Dice Jorge Zepeda Paterson en su columna de hoy en Milenio: “No hay nada más valioso para un aspirante presidencial que lucir, justamente, presidencial. Y nada más perjudicial que mostrar la carencia de atributos presidenciales”.

El colaborador del diario propiedad de Francisco González lo expresó este martes en un artículo en el que juzgó el trabajo de Adán Augusto López como sustituto de AMLO en las conferencias de prensa mañaneras. Ello significa que suplir al presidente López Obrador en el evento estelar del gobierno ha sido una prueba para el secretario de Gobernación.

¿Adán Augusto pasó el examen? Según Zepeda Paterson —y según otros analistas como Raymundo Riva Palacio, de El Financiero—, en el mejor de los casos el suplente de AMLO quedó lejos de conseguir la calificación de excelencia que necesitaba para convertirse en un aspirante presidencial viable.

El columnista de Milenio no reprobó al titular de Gobernación, pero no le dio 10 de calificación; el problema para Adán es que solo el 10 podía serle de utilidad. Para Zepeda, Adán en su primera mañanera “hizo la tarea”, pero no dio “ninguna respuesta brillante”.

Riva Palacio sí reprobó a Adán Augusto: “No tuvo las luces para atajar los errores cometidos la víspera” —se refería a los errores relacionados con la desastrosa información sobre el estado de salud de AMLO—. El colaborador de El Financiero de plano dijo que Adán “no pudo con el paquete” de la mañanera.

Entonces, ¿Adán Augusto se vio presidencial o no? Creo que ese no era el reto importante; trataré de explicarme con otra pregunta: ¿Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard se habrían visto presidenciales conduciendo la mañanera?

Desde luego, no sé si Claudia y Marcelo se habrían visto presidenciales sustituyendo a AMLO. De lo que estoy seguro es que no habrían intentado proyectar tal imagen ni ninguna otra que no sea fiel a lo que son.

Y es que, con más experiencia que el secretario de Gobernación, el canciller y la jefa de gobierno saben que lo relevante no es intentar verse presidenciales, sino simple y sencillamente actuar con autenticidad, que es lo más valorado por los y las votantes.

No existe lo presidencial. Existen personas que llegan al poder y cada una tiene su personalidad. Es la razón de que en México sigamos teorizando sobre el famoso estilo personal de gobernar de Daniel Cosío Villegas. Claudia y Marcelo lo han entendido, Adán no.

Enrique Peña Nieto era una figura carismática antes de su candidatura presidencial. Perdió el encanto cuando sus asesores le convencieron de que debía hablar y comportarse en forma presidencial.

Lo único que lograron los constructores de la imagen presidencial de EPN fue convertirlo en una caricatura de lo que ellos entendían era un presidente. Si Peña Nieto se hubiera mantenido fiel a sí mismo habría tenido más éxito que actuando con una formalidad presidencial que no le quedaba.

Andrés Manuel es un presidente muy poderoso precisamente porque no dejó que le construyeran una imagen presidencial que no iba con él. AMLO es serio cuando tiene que serlo, pero normalmente bromea, se enoja, discute, descuida ciertas formas, actúa como él es en realidad. Y le tienen sin cuidado las críticas por su comportamiento.

Una cosa es coincidir con el proyecto de AMLO y otra imitarlo en el estilo. Adán Augusto, dijo Zepeda Paterson, se ve “con poco fondo ideológico”, esto es, su discurso, bastante elemental, no le alcanza para ser un referente del pensamiento que ha llevado a la construcción de la 4T, así que debe conformarse con imitar algunas formas de Andrés Manuel, y no lo hace bien.

Es la razón de que, en ya casi dos años en el puesto de secretario de Gobernación, no ha conseguido lo que más busca: acercarse en las encuestas de preferencias electorales presidenciales a la líder, Claudia Sheinbaum, y al segundo lugar en tales mediciones, Marcelo Ebrard.

Lo que hoy dice Jorge Zepeda lo afirma todo el mundo porque se trata de un diagnóstico basado en los datos de las encuestas:

  • “En este momento, a cuatro meses de la primera encuesta oficial y a ocho de la definitiva, la candidatura de Adán Augusto López es inviable”.
  • “Si en verdad la nominación de Morena va a ser el resultado de encuestas entre la población en general, los números no le dan”.
  • “Incluso si por estrategia el presidente llegara a considerar su designación, la distancia en los sondeos de intención de voto hacen imposible coronarlo, a menos que se renuncie a la legitimidad del proceso, algo que no está en el ánimo del presidente”.

Solo hay dos personas en Morena con posibilidades de lograr la candidatura presidencial, la líder en las encuestas, Claudia Sheinbaum, y el segundo lugar, Marcelo Ebrard.

Ni Claudia ni Marcelo han buscado presentarse presidenciales, sino nada más como lo que son. El error de Adán Augusto ha sido el de tratar de ser otro AMLO, algo que ha buscado desde la propaganda: “Que siga López porque estamos Agusto”. Sheinbaum solo dice que ella #EsClaudia y Ebrard trae su propio lema, aunque me parece horriblemente plagiado de Colosio. El “Marcelo sí” es copia del “Colosio sí” de 1994.

La apuesta de Adán Augusto debería ser por la autenticidad, por la originalidad, pero sus estrategas no lo han entendido. Le dejo al secretario de Gobernación lo que leí sobre el valor de lo auténtico en un sitio español bastante interesante, escueladepayasosloshijosdeaugusto.es:

  • “Según el origen etimológico, la palabra autenticidad viene del latín authenticus, que significa original, auténtico, que responde a sí mismo”.
  • “El latín la tomó prestada del griego authentikós, que significaba primordial o todo lo que se relaciona con el poder absoluto”.
  • “Se deriva de authentía (poder absoluto) y esa palabra de authentés ‘aquel que actúa por sí mismo, que toma la iniciativa y que es dueño absoluto de sus actos’…”.
  • “Así pues, la AUTENTICIDAD es la cualidad de original, que responde a sí mismo; una cualidad que nos da el poder de tomar iniciativas y de adueñarnos de nuestras acciones, pensamientos y sentimientos”.
  • “La autenticiad supone la decisión de ser reales y mostrarnos tal cual somos, de convertirnos en protagonistas de nuestra historia”.
  • “Es la apuesta por la honestidad, de dejar que se vea nuestro verdadero yo”.

Adán Augusto es inteligente y si aprende de sus errores tendrá otra oportunidad en 2030. La aprovechará si actúa como él es en realidad, sin imitar el estilo de nadie más.