29 de abril de 2024 | 07:45 p.m.
Opinión de Verónica Malo Guzmán

Marcelo Ebrard está fuera

La caída de un vagón no fue accidente. Marcelo Ebrard debe despedirse del 2024. Hoy las corruptelas regresan a cobrarle factura.
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"Cryin' on the corner, waitin' in the rain<br>I swear I'll never, ever wait again<br>You gave me your word but words for you are lies<br>Darlin' in my wildest dreams, I never thought I'd go<br>But it's time to let you know, oh<br>I'm gonna harden my heart<br>I'm gonna swallow my tears<br>I'm gonna turn and leave you here<br>(Llorando en la esquina, esperando bajo la lluvia<br>Te juro que nunca, nunca volveré a esperar<br>Me diste tu palabra, pero las palabras para ti son mentiras<br>Cariño, ni en mis sueños más salvajes pensé me iría<br>Pero es hora de hacértelo saber<br>Voy a endurecer mi corazón<br>Me voy a tragar mis lagrimas<br>Voy a dar la vuelta y dejarte aquí)"<br><br>

Quarterflash

Tragedia en la L12

La tragedia de la Línea 12 del Metro asciende, hasta este momento, a 23 muertos y más de 70 heridos.

La caída de un vagón no fue accidente. Lo que sucedió ayer es resultado de la desidia de los gobiernos que no dieron mantenimiento a la Línea 12 y de quien ordenó su construcción dentro de un proceso plagado de documentada corrupción y ausencia de sentido de cuidado por la seguridad futura de los usuarios.

En la historia del Metro de la Ciudad de México ha habido incendios, explosiones, choques, inundaciones y descarrilamientos. Lo de ayer, además de un colapso, resulta un crimen que tiene sellado el nombre de diferentes responsables, siendo Marcelo Ebrard el principal, ya que fue en su gobierno cuando se construyó la Línea 12.

Los muertos y heridos son la factura que los gobiernos de “la izquierda” han dejado a esta ciudad.

Y, en ese caso, no se puede culpar a los de “antes”, pues desde hace casi un cuarto de siglo “los actuales transformadores” gobiernan la capital.

Ya podrán decir que la tecnología y el financiamiento neoliberal están detrás de todo ello. Disparo en el pie cuando los mismos son los que hoy se utilizan para construir el Tren Maya y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

Marcelo Ebrard trabajó en su momento con Andrés Manuel López Obrador cuando este era jefe de gobierno de la capital. En ese entonces se construyó la Línea 12 del Metro.

Desde un inicio se evidenciaron diversos actos de corrupción que había detrás de la ejecución del proyecto. Y errores, algunos tan básicos como vagones con vías diferentes a las requeridas.

La corrupción se fue señalando y la impunidad superó cualquier indicación —tibias y enérgicas por igual— de diversas autoridades.

Posteriormente, ya con Miguel Ángel Mancera como gobernante, auditorías, evaluaciones y análisis arrojaron errores y evidencias de desvíos. Mas el ejecutivo local prefirió guardar silencio, mientras Marcelo Ebrard se autoexiliaba en Francia.

El desenlace de la pasividad de uno y la negligencia del otro, ha desgarrado hoy, con sus muertos y heridos, al menos un centenar de familias capitalinas.

Claudia Sheinbaum, actual jefa de gobierno de la CDMX, es la que enfrenta este esperpento. Ella culpable también por la falta de mantenimiento que ha tenido el Metro, producto de los recortes bajo un erróneo sentido de austeridad que hoy impera en la Cuarta Transformación y que ha resultado mortal.

Así, lo que desde su construcción ha sido un monumento a la opacidad, corrupción e impunidad, hoy se convierte en la obra más cara y más negra: el costo de muchos muertos y más heridos.

Ojalá las autoridades al menos finquen responsabilidades, ya que no existe pago posible ante la pérdida de una vida humana. Ya no se digan 23, y los que den a conocer en las próximas horas. Son futuros cercenados; personas que no deberían haber muerto.

Marcelo Ebrard tiene que despedirse de sus aspiraciones políticas en la contienda del 2024. Hoy su desidia regresa a cobrarle.

Lo que es más, Ebrard debe renunciar, sí. La negligencia, junto con la impunidad, no pueden ni deben de ser defendidas desde la palestra de la mañanera.

No se puede olvidar ni perdonar que las muertes de la Línea 12 del Metro tienen como responsables a quienes prefirieron robar dinero a construir de una forma segura.