El secretario del trabajo declara en los foros de 40 horas que este cambio es profundo y requiere tiempo, aboga por que se haga gradual, esa es su misión en estos debates: dejar insertado el concepto de que no se puede realizar en este momento y que es necesario patear la reforma lo más lejos posible. Por su lado, los patrones dicen que llevarla hasta el 2030 ni siquiera es viable, su objetivo es alargar el proceso hasta el infinito y más allá.

El acuerdo está clarísimo entre las autoridades laborales y el sector patronal, ante la inminente decisión presidencial del cambio por las 40 horas, lo quieren alargar hasta después del sexenio.

De los patrones se entiende, siempre han estado esperanzados en que cambie el régimen político, que llegue un partido que arrope sus intereses, como sucedió durante los últimos 35 años de neoliberalismo, para ver si pueden revertir esta reforma con otra composición legislativa o incluso presidencial, y volver letra muerta esta decisión de afectar sus intereses con jornadas de 40 horas. Del secretario del trabajo sólo puede comprenderse de un acuerdo bajo la mesa, de sus jefes políticos, para bailar al ritmo patronal y brincar al gobierno de la 4T en el desarrollo de su política laboral.

Los legisladores tienen todos los elementos técnicos y económicos para definir la aplicación de la reducción de la jornada de 40 horas, ya hay muchas experiencias laborales, ningún país se ha caído al abismo, ni se a paralizado por alcanzar este derecho de los trabajadores, a pesar del canto de las sirenas patronal.

La gradualidad de las reformas laborales ha sido el modus operandi de los patrones y las autoridades laborales para convertir en letra muerta las reformas legislativas en la materia. Pongamos como ejemplo la ‘Ley Silla’, que acaba de entrar en vigor, se alegaba lo mismo cuando se debatió, no estamos preparados, necesitamos tiempo para saber cómo aplicará, no se puede, y por eso les dieron meses y meses entre el periodo de promulgación y la entrada en vigor, pero qué hicieron los patrones en el tiempo que pidieron para prepararse: nada, a nadie le importó, la idea central era borrar del imaginario colectivo este derecho, y así fué, una vez promulgada con bombos y platillos el tema se apagó, nadie se acordaba de esta ley hasta el 17 de junio, fecha en que entró en vigor, y que los medios hicieron eco y se revivió, pero sorpresa, todavía viene otro período de 180 días para que las empresas adecuen su documentación y el asunto nuevamente se irá al olvido, ya lo veremos en diciembre y el paso del tiempo, el asunto se olvidará, en las empresas no se cumplirá esta norma, la ley silla terminará siendo un bonito intento legislativo, porque al no haber inspección laboral y tener la mayoría de las empresas sindicatos charros, nadie reclamará, no va a pasar nada.

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Insistimos, el método se llama patear lo más lejos posible las reformas laborales, en lo cual están coordinados patrones y la Secretaría del Trabajo, para hacer letra muerta los derechos. La jornada de 40 horas está marcada con ese destino, para eso pusieron a este secretario del trabajo sus jefes políticos.

X: @riclandero |Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM