Las protestas y saqueos posteriores al asesinato de George Floyd a manos de agentes de policía de Mineápolis se han extendido por tercer noche consecutiva, en una escalada de violencia desatada, nuevamente, por la brutalidad policíaca e impunidad imperante en los Estados Unidos.

El agente de la policía Derek Chauvin fue quien presuntamente ejecutó de forma extrajudicial a Floyd, un hombre afroamericano cuyo presunto delito fue  haber sido acusado de intentar pagar en una tienda con un billete de 20 dólares.

Pese a que previamente se había argumentado que Floyd se había resistido al arresto, múltiples videos de la escena, incluyendo el que muestra su muerte por asfixia, muestran que el fallecido acató las órdenes de los oficiales.

Sin embargo, tanto el presunto asesino Derek Chauvin, como sus tres cómplices de la policía de Mineápolis, Thomas Lane, Tou Thao, y J. Alexander Kueng, no fueron detenidos, sino simplemente despedidos.

El propio alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, ha hecho un llamado público para que se arreste a Chauvin, quien asfixió a Floyd con su rodilla izquierda.

Entre los comercios saqueados durante las protestas, se encuentran una tienda Target, un restaurante Wendy’s, una tienda de autopartes Autozone, así como una casa de empeño y una licorería.

Por este motivo, el alcalde Jacob Frey solicitó la presencia de la Guardia Nacional en la ciudad, con el fin de detener las protestas que se extienden por 72 horas.

El gobernador del estado de Minesota, Tim Walz, firmó una orden ejecutiva para este fin, presuntamente para “proteger y mantener la paz” en su estado.

Un grupo adicional de 200 patrulleros estatales se unirán a la refriega, en un hecho que podría significar un aumento en la violencia que se ha incrementado en Minneapolis y que podría extenderse a otras partes de los Estados Unidos, de manera similar a lo sucedido en los disturbios ocurridos en Los Ángeles a principios de la década de los noventa, tras la golpiza contra Rodney King a manos de policías.