El Barça no ha podido pasar el empate a cero en Málaga, donde ha disputado el peor partido desde que se iniciara la temporada. Un encuentro con demasiados choques, sin ritmo y, lo que es peor, en el que los catalanes han sido incapaces de disparar entre los tres palos de la portería de Kameni, que ha sido poco menos que un espectador de lujo y volvió a jugar en lugar de Guillermo Ochoa que, como Raúl Jiménez con el Atlético de Madrid, volvió a ser banca.

El partido se jugó con césped en pésimas condiciones. La Rosaleda ha sido un suplicio para el Barça. Obligado a mascar tierra esperando que el segundo plato fuera mejor que los entremeses, el equipo de Luis Enrique ha vuelto a encontrarse una copia de los partidos frente al Apoel y el Levante, con un rival atrás y con la única intención de sorprender en alguna contra, como el que nació en el minuto siete con un pase largo de Kameni a Amrabat que solventó bien Claudio Bravo.

Es ese un escenario que el Barça deberá acostumbrarse a sufrir en el noventa por ciento de los encuentros, de modo que sería bueno que comenzara a estudiar el modo de romperlos como hizo en Valencia.