Gerard Butler no ha tenido un buen mes, su currículum suma dos cintas mediocres. La primera, una interpretación totalmente digerida de la mitología egipcia y que muy probablemente ni el elenco vio en pantalla grande. Aún sin recuperarse el actor se involucra en un filme que intenta hacer una franquicia de explosiones y actuaciones acartonadas.
Esta vez la aventura se sitúa en Inglaterra, donde el presidente hace una visita oficial que se fue al diablo. Butler tiene como tarea imitar a Bruce Willis e intentar dar una actuación. Desafortunadamente no logra absolutamente nada, ni una actuación medianamente creíble.
Técnicamente es muy similar a un filme estudiantil ambicioso de bajo presupuesto, tanto explosiones como disparos son manipulados, nos hace pensar en adolescente con mediana experiencia en software 3d.
Aléjate de esta película lo más pronto. No vale la pena. Espera verla en un autobús foráneo.