Los sismos más devastadores en la historia tienen algo en común: son antecedidos por un extraño tambaleo en la Tierra, según descubrió un grupo de geocientíficos, cuya investigación fue publicada recientemente en la revista Nature.

Los científicos estudiaron señales registradas en Chile y Japón, que capturaban el movimiento antes del terremoto magnitud 8.8 ocurrido en Maule, en 2010; y el sismo magnitud 9 con epicentro en Tohoku-oki, en 2011, que produjo a un devastador tsunami y el colapso nuclear de Fukushima.

El equipo de investigación está conformado por especialistas del GFZ German Research Center for Geosciences y la Universidad Libre de Berlín, en Alemania, junto con científicos de Chile y Estados Unidos.

¿Dónde se registra el extraño "tambaleo"?

Con base en análisis geodésicos de última generación, los especialistas detectaron una vasta región de la superficie de la Tierra, a escala de mil kilómetros y cercana al límite de la placa, que alterna su sentido del movimiento durante un período de varios meses que condujo directamente a ambos terremotos.

Los científicos explicaron que ambos movimientos telúricos ocurrieron en el borde del Pacífico donde las placas oceánicas se sumergen bajo la corteza continental en un proceso llamado subducción.

¿Cómo descubrieron el patrón en común?

En Japón, los investigadores cuentan con una densa red de estaciones permanentes -que es rastreada por los sistemas mundiales de navegación por satélite (GNSS) con gran precisión- para observar la velocidad y la dirección en que se mueve el suelo.

Aunque en Chile la red no es tan densa, puede rastrear la mayor parte de la placa continental deformante.

Por lo general, las estaciones en tierra se alejan ligeramente de la trinchera de subducción a medida que la corteza continental se comprime y se acorta, pero al estudiar la serie temporal de señales GNSS, los investigadores encontraron una inversión de dirección.

En otras palabras, las estaciones se movieron repentinamente hacia la trinchera de subducción, es decir, hacia el océano abierto, y luego volvieron a invertir su dirección nuevamente a su movimiento normal. 

Poco después de la segunda inversión, el subsuelo se rompió y ocurrieron los grandes terremotos, destaca el estudio publicado por Nature.

Con información de DPA.