En el transcurso de los tres días posteriores al recrudecimiento de las protestas en Washington, D.C. por el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Mineápolis, la Casa Blanca y sus alrededores se han transformado en una verdadera fortaleza.

De manera similar a lo ocurrido en México durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique peña Nieto, la sede del poder presidencial en EU -y residencia de Donald Trump-se ha convertido en una fortaleza prácticamente inaccesible para los ciudadanos norteamericanos.

El supuesto “símbolo de la democracia” norteamericana ubicado en el número 1600 de la avenida Pensilvania era hasta hace unos meses visitado por miles de personas al día, quienes posaban para tomarse fotos y convivir frente a la residencia.

Sin embargo, el recrudecimiento de las manifestaciones por el asesinato de George Floyd -que incluso llevaron a que Trump fuera llevado de emergencia al búnker subterráneo que se encuentra en la propiedad por espacio de una hora- han evidenciado aún más la separación entre el mandatario y sus detractores.

Pese a esta aparente muestra de debilidad, la base de apoyo de Trump muestra relativo apoyo a esta medida, señalando que se trata de un hecho llevado a cabo para “proteger” a los ciudadanos norteamericanos.

Trump ha insistido en que las cosas se mantienen con relativa normalidad, señalando en una entrevista llevada a cabo este miércoles en la cadena Fox News que la capital del país está en “gran forma”.

Fiel a su estilo, el presidente ha señalado una y otra vez que se necesita “ley y orden” en los Estados Unidos, por lo que llamó a los gobernadores de los estados en donde se han llevado protestas y saqueos a aplicar medidas punitivas contra los ciudadanos.

Pese a las barreras y a la fuerte presencia de miembros del Servicio Secreto, la DEA, la policía local y otras fuerzas federales, cientos de personas aún se congregan en los alrededores de la Casa Blanca para manifestarse contra la brutalidad policíaca que cobró la vida de George Floyd.