Después de un año por demás decepcionante en el cine de superhéroes, Marvel repite el fenómeno “Guardians of the Galaxy” sorprendiendo con una película de bajo perfil que se posiciona como una de las más divertidas del 2016, y la mejor del estudio en este año.
La historia nos muestra a Stephen Strange, quien es denominado como el mejor médico del mundo; toda su vida se entiende a través de su trabajo, lo cual ha elevado su ego tanto que, cuando por diversas razones ya no puede ejercer, todo su mundo se rompe. Es aquí donde decide buscar ayuda sin importar lo singulares de los métodos, cosa que lo llevará a descubrir que hay cosas más allá de lo que nosotros entendemos como realidad.
Esta premisa otorga una obra redonda; donde el fundamento de la misma nunca se pierde, al mismo tiempo que se nos introduce de manera más puntual el mundo mágico de Marvel, el cual ya había sido tocado por Thor; pero de manera un tanto superficial. Cosas como el misticismo, la concepción del espacio-tiempo, así como las artes ocultas son fácilmente digeridos gracias a las grandes actuaciones de todo el elenco; desde Benedict Cumberbatch como Strange, hasta Tilda Swinton como The Ancient One, esta última sorprende de gran manera, callando la polémica de su inclusión en la cinta, al no respetar el canon del cómic; donde es un anciano del Tíbet.
Otro punto a favor son los efectos especiales. Disney y Marvel no escatimaron recursos para mostrar toda la psicodelia de los diversas capas de la realidad; emulando esa estética hippie que siempre ha emanado del Hechicero. Es tal vez de esas pocas películas que en realidad se antojan ver en 3D, sólo por el deleite estético. De igual manera, el soundtrack captura esa esencia, aunque nos hubiera gustado que explotaran un poco más a los representes del género; se agradece la inclusión del Interstellar Overdrive de Pink Floyd, pero algo de Yes, The Beatles o la etapa Ziggy Stardust de Bowie hubiera dado más potencia a ciertas escenas.
Sí, el tan criticado “humor Marvel” está presente; pero afortunadamente fluye con lo que pasa en pantalla, sin romper los momentos de tensión u acción, lo cual hace que no se sienta recargada de chistes; cosa que sucedía con Civil War y que no agradó a un sector del público.
Lamentablemente, mantiene otro de los vicios del MCU: un villano intrascendente. Kaecillius carece de ese impacto que permita recordarlo como un gran personaje, si bien se deja de manera implícita su alineación al mal (que de hecho, no se le puede catalogar como propiamente malvado), nunca vemos un desarrollo como tal de su personalidad, dejándolo sólo como un personaje anecdótico; lo mismo sucede con Dormammu, el ente de otra dimensión no acaba de convencer del todo, más cuando limita su presencia en casi toda la obra.
La gran virtud de Doctor Strange y que la hace tan disfrutable es que no se toma en serio, a diferencia de casi todas las cintas del género que se presentaron en el año. Su objetivo no es presentar una épica, un collage de personajes o un choque de poderes; simplemente mostrar otra historia del monomito heroico con intención de divertir a la gente, aderezado con un poco del espíritu psicodélico de los 70.