En la disputa por el poder y la impunidad en el marco de las tensiones con Estados Unidos, las posturas internas de Morena se reconfiguran.
Mientras la administración Trump eleva la presión por temas clave, como el combate al crimen organizado, el tráfico de fentanilo, el respeto al T-MEC y la relación con China, algunos personajes cercanos a López Obrador parecen operar en una dirección distinta a la del gobierno federal.
La agenda de Morena
Un ejemplo elocuente es la reunión que sostuvo la presidenta de Morena, Luisa María Alcalde con el embajador de China en México, Chen Daojiang que fue presentado como el primer contacto formal de este diplomático con un partido político mexicano. Según el comunicado de la embajada ambas partes realizaron un “intercambio amistoso” y expresaron su disposición para “promover un mayor desarrollo de los lazos bilaterales entre China y México”.
Esta reunión plantea preguntas incómodas: ¿por qué un embajador extranjero sostiene conversaciones sobre relaciones bilaterales con la presidenta de un partido político que no ocupa ningún cargo en el gobierno federal? ¿Qué mensaje envía esta interlocución, justo cuando la administración Sheinbaum da señales claras de alineamiento con Estados Unidos?
Al tiempo que se conocía este encuentro, Claudia Sheinbaum destituía a Pablo Gómez de la UIF, un movimiento interpretado como parte de las concesiones hechas a Washington. Incluso, la calificadora Moody’s señaló que el gobierno podría ceder ante las presiones estadounidenses para limitar sus vínculos con China, en especial en el contexto del T-MEC.
En la misma línea, el director del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, Santiago Nieto, anunció operativos quincenales en aduanas y puntos de venta informal para combatir la piratería de origen asiático. Cuando todo parece indicar que la administración Sheinbaum está intentando limpiar el terreno ante las exigencias del gobierno norteamericano, las señales contradictorias del obradorismo complican la narrativa oficial.
¿Vacaciones?
A la reunión de Alcalde se suma un hecho cargado de misterio: el viaje de López Beltrán, hijo del expresidente a Asia. Los rumores comenzaron a circular a inicios de julio, justo cuando estallaban escándalos que implicaban a figuras clave del sexenio anterior, como Hernán Bermúdez Requena, secretario de seguridad de Adán Augusto López, señalado por vínculos con el Cártel Jalisco Nueva Generación y el tráfico de huachicol.
López Beltrán desapareció de la escena pública. Posteriormente, se supo que su vuelo habría despegado del AIFA el 12 de julio, haciendo escala técnica en Petropavlovsk, Rusia, antes de aterrizar en Tokio el 13 del mismo mes. Dos semanas después, el 26 de julio, aparecieron fotos suyas en Japón. La estancia, larga e inusual para un viaje de vacaciones, ha despertado múltiples especulaciones.
Finalmente, López Beltrán emitió un comunicado con el que no aclaro nada. Donde lejos de disculparse, se indignó y al estilo de su papá, se victimizó. Utilizando sus palabras para achacárselas a la presidenta, en una especie de mensaje cifrado, terminó su misiva dando entender que su viaje fue parte de su “lucha por una causa justa y contra los opresores del pueblo”.
¿Un viaje personal o una misión política no oficial? ¿Está el hijo de Obrador operando bajo las sombras como emisario del obradorismo en un momento donde las tensiones geopolíticas entre China y Estados Unidos sitúan a México en una posición delicada?
El problema es que acciones como esta generan la percepción de un doble poder en México: el gobierno constitucional y una estructura paralela que responde a los intereses de AMLO.
La aparente contradicción entre ambos frentes debilita la posición internacional de México y hasta puede violar principios fundamentales del derecho internacional.
La reunión de Luisa María Alcalde con el embajador chino podría constituir una violación indirecta a la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas la cual establece que los embajadores deben abstenerse de intervenir en asuntos internos del país receptor.
Aunque técnicamente se trató de un encuentro con un partido político, el contexto político le otorga una connotación diferente y si lo que busca China es tender puentes con un actor que ya no representa al gobierno mexicano, el mensaje que se envía es de ruptura interna.
Pero, si AMLO está buscando respaldo internacional a través de canales no oficiales, la implicación es aún más grave.
¿Buscará protección geopolítica para él y su círculo cercano? ¿Está dispuesto a sacrificar la estabilidad diplomática del país en aras de su defensa y la de su grupo?
Lo cierto es que estas maniobras ponen en entredicho el rumbo de la política exterior mexicana y alimentan la percepción de un gobierno dividido y con lealtades fragmentadas entre el pragmatismo de Sheinbaum y el desafío del obradorismo.
Y no olvidar la fuga de Zhang alias El Chino, la amenaza de aranceles del 30% a México (suspendidos), y el caso Hernán Bermúdez/ Adán Agusto Todo esto ocurre en un momento crítico, donde para Washington no solo están en juego los acuerdos comerciales o el combate al crimen, sino la credibilidad de México como socio estratégico y la capacidad real de Claudia Sheinbaum para ejercer el poder y alcanzar acuerdos.
X: @diaz_manuel