Querido presidente López Obrador:

La idea es tuya y la Cámara de Diputados y Diputadas casi seguramente la llevará a la práctica. Me refiero a la extinción de 13 de 14 fideicomisos del poder judicial.

¿Hay elementos para considerarla una buena idea? Con respeto y cariño, presidente, pienso que se trata de una mala idea. Inclusive podría ser una pésima idea. Diría el bolero, perdona mi franqueza que tal vez, juzgues descaro.

Desde luego, puedo estar equivocado. Acepto que la razón podría tenerla la Rayuela de La Jornada. El muchas veces sabio epígrafe del extraordinario periódico de izquierda dirigido por Carmen Lira está de acuerdo contigo, presidente: “No es un recorte caprichoso” —la aniquilación de los mencionados fideicomisos— ; “se trata de hacer justicia. ¿Qué, ya se les olvidó?”.

Es un punto de vista respetable el de La Jornada. Pero no demuestra por qué menos recursos para el poder judicial se traducirán en juicios más rápidos, más sensatos y sin corrupción.

Comprendo, Andrés Manuel, que en un epígrafe no haya espacio para argumentaciones sofisticadas. Supongo que pronto alguien en ese diario publicará un texto con razonamientos bien hilados para intentar probar que la desaparición de 13 fideicomisos hará más eficientes, independientes y prudentes a jueces y juezas federales. Ya leeré tal análisis y opinaré sobre su contenido.

Mientras ese escrito llega, recurriré a expertos para justificar el porqué pienso que es un error desaparecer los fideicomisos del poder judicial.

“La rebelión de los jueces”

Empezaré por sintetizar una tesis que, estoy convencido, refuta contundentemente tanto a Rayuela como a ti, presidente AMLO, y a los diputados de Morena. Estoy hablando del artículo “La rebelión de los jueces”, publicado en El Heraldo de México el 25 de julio pasado.

Es un artículo importante por su contenido, pero también porque tú, señor presidente, a su autor lo has considerado un hombre sabio. Por tal razón decidiste que Juan Luis González Alcántara Carrancá fuera tu primera opción cuando, al inicio del sexenio, se abrió un espacio en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Cito al ministro González Alcántara Carrancá:

  • ‘Es fácil olvidar el papel (fundamental para la convivencia en sociedad) que juegan el derecho y los tribunales en nuestras vidas’.
  • ‘Esta fue la lección que aprendió el pueblo español a finales de abril de este año, cuando los funcionarios judiciales, presionados por los recortes presupuestales y la sobrecarga de trabajo, y el desprecio de los legisladores, decidieron irse a huelga’.
  • ‘La situación se tornó verdaderamente caótica cuando, unos días después, los propios jueces y fiscales, en cuyas manos descansa el funcionamiento del sistema de justicia, se sumaron al paro’.
  • ‘Sus razones, por demás, eran perfectamente comprensibles. Casi 10 años después de la crisis que asoló a España en 2014, los funcionarios judiciales no han alcanzado a recuperarse de los recortes salariales que habían tenido lugar en aquel entonces’.
  • ‘Mientras tanto, el índice de litigiosidad crece vertiginosamente. En uno de los países con menos jueces y fiscales por habitantes de toda Europa, sus jornadas de trabajo son cada vez más largas, mientras que el valor de su patrimonio y sus ingresos se deprecian por la inflación’.
  • ‘En 2019, la Gran Sala del Tribunal de Justicia de la Unión Europea había resuelto, en un caso portugués, que la independencia económica es esencial, por no decir vital, para la independencia judicial’.
  • ‘Sin los recursos materiales y financieros para cumplir sus funciones, desaparece el papel de la judicatura, no solo como árbitro y garante de la justicia, sino también como contrapeso a los otros poderes’.
  • ‘La huelga de los jueces, pues, era sobre algo más que su nivel de vida: se trataba de su propia independencia como uno de los tres poderes de un Estado constitucional, en peligro de parálisis’.
  • ‘En nuestro país, según datos del INEGI, hoy en día, hay más de 126 mil funcionarios judiciales (locales y federales), que son los encargados de operar y mantener a flote la maquinaria de la justicia, y esto es relevante porque, en nuestro Estado de derecho y nuestra forma de vida democrática descansan, en buena medida, en su independencia; para ello, requieren no sólo de los recursos indispensables y suficientes para llevar a cabo su función, sino también del reconocimiento de su dignidad e integridad, como funcionarios y como seres humanos responsables también de sus familias’.
  • ‘Pensar lo contrario sería pronunciarnos por el retorno a una simulación’.

Te suplico, Andrés Manuel, que reflexiones acerca de tales palabras del ministro que propusiste en la semana inicial de tu gobierno transformador. Hoy más que nunca resulta necesario que dialogues con el jurista, Juan Luis González, al que, evidentemente, más has apreciado durante años por su honestidad, independencia de criterio y preparación académica.

El magistrado que llevaba a su hija a las sesiones de la corte

También debes hablar, Andrés Manuel, con otra de tus propuestas para la SCJN, Ana Margarita Ríos Farjat. Esta abogada tendrá su punto de vista acerca del debate actual y será tan interesante como atendible.

Ella, estoy seguro que lo sabes, presidente, toda su vida ha estado ligada al poder judicial. Su padre, fallecido en 2014, fue juez federal.

Ayer, por cierto, jueces de distrito de Tuxtla Gutiérrez y la Universidad Autónoma de Chiapas homenajearon a Rodolfo Ríos Vázquez, padre de la ministra Ríos Farjat.

Cuando murió su papá, Margarita le dedicó una carta de amor que tuve la oportunidad de leer. Empezaba con una bella cita de Neruda:

“Tantos días, ¡ay! tantos días

viéndote tan firme y tan cerca,

¿cómo lo pago, con qué lo pago?”

Pablo Neruda

A Margarita, desde muy pequeña, su padre la preparó para ser jueza: “Recuerdo que a mis nueve o diez años te acompañaba a tu oficina y me llevabas a las sesiones del pleno de la corte”.

Gracias a su padre, la hoy ministra —recordemos que la carta la escribió en 2014, varios años antes de llegar a la corte suprema— entendió que “los jueces han de ser austeros, honestos y entregados”.

Ayer, en su mensaje en el homenaje a su padre, la ministra Ríos Farjat dijo:

  • ‘Muchas gracias por esta distinción a mi papá, quien fue juez segundo de distrito en Tuxtla Gutiérrez de diciembre de 1988 a febrero de 1990′.
  • ‘En aquella época, recuerdo bien, solamente había dos juzgados de distrito en Tuxtla y uno en Tapachula; y un tribunal unitario y uno colegiado, ambos en Tuxtla. De aquel entonces a la fecha, el vigésimo circuito ha crecido mucho, casi seis veces’.

Casi seis veces. Es un crecimiento enorme, ¿no crees, Andrés Manuel?

En 30 años, en Chiapas, los tribunales federales crecieron ¡seis veces! Pudiera ser ese el promedio nacional, no lo sé. Pero no me sorprendería que el crecimiento de los jugados en las últimas tres décadas haya sido mucho mayor en las entidades más pobladas, Edomex, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Nuevo León, Querétaro, Baja California, Sinaloa…

¿No te parece, querido Andrés Manuel, que deberías analizar las necesidades del poder judicial federal en un diálogo totalmente intelectual con la ministra Ríos Farjat? Tú la propusiste para la SCJN seguramente porque la consideras una mujer ejemplar, que por cierto, estuvo en tu movimiento y contribuyó a tu triunfo en 2018. Ojalá Claudia Sheinbaum, a quien entregaste el bastón de mando de Morena, se rodee en su campaña de gente tan talentosa como Margarita, que a ti, señor presidente, tanto te ayudó con su trabajo intelectual en los tiempos difíciles.

He mencionado lo que dijo la ministra Ríos Farjat en el homenaje a su padre porque, así lo creo, son palabras que podrían ser la base para demostrar que es una mala idea quitar recursos a una institución esencial para el funcionamiento de nuestra democracia.

Dijo más Margarita: ‘Dañar a la institución judicial, escribió mi padre, ocasiona un grave daño a México’.

Me pregunto, Andrés Manuel, si analizaste a fondo y con la ayuda de especialistas la idea de eliminar los fideicomisos del poder judicial. Porque si ello va a significar recortar jueces o juzgados, la sociedad mexicana lo va a pagar.

No quiero ni pensar que los tribunales colegiados —en los que deciden tres magistrados— para que los recursos alcancen se transformen en unitarios.

Tristemente esos tribunales unitarios todavía existen en algunas entidades. Son tribunales en los que la gente depende del criterio de un solo magistrado, que al momento de juzgar puede estar enloquecido por cualquier motivo: una crisis personal, haber pasado una mala noche, por enfermedad o simple y sencillamente por no haber hecho la tarea. No hay peor infierno judicial que el de un solo magistrado para sentenciar sin enfrentar sus argumentos con otros dos magistrados para controlarlo.

“Repensar la justicia constitucional”

Ese es el título de un artículo del muy inteligente ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea publicado en Milenio el pasado 12 de septiembre. Lo que dice el expresidente de la SCJN justifica fortalecer económicamente, en vez de debilitar sus finanzas, al poder judicial, sobre todo a su cúpula:

  • ‘En muchas partes del mundo la justicia constitucional enfrenta una crisis de legitimidad’.
  • ‘En países como Brasil, Argentina, Israel, Estados Unidos o la India —por mencionar algunos ejemplos— han surgido duros señalamientos en el sentido de que las cortes exceden sus atribuciones y no responden a las demandas de la sociedad’.
  • ‘Hoy, distintas voces subrayan que las cortes supremas no deben intervenir en la arena política, enarbolar las causas de los jugadores políticos, ni zanjar cuestiones cuya deliberación corresponde a la sociedad a través de los mecanismos de la democracia’.
  • ‘Insisten en que no les corresponde decidir cuánta regulación es demasiada, ni erigirse como ente fiscalizador sobre otros poderes, sino velar imparcialmente por la vigencia de la Constitución. Apuntan que, cuando operan de manera irresponsable, las cortes se pueden convertir en “un peligro para el orden democrático”.
  • ‘En buena medida, tales cuestionamientos están basados en la percepción social de que los jueces resuelven por razones políticas y no jurídicas’.
  • ‘Lo cierto es que los tribunales constitucionales juegan un papel fundamental… Es innegable que una de las tareas más desafiantes que hoy enfrentan es recuperar y mantener la confianza de la sociedad: pilar de nuestra legitimidad’.
  • Para el ministro Zaldívar ‘ello implica repensar nuestra función en dos sentidos’.
  • ‘Primero, se requiere que actuemos en el margen de nuestras competencias (porque) la Constitución no ofrece respuestas correctas a todas las preguntas’.
  • ‘Por tal motivo —segundo—, debemos recalibrar nuestra función a la luz de los valores de la democracia. Lejos de investirnos como poseedores últimos de la verdad, la Constitución nos impone el deber de proteger los derechos a través del diálogo y la cooperación con los otros poderes del Estado, así como escuchando abiertamente las demandas de la sociedad’.

Necesariamente, Andrés Manuel, el diálogo entre poderes del que habla Arturo Zaldívar, solo puede ser un diálogo entre iguales. Pero no hay igualdad posible si dos poderes, por motivos políticos, pueden limitar, solo porque así lo decidan, los recursos de la corte suprema y de todo el poder judicial.

No es aceptable que dos poderes —ejecutivo y legislativo— piensen que conocen mejor las necesidades materiales del tercer poder, el judicial, y por lo tanto le quiten recursos de plano a capricho o por enojo, como el padre que castiga al hijo mal portado dejándolo sin dinero.

Andrés Manuel, tú y tu equipo sabrán qué necesita el gobierno federal para operar. Los diputados podrán calcular lo que ellos necesitan para hacer su trabajo. Pero lo que le hace falta al poder judicial solo lo sabe el propio poder judicial.

¿Que hay mucha gente en los pasillos de la corte suprema que quizá debería ser despedida? Eso lo sabrán solo ministros y ministras. ¿Que no deben tener comedores quienes integran la SCJN? ¡¡¡No vale la pena llevar el debate a semejante nivel de vulgaridad!!!

Ministros y ministras, magistrados y magistradas, jueces y juezas merecen un buen nivel de vida, tanto mientras trabajan como cuando se jubilan. Castigarlos con menos recursos ni es democrático ni es decente: ni es sano para la nación mexicana.

Vuelvo al ministro González Alcántara Carrancá: A juzgadores y a juzgadoras se les obliga a “un régimen de incompatibilidades y prohibiciones que les constriñen a una dedicación prácticamente exclusiva a la vida judicial, a diferencia, por ejemplo, de quienes laboran en la legislatura o el ejecutivo, quienes, además de los salarios que perciben, pueden generar un lucro adicional con sus actividades profesionales y académicas”.

¿Qué hay corrupción en el poder judicial? Sin duda, pero menos que la gigantesca del poder legislativo y, ni hablar, todavía menos que en el ejecutivo, donde el primer presidente verdaderamente honesto de México, Andrés Manuel, ha logrado eliminar a los deshonestos que operaban allá arriba en las estructuras burocráticas, pero que no ha podido controlar a quienes se ensucian allá abajo.

¿Juristas vendiendo tamales para sobrevivir, Andrés Manuel?

Querido presidente de México: Todavía puedes impedir que la Cámara de Diputados y Diputadas golpee tan fuertemente al poder judicial. Sabemos que te hacen caso en todo, y qué bueno, ya que una mayoría de legisladores y legisladoras son tan ignorantes.

Tu gobierno, presidente, ha sido histórico por tantas cosas que para bien han cambiado en México. Pero hay cambios para mal; el de empobrecer al poder judicial es uno de ellos. Lo peor es que mucha gente piensa que no se trata de un proyecto de ahorros bien pensado, sino nada más de castigar a juristas que no te han dado la razón en algunos proyectos.

Un ministro que en su época de magistrado estuvo contigo, presidente, en la peor crisis que sufriste, la del desafuero, dijo recientemente que en la corte suprema sus integrantes están convencidos de lo que hacen: “Nada nos va a doblar”.

El ministro Alberto Pérez Dayán añadió: “Si después de todo lo que suceda me voy a ir a vender tamales, ahí les mando el menú”.

Querido presidente López Obrador, no solo en Morena hay gente dispuesta a pelear y a sacrificarse por un México más justo. En el poder judicial también hay personas así, y son admirables. No tiene sentido que peleen con un luchador social histórico, como tú, Andrés Manuel.