Sin lugar a dudas, Batman es uno de los personajes más famosos de la ficción universal; el personaje de DC Comics a acuñado, a lo largo de sus más de 75 años de historia, una legión de fans y seguidores como ninguna otra figura heroica. Pero, ¿qué hace tan importante a Bruce Wayne? ¿Por qué es tan querido por personas alrededor del mundo?

Las respuestas pueden ser varias, sin embargo, lo que moralmente represeta es tal vez lo que lo ha elevado por encima de muchos otros personajes. Batman, antes que cualquier otra cosa, es un ser deontológico, es decir, un ser de valor absoluto; alguien que está dispuesto a seguir la norma moral sin importar las consecuencias de esto.

Para aclarar el punto, primero definamos lo qué es la deontología. Se le llama así a la corriente filosófica que establece al deber y la mencionada norma moral, como el fundamento de las acciones éticas (en términos positivos) del ser humano; donde este, de manera racional, fundamenta el curso de su vida en la acción moral misma, no en sus posibles consecuencias o causas (sean estas buenas o malas). Esto en base a una legislación universal y despersonilizada; máximas que valdrán lo mismo no importando el tiempo o espacio en que se den.

Así, este sujeto acatarán la ley moral no por un sentido de bienestar propio, reconocimiento o posible ganancia en un sentido extraterreno (para ganarse el cielo, por ejemplo); sino porque eso es bueno en sí mismo y es su deber, como ser humano racional, seguir ese camino.

Si nos fijamos en las acciones de Batman, este hace todo por ese sentido moral; el ejemplo más claro es que no mata, porque racional y moralmente eso no es lo que se debe de hacer, sin importar el contexto o la posibles consecuencias; a pesar de que se ve tentado a hacerlo en más de una ocasión, sobretodo cuando el Joker entra en la ecuación.

Esto trae como resultado que sea un héroe solitario; ¿por qué? Por que nada le asegura que sus posibles compañeros puedan seguir su curso de acción, de ahí que sus únicos ayudantes sean jóvenes, pues estos pueden ser educados en ese sentido; es su deber como sujeto moral enseñar la forma correcta de actuar a los otros, no importando lo irresponsable que pueda ser poner a un adolescente a pelear en contra de villanos como Dos Caras o El Pinguino.

Asimismo, lo vuelve alguien desconfiado. Batman no es ingenuo, sabe que el mundo no se basa en la deontología, por ello es que no puede encontrar compatibilidad con casi ninguna persona; llegando a cuidarse de sus propios amigos, pues los ve como potenciales amenazas, al no estar adecuados a la ley moral. Es su deber como sujeto moral, cuidar que esos superhéroes no causen ningún daño a los demás.

Esto, queridos amigos y amigas, es una parte importante de lo que significa ser Batman; más allá de los gadgets, el dinero o la posibilidad de pelar contra Superman.

Moralmente (y parafraseando la sabiduría de internet), pueden ser lo que quieran, pero si pueden ser Batman, elijan ser Batman.