Dentro del mundo del anime y manga, una de las series que ha causado furor desde hace unos años es Attack on Titan, cuya historia y personajes que han vuelto un referente entre los fans alrededor del mundo. Por ello no es de extrañar que hace unos años se produjeran un par de películas live-action, que recorre el primer arco de la saga. Aunque esto en el papel luce como algo interesante, el resultado es por demás lamentable.

Lo primero que deben de saber los fans es que este par de películas hacen a un lado gran parte de la historia y personajes que se conocen; en su lugar, los realizadores optaron por un acercamiento original. Así, tenemos a los tres amigos de la infancia, Eren, Mikasa y Armin, quienes un día deciden que quieren ir más allá del muro que protege el lugar donde viven; principalmente el protagonista, quien piensa que la historia acerca de titanes que arrasaron con la humanidad es una simple fábula para asustar a la gente. Sin embargo, un ataque intempestivo le mostrará que estaba en un error, centrándose a partir de ese momento en acabar con la amenaza.

Si bien la trama luce atrayente, el desarrollo es por demás plano y extremadamente rápido, sin tiempo a que se establezcan bien los personajes, sus motivaciones y sub-tramas. Las interpretaciones tampoco ayudan a mejorar alguno de estos aspectos, en su mayoría tenemos actuaciones igual de grises, que rayan o en la carecía de expresiones o en la sobreactuación; esto hace que el espectador no logre conectar del todo con los protagonistas.

A esto hay que sumar los efectos especiales paupérrimos; sabemos que en Japón no se tiene una industria del cine tan espectacular  (en términos live-action) como en Estados Unidos; no obstante, una producción como Attack on Titan, necesitaba un presupuesto holgado en ese sentido si se quería demostrar lo imponentes de lo titanes, cosa que nunca se logra; acercando a la obra a una película Serie B que a una supuesta superproducción asiática.

Esto se nota sobretodo en los momentos dramáticos, que más que causar un impacto, dan risa; por lo mal ejecutados que resultan.

El problema también deriva en que se quisieron adaptar gran parte de los capítulos de la serie y el manga en 3 horas (sumando la duración de las dos películas); una labor igual de titánica que los villanos del filme. El riesgo era, precisamente, que de no tener un cuidado suficiente, el producto final carecería de calidad.

Otro punto a señalar, y que no juega a favor, es que llega a México con un par de años de retraso; por lo que muchas personas interesadas ya pudieron ver las cintas por otros medios; y crear su propio criterio al respecto. Algo extraño pues en épocas recientes, las distribuidoras tratan de traer este contenido en el menor tiempo posible, con una distancia de meses; un año por mucho.

Al  final, Attack in Titan no es una película recomendable, ni para fans, ni para el público en general, pues no acabará de agradar a ninguno de los dos sectores.