitido el peor de los pecados: se ha dejado dominar por lo más sucio de la política, que usará a la marcha para lavar reputaciones absolutamente echadas a perder.

En la comparación con la lucha de tantos años de Andrés Manuel López Obrador, debemos decir que el movimiento que condujo a Morena a conquistar la presidencia tenía i.- un líder insuperable (AMLO), ii.- una causa que unía a México (acabar con la corrupción para verdaderamente apoyar a los pobres), iii.- excelente organización (construida en cada pueblo de México por gente valiosa que ha estado al lado del tabasqueño como Claudia Sheinbaum, Horacio Duarte, Alfonso Durazo, Víctor El Profe Castro, Rubén Rocha Moya, Beatriz Gutiérrez Müller, Pablo Gómez y muchas otras personas verdaderamente entregadas de tiempo completo a la lucha de tanto tiempo contra los poderes fácticos).

Queda claro que son grandes las diferencias entre el movimiento de AMLO y la marcha del INE.