Saltillo.- El Instituto Electoral de Coahuila (IEC), donde despachan satélites de dos de las figuras más siniestras y cuestionadas del grupo en el poder, contra las cuales existen demandas olímpicamente ignoradas por el Instituto Nacional Electoral (INE) y por la Procuraduría de Justicia del Estado, ha vuelto a incurrir en el error del primer debate: dar centralidad a los moderadores, en vez de a los candidatos al gobierno del estado. Ana María Salazar (contratada para el de Saltillo) y Carlos Puig (quien conducirá el del jueves próximo en Torreón) son magníficos periodistas, mejor preparados incluso que la mayoría de los aspirantes y sobre todo creíbles.

Ninguno de ellos vino a ofrecer sus servicios. El IEC los contrató, por iniciativa propia o para agradar a alguien. Pero como el perfil de los candidatos es de bajo a regular, los moderadores terminan por opacarlos a todos. Salazar, abogada por Harvard y la Universidad de California en Berkeley, experta en temas de seguridad nacional y seguridad pública, liderazgo y política exterior, colaboró en el Departamento de Estado de Estados Unidos, en el gobierno de Clinton. Puig, con mayor trayectoria en prensa escrita y electrónica, es licenciado en comunicación por la Universidad Iberoamericana, becario Nieman de la Universidad de Harvard, fue corresponsal de “Proceso” en Washington y creador de la Fundación “Prensa y Democracia México A. C., financiada por The Open Society Institute.

El tema es que un estado con las carencias económicas del nuestro —por la deuda, su servicio y otros devaneos— no puede darse el lujo de pagar a los moderadores mejor cotizados del país, al margen de su talento y resultados. Si se los contrata y su agenda se los permite y aceptan, vienen, cobran y se van. No hay nada de raro en esto. El problema es otro: el IEC pretende suplir su falta de brillo, capacidad, credibilidad e independencia con figuras que sí poseen esos atributos, y eso no funciona.

Como en el primer debate, la promoción para el segundo (4 de mayo a las 19:00 horas en el Teatro Nazas de Torreón) vuelve a ser insuficiente, casi nula. El IEC puede argumentar falta de recursos (económicos), lo cual es un sofisma, pues ¿cómo sí tiene para los moderadores? Si ese dinero se invirtiera en espectaculares y volanteo, por ejemplo, más personas sabrían del cara a cara y podrían interesarse en verlo. Igual pudo sustituir los anuncios que ya tiene con el tema del debate y el rostro de los candidatos. Con voluntad es posible hacer muchas cosas.

En la academia, en los medios de comunicación y en los organismos de la sociedad civil de Coahuila deben existir personas dispuestas a moderar debates sin cobrar honorarios, como una aportación a la democracia. Sin embargo, para lucirse y tratar de ocultar sus taras, el IEC invita a líderes de incuestionable prestigio, lo cual no sería imprudente si la situación financiera del estado fuera otra y no hubiera aquí gente capaz de moderar una controversia política. Los principales candidatos de oposición (Guillermo Anaya, Armando Guadiana, Javier Guerrero) han expresado dudas sobre la imparcialidad de la autoridad electoral. El virtual secretismo de los debates las confirma.

Si el público no manifiesta interés por este tipo de ejercicios se debe en gran medida a la rigidez de los formatos, pero sobre todo a un IEC medroso y anodino que no está a la altura de unas elecciones cruciales para el futuro de Coahuila. El INE debe considerar seriamente la posibilidad de atraer el proceso, como ya lo han planteado el líder del PAN, Ricardo Anaya, y el candidato de Morena.