No hay día que no tengamos noticias de violencia, muerte, asesinatos, desapariciones, violaciones o feminicidios a lo largo y ancho del país, el escuchar noticias, leer periódicos o abrir las redes sociales non enmarcan en una realidad que nos envuelve en el miedo. Tal parece que todo está calculado para que vivamos en una sociedad llena de miedo y nos encerremos en cuatro paredes para que los demás que encabezan al crimen organizado y la mafia corrupta hagan las cosas a su antojo.

El robo y el asalto a mano armada, la impunidad de la delincuencia en el transporte en general o la inseguridad en las carreteras, son una constante, ya no se diga lo que sucede con el robo a casas habitación y la necesidad de que los habitantes de colonias y unidades habitacionales se organicen para defender lo poco que tienen. Para la gente ya no hay seguridad, desde el bolso de mano, la cartera o el celular u otros objetos de adorno, son parte de lo que quieren las bandas de delincuentes solapadas por la ineptitud de un gobierno en total pudrición.

Pero también los cuerpos policiacos contribuyen al delito, pues los altos mandos en vialidad o tránsito y patrullas o motociclistas, tienen que cubrir una cuota diaria que va a parar a las arcas de los funcionarios corruptos que se enriquecen a costa de la degradación y la agresión solapada y cínicamente ofenden a los ciudadanos. No tienen credibilidad los cuerpos policiacos , por más que sus "jefes" se esmeren en campañas de imagen o paguen publicidad, la realidad es que hay una enorme desconfianza en aquellos que integran o comandan a las policías del país.  La degradación de la justicia se acompaña de quienes están en el ministerio público o en la investigación y posterior aplicación de una justicia que no existe. La pus brota en todas las oficinas ministeriales y en los tribunales. La impunidad es su carta de presentación en todo su esplendor y a la vista de todos.

El sistema político mexicano ha dejado de funcionar, incluso para garantizar la elemental convivencia, las reglas básicas de respeto se rompieron y se desmantelo la supervisión y el control de cómo y en qué forma actúan los servidores públicos que deben garantizar la elemental seguridad. A esta situación ya no escapan las ciudades medianas o municipios que antes eran una esperanza de vida y paz dentro de lo que se podía vivir, es decir, dentro de la pobreza había respeto a los otros y el cuidado de vecinos y familias era fundamental. Hoy el miedo a la denuncia o a la venganza son un constante sufrimiento personal o colectivo.

La caída del sistema político mexicano es ya un hecho, pues desde las altas esferas de poder se mandan mensajes de impunidad, lo mismo se expresa en el robo a manos llenas de los recursos públicos, que en el abierto fraude electoral y la consecuente impunidad de los delincuentes protegidos por las instituciones que supuestamente deberían procurar equidad, vigilancia y justicia. El sistema político mexicano ya no es garantía de procesos transparentes y tampoco tiene la confianza de la sociedad en su conjunto. Por el contrario, el desgaste acelerado de las instituciones pone en peligro todo tipo de cambio democrático y nos arrastra a una sociedad dominada por bandas organizadas, ya sea en partidos políticos que firmaron pactos contra México o en políticos y empresarios que se confabulan para delinquir y violar la ley con tal de mantener el poder y seguirse enriqueciendo a manos llenas con toda la impunidad y la maldad en todos sus actos.

Un sistema político agotado y putrefacto y un gobierno corrupto e inepto, no son ya garantía para dirigir los destinos de una nación con grandes riquezas naturales y humanas. Más aún, deben irse o mejor dicho debemos sacarlos y quitarles todas sus prebendas y privilegios. ¡Que se vayan todos los delincuentes, mafiosos y corruptos del PRIANRD y sus cómplices que tanto daño le han hecho a esta sociedad que hoy vive en el miedo y en la incertidumbre. ¡No nos dejemos y construyamos las herramientas de la transición urgente!

Reflexiones. Qué pena da el gobierno de Enrique Peña Nieto en los foros internacionales, junto a su gabinete y al dizque secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso, nos han puesto en ridículo, ya sea en la OEA, la ONU, la CEPAL o ante organismos de Derechos Humanos. Cada vez que abren la boca en el extranjero, es para decir estupideces y hablar de un país que existe en su mente, pero que no es la realidad que se vive. Se atreven hablar de Venezuela y como fieras se lanzan contra el proceso bolivariano. Son farol de la calle. El mundo debe saber que no nos representan y que Peña Nieto apenas alcanza el 10 por ciento de la aprobación en su gestión. Puebla, CDMX, Morelos, etc. preparan ya grandes movilizaciones contra la violencia y el mal gobierno. ¡APOYEMOS!

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