Originalmente estrenada en enero de este año, por fin llega esta cinta que nadie, absolutamente nadie pidió. Esta es la historia de Bye Bye Man, una entidad maléfica que sólo puede aparecer cuando lo nombran por lo menos UNA VEZ, así que no existe escape alguno (aun al leerlo o pensarlo ya cuenta como entrada para este ser) desafortunadamente las víctimas de este cliché de terror son tres adolescentes que acaban de rentar una mansión -¿cómo lograron tener el dinero para rentar algo así?- de inmediato son víctimas de sucesos extraños y nos hace investigar más sobre el tema -aparentemente en Wisconsin no existe Internet sólido e ir a la librería es lo normal-  para encontrarse con un colorido bibliotecario que sabe todo sin razón alguna sobre esta entidad. Hasta este punto la película solo demuestra una cosa: es una verdadera basura atrapa adolescentes.

Este proyecto es una burla al público interesado en este género, desde la dirección de su encargada Stacy Title que hace del oficio una burla desde su primer encuadre y dirección actoral.

El elenco es quizá lo peor del proyecto, contratar actores sin experiencia en ocasiones es un reto para el realizador al momento de sacar emociones empáticas al público, en este filme parece todo lo contrario. Los efectos especiales son de 1995 la aparición de un perro diabólico que tiene LEDS en los ojos es lo más bajo que pudieron hacer.

Esta es la definición de asalto cinematográfico, es un señuelo para adolescentes deseosos de ver una cinta de terror sin fundamentos. El peor de los casos es que no provoca un verdadero susto, es otra cinta aburrida con jóvenes adultos diciendo diálogos de forma monótona.

Nunca digas su nombre debe de morir sin que nadie la vea, debemos de unirnos y nunca nombrar esta abominación fílmica. Aléjate lo más rápido posible de este ataque a la inteligencia del público interesado. No la veas.