Científicos de la Universidad de Surrey, en Inglaterra, afirman haber descubierto la ubicación física de la conciencia, el producto más complejo de la actividad nerviosa del organismo humano.

Ese lugar, contrario a lo que se podría pensar, no está en el cerebro, señala el estudio publicado el pasado mes de septiembre en la revista Neuroscience of Consciousness.

El humano ha pasado siglos intentando descubrir qué es y dónde se ubica la conciencia humana. Las primeras teorías solían basar sus explicaciones en lo sobrenatural, sugiriendo que los humanos y probablemente otros animales poseen un alma inmaterial que confiere conciencia, pensamiento y libre albedrío, capacidades de las que carecen los objetos inanimados.

En la actualidad, la comunidad científica ha descartado este punto de vista, conocido como dualismo, para adoptar un punto de vista "monista" de la conciencia científica generada por el cerebro mismo y su red de miles de millones de nervios.

Con este nuevo estudio, Johnjoe McFadden, profesor de Genética Molecular en la Universidad de Surrey, plantea una nueva teoría científica de dualismo basada en la diferencia entre materia y energía, en lugar de materia y alma.

Así, McFadden sostiene que la energía electromagnética producida en el cerebro por la actividad de las neuronas da pie a que la materia cerebral cree nuestra conciencia y nuestra capacidad de ser conscientes y pensar críticamente.

Dicho en otras palabras, el experto afirma que la conciencia es de hecho el campo energético del cerebro.

El estudio detalla que la teoría se basa en hechos científicos: cuando las neuronas del cerebro y el sistema nervioso se activan, además de enviar la señal eléctrica familiar por las fibras nerviosas en forma de alambre, también envían un pulso de energía electromagnética al tejido circundante. 

Esta energía, a la que no se suele tomar en cuenta, lleva la misma información que las descargas nerviosas, pero como una onda de energía inmaterial, en lugar de un flujo de átomos dentro y fuera de los nervios.

Este campo electromagnético es bien conocido y puede detectarse mediante escaneos cerebrales como el electroencefalograma (EEG) y la magnetoencefalografía (MEG), pero anteriormente se había descartado como irrelevante para la función cerebral.

McFadden propone que dicho campo electromagnético, rico en información del cerebro, es de hecho el lugar donde reside la conciencia, impulsando el ‘libre albedrío’ y las acciones voluntarias.

La teoría también explica por qué, a pesar de su inmensa complejidad y funcionamiento ultrarrápido, las computadoras actuales no han desarrollado indicios de conciencia; sin embargo, se espera que con este descubrimiento se allane el camino hacia el desarrollo de inteligencia artificial consciente, con robots que tengan la capacidad de pensar.

Con información de Neuroscience News