Basave

Voy a sintetizar el reciente artículo de Agustín Basave Benítez publicado en Milenio:

“El viejo juego del ‘tapadismo’ ha vuelto por sus fueros con el presidente López Obrador”. Mi comentario: es verdad.

El término usado por Andrés Manuel es equívoco: “Lo que se destapa no son corcholatas —esas se remueven— sino botellas”. Mi comentario: equívoco o no, hay más poesía en llamar corcholatas y corcholatos que botellas y botellos a las y los aspirantes.

Del cardenismo al lopezobradorismo

√ Para analizar lo que hace AMLO, Basave utiliza una analogía histórica, a la que había recurrido el año pasado en un escrito publicado en Proceso: “Se perfila un escenario similar al de 1939-40, cuando Lázaro Cárdenas barajaba una carta ideológicamente afín y otra de corrimiento hacia el centro”. Francisco J. Múgica representaba a la opción de izquierda, esto es, la continuación del proyecto de Cárdenas; Manuel Ávila Camacho, a la que giraba al centro, es decir, a la derecha del cardenismo. Mi comentario: sin duda tiene sentido la analogía.

√ “No sé si Andrés Manuel Cárdenas repita la historia y se incline por Marcelo Ávila Camacho para distender una cuerda estirada por su mano siniestra o si, como insinuó en su discurso del pasado 1° de diciembre, la enmiende en aras de la continuidad y se ancle en la izquierda con Claudia J. Múgica”. Mi comentario: Eso no lo sabe Basave ni lo sé yo; no lo sabe nadie, excepto el propio López Obrador que tomará la decisión en función de las encuestas, sí, pero también pensando en el rumbo que desee para sus transformaciones, es decir, que Ebrard las modere para no seguir enfrentando a la poderosa derecha mexicana, y por lo tanto las lleve al centro político, o bien que Sheinbaum las mantenga en el lado izquierdo de la sociedad enfrentando a quien deba enfrentar para hacerlo.

La falla analítica de fijarse en quienes van en punta y no ver al grupeto rezagado

Basave piensa “que la puntera sufrió un par de tropiezos, que el segundo contendiente apretó el paso y que el caballo negro ha pardeado”. Mi comentario: Todos y todas las personas que aspiran a la presidencia en los distintos partidos sufren tropiezos, pero la comentocracia se fija más en los cometidos por quienes van adelante en la carrera. Esta deformación del análisis la denunció el propio Basave cuando advirtió que un video con fallas técnicas de Luis Donaldo Colosio Riojas fue utilizado para calumniar en redes sociales al alcalde de Monterrey, por mucho el mejor ubicado en las encuestas de preferencias electorales en las filas de la oposición. Con respeto le digo a mi amigo Agustín que cayó en la misma falta que reprochó a otros: ver solo los tropiezos de Claudia, solo por ser la líder, y no los de Marcelo, que han existido y no paran; tampoco los de Adán Augusto, el caballo negro que ha pardeado. No sé qué signifique exactamente que Adán haya pardeado, pero supongo que Basave quiere con ello decir que ya es un serio aspirante a la candidatura presidencial de izquierda; estoy de acuerdo con el columnista de Milenio y Proceso: Adán está en competencia.

Descalabros

Según Basave, “la delantera de Sheinbaum se redujo, en efecto, tras dos descalabros electorales. AMLO mide todo en votos, y el hecho de que Morena haya perdido la mitad de su bastión en las elecciones de 2021 y no haya logrado movilizar más electores en la consulta revocatoria le ha restado puntos a la jefa de gobierno”. Mi comentario: en las encuestas Claudia sigue como desde el principio, unos puntos arriba de Marcelo. Si Basave tiene otros datos, debería presentarlos, pero no creo que sea así. ¿AMLO mide todo en votos? No sé por qué Agustín Basave dice eso. Pero, suponiendo sin conceder que el articulista tenga razón, debe precisarse que Claudia al menos entregó votos en la consulta de revocación —la mayoría de los que obtuvo Andrés Manuel, ya que ella fue la responsable política de coordinar tal proceso en la CDMX y el Edomex, las dos mayores entidades del país—. Ebrard ni siquiera se metió a eso; casi ni declaraciones hizo para apoyar una consulta fundamental para el presidente, es decir, aportó cero votos. Adán Augusto sí trabajó para que fuera exitosa la revocación; por cierto, arriesgó al hacerlo y sufrió su primera crisis desde que es secretario de Gobernación.

Traspiés

√ Para Basave, Ebrard “ha compensado parcialmente su traspié trumpiano con un corrimiento hacia el centro —se había disfrazado de radical— al volver a visibilizar el guiño al empresariado y a la clase media: no haberse sumado al linchamiento fascistoide a los ‘traidores’ fue un acierto, pues no rompe lanzas con un sector social importante ni quema naves con partidos opositores —por aquello de requerir una postulación alterna— y manda un mensaje cifrado a AMLO: don’t take me for granted, dirían los anglosajones”. Mi comentario: Primero #TraducciónNecesaria: Según Google la expresión don’t take me for granted debe traducirse en este contexto como “Andrés, no soy tu incondicional; si no me das lo que quiero, me voy con la competencia”. Entonces, ¿lo que Basave dice es que Ebrard juega al chantaje, además de a ser el Ávila Camacho en la sucesión 2024? Creo que exactamente eso dice el analista, pero puedo estar interpretándolo incorrectamente. Si mi interpretación fuera precisa, el corrimiento hacia el centro del canciller lo descalificaría, ya que, hasta donde conozco a Andrés Manuel, no es de los que se dejan extorsionar ni siquiera por alguien a quien demasiada gente, dentro y fuera de Morena, le tiene miedo, seguramente porque se le considera un tipo perverso.

El caballo negro

En opinión de Basave, “lo más interesante” es que Adán Augusto López Hernández “se metió de lleno en la contienda al complementar su talante de negociador que saca las castañas del fuego con el de incondicional del gran elector”. Mi comentario: sin duda es muy interesante la llegada, no sé si demasiado tardía, del secretario de Gobernación al grupo que lidera la carrera sucesoria. Estar en ese grupo depende únicamente de la voluntad de AMLO, y así están las cosas: ya dejó en claro el presidente que solo tres personas tienen posibilidades reales de quedarse con la candidatura presidencial de Morena. Pero hay otro grupo, el de quienes encabezan las encuestas, y en este Adán todavía va rezagado. Es un dato objetivo, esto es, numérico; un dato duro, pues. Por eso digo que no sé si sea demasiado tarde para él. Tendrá que apurarse bastante, con un eficaz trabajo mediático y aun de mercadotecnia política. No sé si Adán tenga un estratega; si no lo tiene, lo necesitará. Y si ya lo apoya alguien especializado en estas cosas, deberá ponerlo a prueba rápidamente para no perder el tiempo con un profesional que podría no ser el adecuado para entender la esencia, sin duda compleja y hasta contradictoria, de la 4T.

Una Múgica contra un Ávila y contra un Ávila-Múgica

Entonces, Basave reaplantea su símil: “La Múgica de hoy ya no se enfrenta a un Ávila Camacho sino a dos”. Es decir, ya no es solo la izquierdista Claudia contra el moderado Marcelo, sino también contra otro moderado, Adán Augusto, pero este con la ventaja de que, a diferencia de Ebrard, es verdaderamente amigo de AMLO y, por lo tanto, el presidente no puede dudar acerca de “su lealtad y compromiso de continuidad con la 4T”. De ahí que, para Agustín Basave, el secretario de Gobernación sea “Adán Ávila Múgica”, esto es, al mismo tiempo el izquierdista Francisco J. Múgica y el más centrista Manuel Ávila Camacho. En conclusión, para el articulista citado Adán tiene “las ventajas de ambos tapados cardenistas sin la objeción que AMLO le hace al ‘presidente caballero’ de haber detenido el supuesto envión social y ético de la Revolución”. Mi comentario: parece lógico lo que afirma Basave. Pero, insisto, a diferencia de la época cardenista, de partido único, en la actualidad hay fuerte competencia electoral, lo acepte o no el dogma morenista. Adán Augusto López, entonces, deberá demostrar además de las habilidades políticas que ya ha exhibido, que es capaz de ser competitivo en el terreno pantanoso en el que deben moverse, si quieren ganar sus batallas, todas las personas dedicadas a la política: el de las encuestas de preferencias electorales, que se alteran con cualquier hecho por insignificante que parezca.