La salida de Intercam y CIBanco del escenario bancario mexicano confirma lo que muchos sospechaban: se privilegió la continuidad administrativa sobre la confianza institucional. Los clientes no perdieron depósitos, pero tampoco hubo transparencia ni rendición de cuentas.

De la intervención a la venta exprés

Tras las sanciones del Tesoro de Estados Unidos y la intervención de la CNBV en junio pasado, el desenlace fue inmediato:

Intercam se vendió a Kapital Bank, una institución joven que apenas en 2019 comenzó operaciones y que adquirió previamente Banco Autofin.

CIBanco transfirió su negocio fiduciario a Multiva, banco mediano y con crecimiento estancado, que de golpe pasó de tener menos del 1 % a 27 % del mercado fiduciario.

Los accionistas y consejeros de ambas instituciones, con décadas de experiencia, salen discretamente del escenario, a pesar de que no ha quedado claro y preciso si había o no manejos irregulares. La realidad es que sus activos han estado bajando y esa fragmentación aceleró su venta.

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El mensaje es claro: se salvó el mercado, pero se erosionó la confianza.

¿Qué opciones había?

Si lo que se buscaba era dar certidumbre y sinergia, había caminos más sólidos:

Bancos locales consolidados como BanBajío, Banregio o Afirme, con experiencia probada en PyMEs y mercados regionales.

Extranjero con rezago como Scotiabank, que lleva años estancado en México y pudo haber encontrado aquí una vía de reimpulso.

Otros jugadores medianos como Invex, o incluso una fusión estratégica que preparara la venta en mejores condiciones.

En todos los casos, el resultado hubiera sido más lógico: instituciones con músculo y experiencia capaces de absorber operaciones y fortalecer el sistema, no solo inflar balances con activos en declive.

Capital joven, dudas viejas

Kapital presume crecimientos a triple dígito y ejecutivos menores de 40 años. No hay nada contra la juventud, pero el crédito empresarial se prueba a lo largo de cinco años, no en estadísticas trimestrales. Intercam y CIBanco, con consejeros de 40 años de experiencia, no resistieron la crisis; pensar que un banco emergente con apenas seis años de operación será la solución es, cuando menos, duda razonable.

Regulación omisa

La CNBV y la SHCP actuaron rápido, sí, pero eligieron la salida más cómoda: ventas privadas y discretas. No hubo un proceso público, competitivo ni transparente como en la FDIC en EU. Tampoco sanciones claras a directivos o accionistas.

Se salvaron operaciones.

Se preservó la narrativa de estabilidad.

Pero se perdió la oportunidad de reforzar la confianza en el sistema bancario mexicano.

La lectura final

Las lecciones son evidentes:

1. Kapital y Multiva compran mercado, no confianza.

2. La autoridad prefirió apagar el fuego en lugar de fortalecer el sistema con jugadores sólidos.

3. Los responsables directos salieron por la puerta trasera, libres de culpa, mientras el costo reputacional lo paga todo el sistema.

El tiempo dirá si estos movimientos consolidan a los nuevos jugadores o si, como tantas veces en México, solo se trató de traspasar problemas para que nadie se haga cargo de fondo.

Mario Sandoval. CEO FISAN SOFOM ENR. Banquero y abogado con más de 30 años de experiencia en el sector financiero y legal.