El presidente AMLO dijo en su conferencia mañanera del 4 de julio que vamos muy bien con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canada (T-MEC). Y añadió que su visita a Washington el próximo martes tiene carácter bilateral.

AMLO dijo:

“Vamos a tratar asuntos de México y de Estados Unidos, desde luego tomando, en cuenta a Canadá y a toda América, pero es una reunión bilateral. Tenemos una cumbre para tratar los asuntos del acuerdo comercial, del tratado, en noviembre, en México. Viene el primer ministro Trudeau y viene el presidente Biden”.

AMLO

AMLO concluyó:

“La reunión del día 12, los encuentros, porque van a ser dos o tres, tienen que ver con asuntos de integración, de mayor integración económica con respecto a las soberanías, el tema migratorio, la inversión para el desarrollo, las visas de trabajo y otros asuntos”.

AMLO

Más allá del comercio, la migración y las drogas, hay un tema que yo no he visto que se haya analizado con profundidad, en la agenda bilateral, desde la perspectiva del gobierno de la 4T. ¿Qué deben hacer los dos gobiernos, conjuntamente, con los desastres naturales, las emergencias y otras amenazas?

Juliette Kayyem, ex subsecretaria de seguridad territorial del presidente Barack Obama y asesora de seguridad del gobernador de Massachusetts Patrick Deval, es profesora de Harvard y autora del libro “The Devil Never Sleeps: Learning to Live in an Age of Disasters”. Hace unos días publicó un documento de trabajo de la Escuela Kennedy de Harvard titulado “Hacia un sistema integrado de respuesta a emergencias de América del Norte”.

Los desastres naturales amenazan América del Norte

Kayyem escribe, con razón, que los desastres y las emergencias nunca han respetado las fronteras. Tenemos frente a nosotros un gran reto de gestión de emergencias. Los desastres naturales y otras amenazas están evolucionando y plantean un mayor riesgo en toda América del Norte:

  1. Los incendios forestales están aumentando en frecuencia e intensidad, avanzando a través de las fronteras, destruyendo bosques, viviendas y tierras de cultivo.
  2. Los huracanes aumentan en fuerza y cambian sus trayectorias, llegando más al norte y dejando una mayor destrucción a su paso.
  3. Persisten sequías prolongadas, que alimentan un mayor peligro de incendios y presentan un problema acuciante de agua para los municipios y la agricultura.
  4. La migración ambiental es una realidad creciente: el crecimiento de la población aumenta la demanda de vivienda, servicios, alimentos y movilidad.
  5. La próxima pandemia y la posible propagación de brotes de enfermedades infecciosas están a la vuelta de la esquina.
  6. Los desastres provocados por el hombre, ya sean de origen terrorista o derivados del movimiento transfronterizo de sustancias peligrosas, deben seguir siendo una prioridad. Requieren planificación y capacidad de respuesta.
  7. Las amenazas de interrupción de la tecnología o la infraestructura son prácticamente cotidianas.

A medida que evoluciona el perfil de riesgo, también lo hace la necesidad de mejorar la coordinación entre los Estados Unidos, México y Canadá. Y los presidentes tienen que hablar de ello.

La colaboración intergubernamental es complicada. Y, como bien dice Kayyem, cada palanca de poder, gubernamental o del sector privado, brinda un conjunto único de capacidades, pero ninguna puede abordar estos problemas urgentes por sí sola.

Para enfrentar estos desafíos, América del Norte debe avanzar más allá del enfoque histórico de gestión de emergencias transfronterizas, que ha consistido principalmente en compartir información. Debemos ir hacia una cooperación más sistémica y operativa. Establecer un “enfoque norteamericano” es un componente clave para una gestión de emergencias integral y eficaz. En suma, necesitamos un nuevo acuerdo de respuesta a emergencias de América del Norte.

Estados Unidos, México y Canadá han implementado, individualmente, marcos legislativos para gestionar emergencias a nivel nacional. Cada uno de estos marcos nacionales es relativamente sólido. A pesar de los exitosos acuerdos bilaterales, regionales, no gubernamentales y trilaterales, los esfuerzos y estructuras existentes no están a la altura de las amenazas en evolución para América del Norte. Si bien los acuerdos bilaterales para la planificación y respuesta ante emergencias pueden haber sido suficientes en el pasado, Estados Unidos, Canadá y México deben reconocer que el paradigma cambiante de las emergencias requiere una cooperación trilateral.

Recomendaciones para la gestión de emergencias en América del Norte

Aquí las recomendaciones del estudio de Kayyem:

  • Recomendación 1: Establecer un marco de respuesta a desastres en América del Norte requerirá un compromiso sostenido de los líderes de los tres países. En ausencia de atención y compromiso a nivel presidencial, el trabajo sostenido en el desarrollo de capacidades trilaterales es difícil. Los países de América del Norte cuentan con un foro para abordar estos temas: la Cumbre de Líderes de América del Norte. Dado el panorama cambiante de los desastres y la creciente amenaza de los desastres transfronterizos, debería haber espacio en la agenda para fortalecer la colaboración en la gestión de emergencias.
  • Recomendación 2: Los países deben acordar resultados concretos con líneas de responsabilidad y roles de implementación claramente designados, con DHS y FEMA a la cabeza del gobierno de Estados Unidos. No basta con que los líderes de los países acuerden mejorar la coordinación y colaboración en la gestión de emergencias. Los países necesitan una agenda concreta y un conjunto de entregables para la acción. Sin resultados claramente identificados, y la responsabilidad que sigue cuando no se logran, es muy probable que las agencias implementadoras pierdan tiempo y energía en reuniones y negociaciones sobre qué hacer. Los líderes son los que deben hacer que los países avancen agresivamente.
  • Recomendación 3: Antes de la Cumbre de Líderes de América del Norte, el DHS y FEMA deben liderar un grupo de trabajo trilateral para revisar y priorizar las capacidades actuales y las brechas en la planificación de respuesta a emergencias. Preparar el escenario para un acuerdo a nivel presidencial requiere un intenso trabajo de los expertos.
  • Recomendación 4: Establecimiento de líderes operativos en la gestión de emergencias a nivel regional y local para gestionar la implementación. DHS y FEMA claramente serán los líderes a nivel federal, y se debe pensar en experimentar con nuevas estructuras para mejorar la coordinación trilateral. Por ejemplo, FEMA podría albergar un Centro de Operaciones de Respuesta a Emergencias de América del Norte, reuniendo a un pequeño grupo de planificadores experimentados y personal de respuesta de cada país para coordinar la planificación y respuesta conjuntas. Otra área a considerar es establecer una capacitación regular y coordinada de los operadores de manejo de emergencias de los tres países.
  • Recomendación 5: Plan federal de asignación de recursos que apoye las necesidades estatales y locales. Pocas consecuencias ocurrirán en ausencia de una asignación significativa de recursos. La respuesta a los desastres ya está ejerciendo presión sobre los presupuestos estatales y locales, y es probable que empeore en los próximos años a medida que los desastres se vuelvan más severos. Los gobiernos federales deben brindar un apoyo significativo no sólo a los esfuerzos federales, sino también a los esfuerzos estatales y locales.
  • Recomendación 6: Los socios de América del Norte deben realizar una revisión sistemática exhaustiva de la respuesta de América del Norte a la pandemia de COVID-19.

En todo el mundo, la pandemia de COVID presentó un desafío importante para los gobiernos, y América del Norte no fue la excepción. En resumen, es justo decir que la respuesta de América del Norte no fue tan dinámica como debería haber sido. La coordinación entre los tres países brilló por su ausencia. Y donde se involucraron quizás de manera más visible, en los controles fronterizos, la respuesta fue menos una coordinación reflexiva que cansancio. Visto como una prueba para la gestión de emergencias continentales, la calificación es, en el mejor de los casos, insatisfactoria. Es fundamental que los países examinen a fondo y con honestidad lo sucedido: qué salió mal, qué salió bien y por qué.

Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino