Ya con un renombre labrado en Asia, en 1991 Final Fantasy se pone nuevas metas con la llegada del SNES y el desarrollo del que sería su título más ambicioso hasta ese momento, Final Fantasy IV.
Originalmente planeado para el NES, Final Fantasy IV modificó algunas cosas del gameplay de entregas previas, si bien los combates eran por turnos, aquí se integró el Active Time Battle. Mientras que en I, II y III, cada personaje (amigos y enemigos) esperaban pacientemente su momento para atacar; en esta entrega, los monstruos y villanos podían pasar a la ofensiva en cualquier momento sin previo aviso, lo mismo que los héroes. Este sistema ha sido una constante del juego, con excepción de la décima parte.
Siguiendo con esto, una vez más se hacen a un lado las clases; pero a diferencia de la segunda iteración, aquí los protagonistas tenían un trabajo ya asignado, con habilidades únicas, lo que permitía a los jugadores ahorrarse dolores de cabeza por encontrar un equipo equilibrado; aquí la estrategia se basaba en administrar de manera adecuada las características de cada uno de ellos, aunque con la particularidad de que no teníamos un combinado definido hasta casi el final del juego; fuera del protagonista, Cecil, los personajes iban rotando cada cierto tiempo, lo cual le agregaba variedad al juego. Otra cosa que hay que señalar es que por primera vez se aprendían las magias al subir de nivel, anteriormente se tenían que comprar en las tiendas para poder usarlas.
La estructura en el desarrollo de la narrativa seguía sin variar mucho, aunque tuviéramos un mapa para explorar, avanzar se limitaba a atravesar una serie de calabozos donde debíamos de derrotar al jefe en turno. Lo que volvía interesante esto y que no se sintiera repetitivo, era que la historia se desarrollaba en tres escenarios diferentes; Final Fantasy III entregó algo parecido, pero fue en el IV y gracias a la potencia del SNES que se pudo expandir este concepto en varias maneras.
Sin embargo, donde la innovación se dejo sentir más fuerte fue en la historia. Los personajes, tanto principales como secundarios estaba mucho mejor desarrollados, con varias dimensiones en cuanto a su tratamiento. Muestra de ello es que este es el primer Final Fantasy que toca el tema del amor (aunque no es lo principal), al explorar la relación entre Cecil, Rosa y Kain; así es, el primer triángulo amoroso de la serie, que tiene un gran peso dentro del desarrollo de la historia.
Pero más allá de esto, la temática fuerte de Final Fantasy IV es la redención. El juego explora el concepto en su forma más puntual, muestra de ello es que Cecil en un inicio es un Caballero Obscuro, varios eventos lo llevarán a replantearse su naturaleza para convertirse definitivamente en un Paladín; esto se extiende al resto del elenco, quienes muchas veces caen en prejuicios y malas prácticas, para posteriormente caer en cuenta de su error y tratar de remediarlo (Kain, quien busca quedarse con Rosa, o Rydia, quien culpa a Cecil de sus males al inicio del juego).
Y bueno, no hay que hablar de los logros técnicos que representó para la época; los escenarios eran mucho más grandes, detallados y coloridos, contaba con mejores efectos visuales y Nobuo Uematsu pudo crear melodías más complejas gracias a la arquitectura de la máquina de Nintendo.
