En días reciente acompañé a José Guillermo Medina Álvarez a la sede de la legación diplomática de la República Federal de Alemania a efecto de hacerle llegar  al excelentísimo embajador Peter Tempel copia de la denuncia por la asignación directa del contrato de construcción de la plataforma de la planta automotriz de la firma “AUDI” y que fuera presentada el pasado tres de junio en la oficialía de partes del Honorable Congreso de Puebla; lo anterior con el deliberado propósito de demandar sus buenos oficios a efecto de que el procedimiento en cuestión se siga con plena sujeción a la ley.

De suerte y manera tal, que, de encontrarse la referida firma germana libre de toda conducta ilícita, pueda gozar plenamente del buen nombre que le asiste, o bien, en caso contrario, se tomen las medidas que al efecto se establecen tanto en la legislación local del estado de Baviera, oficina central de la compañía en cuestión, como en la legislación correspondiente de la República Federal, como en las disposiciones estatutarias de la Comunidad Económica Europea; y que sancionan las prácticas corruptas de las firmas empresariales europeas en el extranjero.

Peter Tempel recibió el beneplácito de la Secretaría de Relaciones Exteriores por las cartas credenciales que lo acreditan como jefe de la misión diplomática de la República Federal Alemana en nuestro país el pasado mes de noviembre, lo cual deja de manifiesto que su designación obedece al cálculo preciso del jefe de la diplomacia alemana Sigmar Gabriel, de representar los intereses germanos ante el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Resulta digno de destacarse que el flamante embajador ante el gobierno de México, había estado previamente acreditado en la misión ante el Palacio de la Monclova en Madrid lo que denota que es un conocedor de la cultura de habla hispana, habiendo desempeñado en un momento previo hasta donde tengo entendido, como jefe de misión ante el palacio de Planalto, por lo que, adicionalmente, ha de entenderse que se encuentra plenamente entendido en la promoción de los intereses alemanes en América Latina, siendo los principales ejes de dichos intereses, Brasil y México y particularmente en el caso de nuestro país los que al efecto se encuentran domiciliados en Puebla.

El contrato  para la edificación de la plataforma de la firma automotriz “AUDI” en San José , Chiapa, Puebla por un monto de mil ochocientos millones de pesos, fue signado a nombre del estado de Puebla por el entonces titular de la Secretaría de Infraestructura José Antonio Gali Fayad, quién posteriormente alcanzaría la titularidad del gobierno local; y  se otorgó a la empresa “Desarrollos Inmobiliarios Santa Fe SA de CV”, que resulta del todo desconocida para el gremio de constructores en la entidad.

Por lo demás, resulta digno de mencionarse el hecho de que, en  todo contrato, los suscribientes están obligado a declarar los generales que constituyen lo que al efecto ha sido denominado por los tratadistas del Derecho Civil desde los tiempos de Marcel Planiol como los “atributos de la personalidad”, entre los que destaca el domicilio, declaración que fue omitida en la especie por la empresa constructora en el contrato en cuestión, siendo representada en dicho acto por el C. Eduardo Álvarez Rodríguez, quien al parecer es un modesto conductor de trailer.

En fechas recientes, la firma “AUDI” ha sido objeto de pesquisas policiales y encausamientos procesales ante la justicia alemana, habiendo sido incluso procesado su director ejecutivo Rupert Stadler; escándalo al que en breve lapso se habrían sumado otros tantos concernientes a las oficinas centrales de VW, e incluso del Deutsche Bank inmiscuido en sórdidos casos de falsificación de sus balances contables.

Escándalos que se acumulan en un momento en el que parece declinar la estrella política de la Canciller Angela Merkel, y que se erigen en un océano agitado cuyas repercusiones en nuestro país y particularmente en Puebla, pueden resultar en extremo delicadas, rememorando incluso, salvando todos las proporciones del caso, las andanzas en la etapa previa a la guerra del clan Krupp, cuya firma por lo demás también tiene asentada una planta industrial en Puebla, y que tendrían vida en el material formidable de la trama de la inmortal cinta de Luchino Visconti “Los Malditos”.

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