Hace unos días, el 20 de junio pasado, Graham Allison y Eric Schmidt escribieron un artículo editorial en el periódico Wall Street Journal sobe la manera en que la dependencia de los semiconductores pone en peligro la seguridad nacional estadounidense.

Allison, profesor de Harvard, y Schmidt, exdirector ejecutivo de Google, argumentan que la Ley de Innovación y Competencia de Estados Unidos sería sólo el primer paso para prevenir el dominio chino. Relatan que Morris Chang, fundador de Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. (TSMC), concedió una rara entrevista en abril, en donde señaló que el debate actual del Congreso de Estados Unidos para proporcionar 50 mil millones de dólares en subsidios a las empresas estadounidenses de semiconductores, con la esperanza de que se conviertan en líderes de la industria, es “un ejercicio inútil muy costoso”.

La dependencia de Taiwán en la producción de semiconductores pone en peligro a Estados Unidos

Allison y Schmidt argumentan que si bien es poco probable que las empresas estadounidenses superen a TSMC, ese no es el punto. El verdadero tema es que la dependencia total de Taiwán en la producción de semiconductores avanzados pone en riesgo la seguridad nacional estadounidense. No perdamos de vista que TSMC fabrica el 92% de los semiconductores avanzados necesarios para cada teléfono inteligente, computadora portátil y misil balístico. Es increíble que importantes empresas estadounidenses como Nvidia, Qualcomm y Apple subcontraten casi toda su fabricación a Taiwán.

Los autores nos advierten que si la capacidad de fabricación de chips de Taiwán se desconectara, o, peor aún, cayera en manos de China, prácticamente todo el sector tecnológico de Estados Unidos quedaría devastado. Y citan al ex subsecretario de Defensa, Robert Work, cuando señaló que el conflicto en el Estrecho de Taiwán podría desencadenar una crisis de seguridad nacional por los chips: “Estamos a 110 millas —la distancia entre Taipei y China— de pasar de dos generaciones adelante a quizás dos generaciones atrás”.

En el conflicto que Estados Unidos libra frente a China, Washington reconoce la necesidad de disuadir a Beijing de apoderarse de los chips que alimentan la electrónica estadounidense. Tienen que evitar que China capture el mercado de semiconductores con las mismas tácticas que usó para dominar los mercados de infraestructura de telecomunicaciones, paneles solares y vehículos eléctricos.

El gobierno del presidente Biden propuso la iniciativa de Ley de Innovación y Competencia al Congreso. Pero los legisladores continúan discutiéndola y no la han aprobado. Por más que suene a una cifra estratosférica, los 50 mil millones de dólares serían sólo un tercio de lo que invierte el gobierno chino.

Allison y Schmidt relatan en su columna que, entre 1990 y 2020, China construyó 32 megafábricas de semiconductores, en comparación con las 24 megafábricas del resto del mundo. Las empresas estadounidenses no fabrican chips de última generación porque operar una planta de semiconductores en el este de Asia cuesta la mitad de lo que cuesta en Estados Unidos. Lo peor de todo es que China está en el camino de superar a Taiwán como el mayor fabricante mundial de chips a partir de 2025. China controla materias primas críticas, esenciales en la fabricación de semiconductores, que crean cuellos de botella en la cadena de suministro. China produce el 70% del silicio del mundo, el 80% del tungsteno y el 97% del galio.

¿Qué se necesita para que Estados Unidos gane la carrera de los chips?

El gran peligro de todo esto es claramente expuesto por Allison y Schmidt: “Si Beijing desarrolla ventajas duraderas en la cadena de suministro de semiconductores, generaría avances en tecnologías fundamentales que Estados Unidos no puede igualar”. Entonces, según los autores, se necesitan tres políticas para que Estados Unidos gane la competencia de los chips:

  1. Estados Unidos debería duplicar su fuerza en la fabricación de semiconductores menos avanzados. Los semiconductores avanzados son esenciales para los teléfonos inteligentes y las computadoras portátiles, pero representan sólo el 2% del mercado mundial de semiconductores. Empresas estadounidenses como Intel y GlobalFoundries se destacan en la producción de chips más lentos que se utilizan en todo, desde televisores hasta tanques. El gobierno de Biden puede apoyar a estas empresas acelerando los permisos para las fábricas y otorgando créditos fiscales para inversiones en investigación, desarrollo y fabricación.
  2. Estados Unidos debería utilizar su influencia política con los gobiernos de Taiwán y Corea del Sur para persuadir a TSMC y Samsung de que se asocien con diseñadores de chips estadounidenses y fabriquen semiconductores avanzados en Estados Unidos.
  3. Estados Unidos debería estrechar los vínculos entre la investigación y desarrollo (I+D) y la fabricación. La mayoría de las innovaciones tecnológicas provienen de la interacción entre los dos. La Ley de Innovación y Competencia avanza a pasos agigantados al crear incentivos para la inversión tanto en I+D como en fabricación.

Ante este complejo escenario, México debería jugar un papel estratégico que apoye a la región de América del Norte. El presidente AMLO debería prepararse para llevar el tema y plantearlo en su visita a la Casa Blanca el 12 de julio.

Veamos cuatro ejemplos recientes que muestran algunos avances:

  1. Intel tiene un Centro de Diseño en Guadalajara donde realiza dos de los procesos más importantes para la fabricación de semiconductores, que son el diseño y la validación. Tienen 1,800 ingenieros. Intel está haciendo grandes esfuerzos para diversificar su cadena de suministro y hacerla más confiable.
  2. De acuerdo con un estudio realizado por la consultoría KPMG, Nuevo León sería el destino favorito de los inversionistas de Taiwán para instalar una planta de semiconductores. Está interesado en invertir en México en el sector eléctrico, tecnología e innovación para ser proveedora de Norteamérica, y abastecer chips avanzados. Con la estrategia del “nearshoring” (relocalización de empresas) esto ha cobrado mayor interés. Y contamos con el gran instrumento del Tratado entre México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC).
  3. En marzo pasado, la empresa Vishay Intertechnology, fabricante de semiconductores y componentes para la industria automotriz, aeronáutica y telecomunicaciones, anunció que iniciará la construcción de una planta que producirá parte de chips automotrices en Gómez Palacio, Durango, con una inversión de alrededor de 45 millones de dólares y la generación prevista de 500 empleos en cinco años.
  4. El Banco Interamericano de Desarrollo publicó recientemente un estudio sobre “México y la cadena de valor de los semiconductores: Oportunidades de cara al nuevo escenario global”. Ahí se concluye que tal vez México no tiene todas las condiciones para competir en el eslabón conocido como “frontend” (la fase de fabricación), pero sí en otros en los que inclusive puede convertirse en todo un “polo”, como en el llamado “backend”, en el que los chips son testeados masivamente y empacados para su entrega.

México en la producción de chips semiconductores

Como parte de los acuerdos del Diálogo Económico de Alto Nivel (DEAN) con Estados Unidos, la secretaria de Economía de México, Tatiana Clouthier dijo que México se enfocaría en cinco de las seis etapas de producción de chips semiconductores (investigación, diseño, validación, ensamble y pruebas finales). La estrategia del gobierno de México es dar incentivos a la parte de innovación y capacitación para acelerar los procesos. Pero creo que podríamos ir más lejos.

El presidente AMLO podría comprometerse a que el gobierno de México pueda poner en marcha el programa más ambicioso para desarrollar talento que promueva el crecimiento de las actividades de diseño y ensamblaje de semiconductores. Podemos desarrollar el mejor talento en electrónica, computación, mecánica y matemáticas. Deberíamos entrenar a más de 10 mil ingenieros, actualizar sus programas de estudio, especializarlos en el diseño, programación, circuitos integrados, desarrollo de software. Poner en marcha un programa de estancias profesionales de ingenieros mexicanos en empresas estadounidenses. Otorgar becas para maestrías y doctorados.

La visita del presidente de México al presidente de Estados Unidos el próximo 12 de julio sería una magnífica oportunidad para demostrar que nuestro país es un aliado para enfrentar la amenaza a la seguridad nacional de los países de América del Norte.

Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino