Los cargos públicos siempre van acompañados de una toma de protesta donde el compromiso de cumplir las funciones termina siempre con “y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande”. Desgraciadamente, vivimos por décadas en un país donde esa frase no era más que retórica. ¿quién le demandó a Calderón los miles de víctimas de la guerra contra el narcotráfico?, ¿quién a Fox, los Bribiesca o la “estafa de luz”? Y si a los presidentes nadie les ha demandado, a los del pasado y a los del presente, el resto de los funcionarios se van mucho peor, con las manos sucias y con la entera tranquilidad de que nadie les va a reclamar nada.

Porque la demanda tiene en su razón de ser el castigo y la reparación del daño, lo que la separa del simple vituperio. Podemos desgastarnos en lanzar a los que nos ofenden un montón de insultos, sin que ello nos genere beneficios al no haber canales para obligarlos a restituir lo que han hecho. Es preciso que estos canales existan, para poder decirle a un funcionario “no lo estás haciendo bien” o “lo hiciste francamente pésimo”.

Hace poco la bancada de Morena en el Senado presentó una reforma para la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que le permitiría cesar al titular en caso de incumplimiento de sus funciones, aunado a otras medidas para evitar que los familiares ocupen cargos de primer nivel y reafirmar la autonomía de la institución. Se plantea la creación de un Consejo Electoral que efectúe votos públicos para sancionar posibles desviaciones.

El asunto viene a cuento, luego de que la llegada de Rosario Piedra Ibarra fuera criticada por la bancada panista, y se insistiera en deslegitimar su elección. La gente sabe que las críticas a la Comisión han respondido a fines partidistas que no han reflejado las nociones reales del trabajo en favor de derechos Humanos. En otras palabras, y como sucede en todo el gobierno, se están agarrando de lo que se puede para dar patadas de ahogado. Pero dentro de todo hay un lado positivo, pues las presiones partidistas están generando los canales, vías e instituciones para evitar en el futuro sinrazones que pongan en entredicho las labores de los funcionarios y para garantizar a la ciudadanía el control de sus acciones en favor de México.

La CNDH no es cualquier institución, se trata de un organismo autónomo que funciona como uno de los principales contrapesos para las autoridades, pero también para otros poderes como los de las grandes compañías, el crimen organizado, instituciones, entre otros. Debe dar resultados a la sociedad no como una forma de demostrar autonomia y libertad de criterio, sino en cumplimiento de su responsabilidad constitucional, que en caso de incumplimiento, puede ser exigible y reclamada.

La Comisión defiende a las víctimas en las violaciones a sus derechos humanos, lo que implica un gran compromiso y apego a la ley. Por eso, la ombudsmanpersons debe reafirmar en su andar diario, en los hechos, que encabeza una institución que no obedece a intereses partidistas o políticos, sino que actúa en bien de la sociedad. Esa es la mejor forma de cumplirle a México.