La economía de Japón sufrió una fuerte ralentización entre abril y junio al crecer un 1.4 por ciento a ritmo anual, afectada por el empeoramiento del consumo interno y de las exportaciones en medio de la crisis en la zona euro.


El dato del trimestre abril-junio está muy por debajo del registrado entre enero y marzo, cuando el producto interior bruto (PIB) nipón creció un 5,5 por ciento a ritmo anual, según una revisión al alza publicada hoy que actualiza en 8 décimas la cifra anterior.


Frente al trimestre precedente, la tercera economía mundial se expandió entre abril y junio un 0,3 por ciento, detalló el informe preliminar de la Oficina del Gabinete.


El frenazo de la recuperación económica nipona ha sido mayor del esperado por los analistas, que apuntaban a un crecimiento de entre el 2,2 y el 2,5 por ciento a ritmo anual y del 0,6 por ciento en relación al trimestre anterior.


Detrás de esta ralentización están los efectos de la crisis europea y su impacto en las exportaciones, que representan el 40 por ciento del PIB japonés y que en los últimos meses han perdido fuelle ante la caída de la demanda externa y la fortaleza del yen.


La apreciación de la moneda japonesa, considerada una divisa refugio, es uno de los grandes dolores de cabeza de las empresas exportadoras niponas, puesto que un yen fuerte recorta seriamente su competitividad en el exterior.


El de abril-junio fue el cuarto trimestre consecutivo de crecimiento de Japón, que pese al difícil contexto global espera mantenerse en la senda de la ‘recuperación moderada’ en los próximos trimestres, aseguró hoy en rueda de prensa el secretario de Estado de Política Económica, Motohisa Furukawa.


Sin embargo, Furukawa también advirtió de que el Gobierno ‘debe estar alerta a nuevos signos de deterioro de las economías extranjeras’, una de las grandes amenazas para la economía nipona.


La caída de la demanda en Europa y Estados Unidos ha hecho mella en la balanza comercial nipona, que además sufre la carga de un aumento de las importaciones de hidrocarburos por la paralización de la mayoría de las centrales nucleares del país tras el accidente en Fukushima, algo que ha obligado a aumentar el ritmo de las plantas térmicas.


Ello se tradujo en el mayor déficit comercial de la historia de Japón en la primera mitad del año, con un saldo negativo de 2,91 billones de yenes (30.250 millones de euros).


Además de las exportaciones, en la ralentización económica de abril-junio pesó el empeoramiento de la demanda interna, que aumentó solo un 0,1 por ciento a ritmo trimestral y un 0,6 por ciento a ritmo anual, el peor dato en cinco trimestres.


El consumo interno, que representa el 60 por ciento del PIB nipón, se ha visto afectado entre otras cosas por un debilitamiento de la demanda en sectores como el del motor a causa, según los analistas, de un menor impacto de las ayudas fiscales a la compra de vehículos menos contaminantes.


El gasto público, por su parte, creció un 7,2 por ciento a ritmo anual gracias principalmente a la reconstrucción de las zonas arrasadas por el devastador tsunami que el año pasado asoló el noreste del país, lo que ha supuesto una contribución del 0,3 por ciento al total del PIB de abril-junio.


El ritmo de crecimiento de Japón en el segundo trimestre del año estuvo ligeramente por debajo del de Estados Unidos, que creció entre abril y junio un 1,5 por ciento a ritmo anual, lo que reflejó a su vez una ralentización respecto al 2 por ciento de enero-marzo.


El PIB de China, segunda economía mundial, se expandió el trimestre pasado un 7,6 por ciento, por debajo del 8,1 por ciento registrado entre enero y marzo.


Para este año fiscal, que en Japón termina en marzo de 2013, el Banco de Japón (BOJ) prevé que la economía crezca un 2,2 por ciento.