Hay que tomar muy en serio la advertencia que de manera irónica hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el pasado 30 de junio en su conferencia mañanera acerca de que vienen cosas malas para el país: “Ánimo, que lo mejor es lo peor que se va a poner”.

Hay que aclarar que en más de tres años de su gestión, el presidente AMLO ha gobernado a través de la narrativa que utilizan la mayoría de los presidentes de corte populista en combinación con una cultura de comunicación del PRI hegemónico de los setenta, a través de mensajes cifrados.

¿Qué está viendo el presidente que los ciudadanos no vemos?

Primero, pareciera que el mundo populista creado por Donald Trump y Vladimir Putin empieza a desmoronarse. Trump enfrenta juicios graves como evasión fiscal e incitar la toma del Capitolio; y ambas cosas le impedirán que se pueda postular por el Partido Republicano a la presidencia para el 2024. El segundo, Vladimir Putin, enfrenta el rechazo de Europa y prácticamente de todo el mundo occidental por la invasión a Ucrania, además de un problema de salud que lo podría incapacitar de su ejercicio del poder.

También destaca la caída esta semana del primer ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, o la del presidente de Siri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, quien dijo que dimitirá de su cargo el 13 de julio, tras las protestas que sacudieron a ese país el pasado sábado. Otros países como Israel que dejó por el momento al ultraconservador Benjamín «Bibi» Netanyahu, la República Checa y Eslovaquia donde en 2019, Zuzana Caputova ganó las elecciones.

Otros mandatarios populistas puestos en la cuerda floja por protestas e inconformidades son: Turquía de Recep Tayyip Erdoğan; India, con Narendra Modi; Brasil con Bolsonaro (aunque las opciones no son nada buenas con la otra opción de Luis Ignacio Lula da Silva). Fenómenos similares ocurren en Nicaragua con Daniel Ortega, Venezuela con Nicolás Maduro, Hungría con Viktor Orbán o Argentina, con Alberto Fernández.

Factores en común

La mayoría de estos mandatarios son altamente conservadores y se escudan en visiones de izquierda o de derecha. La mayoría son cristianos-evangélicos y algunos rayan en el fanatismo. Todos usan como bandera el combate a la corrupción, no a través de las instituciones y la legalidad, sino bajo criterios personales que solo aplican a sus enemigos políticos.

Estos países cuentan con una oposición dividida e impotente de generar propuestas de gobierno, inmersa en el choque de polarización que se impulsa desde las altas esferas del poder.

El fracaso de los gobiernos similares al de él, ha puesto a AMLO con los pelos de punta, pues podría significar es el fracaso de su proyecto.

A AMLO se le acumulan promesas incumplidas y el deterioro del país ya genera protestas de la ciudadanía. Un sistema de salud colapsado, la seguridad en los peores niveles de la historia, graves deficiencias en todos los niveles de la educación; la economía mal y de malas, sostenida solamente en niveles de macroeconomía por las bases estructurales que dejó el “neoliberalismo” que tanto critica; freno en las telecomunicaciones donde se venía avanzando a pasos altamente competitivos; en el sector energético pasamos de la posibilidad de ser una potencia a ser un país dependiente y obsoleto, Pemex y CFE acumulan deuda y grandes carencias que han llevado a la petrolera al borde de una huelga generalizada y CFE con apagones en toda la república, además su bandera de lucha contra la corrupción y la impunidad, un enorme fracaso, esta administración ya rebasó por mucho a los gobiernos de sus antecesores que tanto critica.

En lo político, en las elecciones intermedias su partido perdió la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, la sociedad ignoró sus ocurrencias como la consulta para enjuiciar a los expresidentes y la revocación de mandato; su propuesta de reforma eléctrica no se aprobó y no pudo ganar carro completo en las últimas elecciones de este año.

A esto habrá que sumarle que investigaciones de las agencias de seguridad estadounidenses implican a Morena con organizaciones del crimen organizado y lo peor, declaraciones ministeriales de Genaro García Luna involucran a AMLO.

La reacción

Ante todos estos problemas, al interior y con sus aliados internacionales, la amenaza de que “viene lo peor” hay que tomarla muy en cuenta y hasta con preocupación.

AMLO decidió ir en contra de quien considera lo traicionó, el presidente del PRI nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, de quien, si tenía los elementos para enjuiciarlo, decidió utilizarlos hasta que se sintió traicionado y, en lugar de que la FGR se encargara, decidió mandar a alguien de las mismas características que Alito, a la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, para difundir videos y grabaciones.

La duda es: ¿por qué no actúa igual contra Alejandro Gertz Manero que ha sido evidenciado de igual forma, por videos y audios? De él solo dice que es “honesto”.

Se trata de una aplicación personal y discrecional de la procuración de justicia. Luego vienen otros casos de venganza contra Enrique Peña Nieto o la reapertura del caso Colosio.

¿Hasta dónde será capaz AMLO de comprometer la estabilidad del país con tal de satisfacer su ambición de poder?