Ante la desesperación viene la amenaza. Es un hecho que la reforma eléctrica no va a pasar y no sólo porque llevaría al país a lo más recóndito del subdesarrollo y la dependencia, cancelaría el desarrollo sustentable e incumpliríamos todos los acuerdos asumidos en la lucha contra el cambio climático.

Como lo comenté ayer en este mismo espacio, la reforma no pasará porque de aprobarse, se le estaría entregando un cheque en blanco a AMLO para obtener un poder omnímodo sobre las instituciones del Estado y, por supuesto, sería el acta de defunción de todos los partidos políticos, PAN, PRI, PRD e incluso de sus propios aliados, PVEM, MC y PT.

La amenaza mañanera

En su conferencia de esta mañana, AMLO sacó lo más rancio de su pensamiento al calificar como traidores a quienes voten en contra de su reforma: “y si hay un acto de traición, de que no se apruebe la reforma constitucional, que tiene que ver con el litio, vamos a buscar otras opciones, otras estrategias”.

No es la primera vez que el compañero presidente señala que quien no apruebe sus propuestas o se oponga a su interés, se debe considerar un traidor a la patria.

En febrero pasado dijo que los abogados mexicanos que defiendan a empresas extranjeras contra la reforma eléctrica cometerían traición a la patria. “Lo mismo los abogados, la misma estrategia, una vergüenza que abogados mexicanos estén de empleados de empresas extranjeras que quieren seguir saqueando a México, claro que son libres, pero ojalá vayan internalizando que eso es traición a la patria”.

AMLO lo dice muy bien, no ha engañado a nadie, lo malo es que no lo quieren ver. En junio de 2020, lo dijo claramente, o estás conmigo o estás contra mí: “no hay medias tintas. El gran liberal Melchor Ocampo decía: los liberales moderados no son más que conservadores más despiertos. Es decir, no hay para donde hacerse: o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país”.

Sin negociación

Ante la posibilidad de que su iniciativa sea rechazada, se “monta en su macho” y en la necedad de no negociar ni una sola coma a su proyecto, sin importar que con ello atente contra principios básicos de la democracia, como la negociación y el diálogo.

“Y no hay negociación, la única cuestión es que se están respetando los compromisos que se hicieron con anterioridad, es decir las concesiones que ya se entregaron se respetan” … y muy a su estilo insistió: “No, eso es politiquería, eso era lo que hacían antes, que se encerraban, negociaban en la cúpula, a espaldas del pueblo y siempre se ponían de acuerdo porque les iba bien a los de arriba, pero les iba muy mal a los de abajo. Ningún tipo de negociación que afecte al pueblo”.

Existen al menos dos puntos básicos en su negativa a negociar: primero, su nula vocación democrática. Para AMLO desde su visión mesiánica, él es quien sabe todo, el representante de la voluntad del pueblo y la única voz válida es la de él.

Segundo, le faltan argumentos para debatir y convencer de que su propuesta es la mejor. Durante todo su mandato, no ha ofrecido argumentos, fundamentos ni evidencia factual para defender sus ideas.

Contra molinos de viento

Su principal defensa es la del Quijote de la Mancha y su lucha contra los Molinos de Viento; “qué ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra”.

La locura de Don Quijote es similar en AMLO quien siempre tiene un “molino” para luchar: Universidades como el ITAM, Tec de Monterrey y ahora hasta la UNAM, estudiantes que se ganaron una beca en el extranjero, CONACYT; medios de comunicación, nacionales e internacionales; organismos autónomos, INAI, CRE, CNH, INE, organismos de la sociedad civil e internacionales, ONU, OMS, FMI, y naciones como España y Estados Unidos.

Para cuando sus dicharachos ya no funcionan, viene la amenaza y para ello tiene a su fiscal carnal, a quien instruye para amedrentar y en su caso ejecutar presión contra sus opositores, sean gobernadores, excolaboradores como Rosario Robles, personajes de la sociedad civil, como Mexicanos contra la Corrupción, empresarios, mexicanos o extranjeros, como Bimbo, Femsa, o las empresas extranjeras a las que acusa de rateras.

Así, en cada coyuntura, inventa un nuevo molino de viento contra el cual luchar y lanza su bomba de humo para cubrirse por no tener argumentos y evitar dar explicaciones ni resultados de su gestión.

Esto ya llegó a un punto en el que para los ciudadanos tampoco es negociable su falta de valor, de resultados y su responsabilidad frente al fracaso que ha tenido su gobierno. No puede esconderse tras molinos de viento para no dar respuesta a los cuestionamientos sobre sus propuestas, ni continuar evadiendo la corrupción rampante de su administración, la creciente inseguridad ni la crisis en el sector salud.