Hoy día es muy común que se hable de la depresión, que se den distintas opiniones o se escuche cualquier tipo de información y hasta que se niegue su existencia como enfermedad mental. Pero ¿qué es la depresión? Ya desde la época de los egipcios se encuentran registros de síntomas que podrían corresponder a la depresión. Se trata de un trastorno mental que afecta alrededor de 300 millones de personas en el mundo. La puede padecer desde los niños hasta los ancianos y tanto hombres como mujeres, independientemente de la cultura, costumbres, religiones. Profesión o estrato social. Es la principal causa de incapacidad laboral o escolar y afecta a todo el entorno de quien lo padece. La depresión tiene muchas formas de manifestación, pero la más importante es una tristeza constante, además del desinterés por sí mismo y por su entorno. La pérdida de interés se refleja en una falta de motivación para realizar actividades que en otro momento pudieron ser importantes para la persona. También puede manifestarse como un estado de baja tolerancia e irritabilidad, siendo esto más común en niños y adolescentes. En muchas ocasiones a la depresión se le confunde con apatía o tristeza, considerándose que es un sentir pasajero. Entonces, ¿cuándo hablamos de depresión? Si alguien experimenta falta de placer (anhedonia) y tristeza por más de dos semanas continuas, con un impacto negativo en el funcionamiento de la persona, hay que pensar en la depresión. Los síntomas de la depresión también pueden incluir: el deterioro en la calidad del sueño, una disminución y desinterés por el cuidado personal tendiendo al abandono, se reduce el apetito, disminuye la interacción social, la actividad sexual y lo más importante, pueden generarse ideas de muerte.

La depresión puede ser producida por distintas causas, las más frecuentes son por factores externos como la pérdida de un ser querido o encontrarse sometido a niveles altos y permanentes de estrés. También se puede generar por la frustración, problemas socioeconómicos, cambio de rutinas o residencia, condiciones como el embarazo o parto, cambios en la alimentación, consumo de alcohol o drogas, estar expuesto a agresiones o daños psicoemocionales importantes o diversas enfermedades sistémicas. Una vez que se inicia el desarrollo de la enfermedad, es difícil que revierta de manera espontánea, por lo que se hace necesaria atención medica psiquiátrica para establecer de qué tipo de depresión se trata y su nivel de profundidad.

A nivel biológico, la depresión es causada por cambios en las neuronas que sufren de inflamación alterando la comunicación entre ellas. También se presenta un desajuste en las sustancias o neurotransmisores encargados de enviar mensajes de una neurona a otra. En este sentido es necesario restablecer el ambiente químico neuronal para que el paciente pueda recobrar su función cerebral. Como sucede con otro tipo de enfermedades, no es posible tratar la depresión sin los medicamentos adecuados. Los remedios caseros, las terapias tradicionales, la magia o la mera fuerza de voluntad no son opciones de tratamiento y solo pueden empeorar la enfermedad.

Recordemos que uno de los problemas más importantes de la depresión es el riesgo de muerte. Se calcula que al año mueren cerca de 800 mil personas en el mundo por suicidio relacionado a la depresión. Con todo este contexto podemos establecer que la depresión es una enfermedad seria, de alto riesgo y que requiere atención inmediata.

Ya que el problema esencial de la depresión se encuentra en las neuronas, es importante destacar que también se afectará la capacidad de aprendizaje, memoria y concentración. Los niños o jóvenes pueden presentar serios problemas de rendimiento escolar o de reprobación. En este sentido, es importante destacar que el tratamiento médico es necesario y eficaz. Existen numerosos profesionales de la salud mental que, mediante un trabajo interdisciplinario, pueden determinar el tipo de tratamiento farmacológico o de intervención psicoterapéutica acorde a las necesidades de cada persona. El rechazar un tratamiento por considerarlo “para locos” o dañino por desconocimiento, mala información o estigma social, puede entorpecer las opciones de recuperación, además de incrementar el riesgo importante de recaídas.

Rompamos el estigma, difundamos información veraz y relevante. La depresión es tratable y no hay tiempo que perder.