El hombre, bajo todo gobierno, será el mismo, con las mismas pasiones y debilidades.  <br>

José de San Martín

Algunos datos

• La planta cervecera bajo construcción en Mexicali con todos los permisos de ley, generaba 2,000 empleos temporales, tendría 700 permanentes y unos 10 mil indirectos; significaba una inversión de 1,500 millones de dólares. Su indemnización nos costará 927 millones de dólares, un monto indefinido por daños y perjuicios, además de la pérdida de esos empleos y la confianza de posibles inversionistas, pero, eso sí, se le acusó sin pruebas de actos de corrupción. El consumo del agua que significaba en el municipio iba a ser del 0.2%.

• Por cierto, la industria cervecera en nuestro país genera 900 mil empleos directos e indirectos. Y toda esta ha tomado nota “del asunto” mencionado antes.

• La cancelación del NAIM tuvo un costo de más de 8 mil millones de dólares. Eso sin contar los 5 mil millones de dólares invertidos que quedaron ahí enterrados, la pérdida de más de 20 mil empleos temporales y al menos 3,500 permanentes. Adicionalmente, el costo de indemnización fue superior a los 9 mil millones de dólares.

• La industria restaurantera en México da empleo formal a un millón 700 mil personas.

El empleo turístico representa el 8.9% del empleo nacional, dando trabajo a 4 millones 438 mil personas.

La industria automotriz da empleo a 900 mil personas de forma directa, pero en febrero de este año tuvo que despedir a 5,000 por la contracción del mercado. Representa el 20% de los empleos del sector manufacturero.

75 mil empleos directos son los que tiene la industria farmacéutica en nuestro país. Aun cuando el año pasado por la negativa del gobierno a comprar a los laboratorios establecidos en México, algunos cerraron y con ello hubo despidos.

• En 2019, la industria de la construcción generó seis millones de empleos.

60 mil personas laboran de forma directa en la industria aeronáutica en México; son de los trabajos mejor remunerados.

La lista sigue. Son personas que devengan un salario y cuyos empleos pertenecen al sector formal. Esto es, tienen derecho al IMSS y al INFONAVIT, así como la obligación de pagar impuestos. En México solo cuatro de cada diez empleos pertenecen sector formal, ¡lo que significa que el 40% de la PEA carga con las contribuciones de todo un país!

El contar con un empleo formal ofrece mayor certeza en la situación laboral de las personas y guarda una relación positiva con una mayor productividad y aportación al erario nacional. En pocas palabras, ante una crisis como la que estamos atravesando, el gobierno debería buscar la forma de apoyar a las empresas formales a no cerrar y a mantener a sus empleados mientras este vendaval aminora.

Sin embargo, hasta ahora, el gobierno de México no ofrece ningún tipo de apoyo, asistencia, soporte, financiamiento o disminución en pago de impuestos, luz y consumos básicos a las empresas. De hecho, la bancada del PAN en la Cámara de Diputados apenas propuso otorgar un apoyo de $3,207 pesos a quienes pierdan su empleo o que su empresa suspenda labores debido a la pandemia del Coronavirus, pero Morena votó en contra.

De pleito con el empresariado formal

No es desmesurada la petición que hacen los organismos empresariales al gobierno. En otras latitudes, los gobiernos nacionales cuentan con programas y proyectos en curso para paliar el duro golpe que ha significado el COVID a su economía. Los apoyos son financieros, tributarios y en metálico. La estrategia es mantener las diferentes industrias y, con ello, no incrementar el desempleo. El costo sin lugar a dudas es enorme para los gobiernos, pero menor que tener miles o millones de desempleados más e industrias quebradas.

Mientras eso pasa en el resto del mundo, pareciera que la 4T ha declarado la guerra a los empresarios, y con ellos a todas las personas que tienen un empleo formal. Han olvidado que el dinero que mantiene al gobierno son todos los impuestos que se pagan, los cuales, en su mayoría, recaen en el sector productivo. Sí, las empresas constituidas legalmente y que se encuentran en la formalidad son las que pagan impuestos, con los cuales se costean los programas sociales, el salario de toda persona que trabaja en gobierno, la salud (aunque precaria) y la educación pública (si bien deficiente).

Ante el duro golpe que supone la cuarentena por el Coronavirus, las empresas requerirán apoyo del gobierno para que puedan seguir generando empleos y en el mediano plazo continuar pagando todas las cargas fiscales que hoy pagan. Se trata de un trabajo en conjunto para paliar los estragos de la crisis actual.

Los empresarios también requieren que exista la certeza jurídica y la confianza que se deposita en ella. Esto es, no se puede ir destruyendo los proyectos de inversión, no obstante se les pague indemnización. El tiempo invertido en búsqueda, decisión y trabajo no hay forma de recompensarlo.

Hay quienes claman que la pandemia no nos hará nada y que hay que ir a trabajar. Otros dicen que habrá más pérdidas por la crisis económica que muertos por el COVID. Pues bien, todo depende del “valor” que le demos a nuestros muertos.

Por supuesto será muy complicado que el 60% de la población trabajadora resista encerrada en su casa y se requieren apoyos de todo tipo para que puedan vivir (no solo sobrevivir) a la cuarentena. Pero lo mismo debería replicarse con las empresas. Serán ellas (y sus miles de empleados) las que finalmente logren (o no) sacar al país de este terrible descalabro económico y de salud.

No servirán los créditos a pequeñas y medianas empresas anunciados por López Obrador basados en el censo de los “Servidores de la Nación”, pues estos últimos siguen un patrón electorero. Se requiere utilizar, en cambio, los censos del INEGI y de las cámaras de la industria, comercio y empresariales de nuestro país.

Hasta ahora, la posición del gobierno federal es el cero apoyo a las empresas. Pero no solo eso. Contamos con voces como la del secretario del Medio Ambiente, Víctor Toledo, quien considera a los empresarios “otro virus mortal que existe en nuestra propia especie: el 1% que destruye el delicado equilibrio del planeta, los 500 corporativos, bancos y magnates que lista la revista Fortune. Contra ellos será la próxima guerra”.

Cada quien tiene derecho a sus opiniones, pero dado que en este momento su sueldo deriva de los impuestos pagados por empresarios y empleados, debería pensar un poco más la lógica de su posicionamiento. Además, por si fuera poco, Victor Manuel Toledo culpa a la compañía cervecera, Constellation Brands, de ir contra el medio ambiente en Mexicali. Pero, eso sí, de que Dos Bocas destruyera miles de hectáreas de manglares, uno de los ecosistemas más frágiles y necesarios del planeta, el funcionario no dijo nada. Lo mismo sucede con los permisos del Tren Maya; Toledo guarda silencio cómplice ante la selva que destruirá.

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La crisis, como se ha visto en el resto del mundo, es un momento catártico para comulgar por un fin común: lograr disminuir el impacto del COVID, sea en vidas o en implicaciones económicas.

Vemos todos los días ejemplos donde gobiernos, individuos y empresas dejan diferencias para trabajar de manera conjunta para salir adelante. Qué lástima que la 4T solo siga viendo la forma de dividir, de acusar sin probar y de repetir los esquemas que juraron expurgar, como es la de favorecer a los empresarios “amigos” del sistema.

Si en realidad quieren llevar a cabo la transformación que buscan para el país, deberían dejar a un lado los programas asistencialistas y hacer que “primero los pobres” dejen de serlo. Ayudarlos con programas que les impulsen a ser emprendedores y a participar en los empleos formales del país (siendo parte o creándolos), en lugar de favorecer que continúen dependiendo de las dádivas del gobierno.

Hoy, más que nunca, México requiere a los empresarios; no continuar lacerando su relación y llevándole al punto de expulsarles. Desafortunadamente en la 4T no lo entienden; ya se verá más tarde que su guerra contra la libre empresa precedió a su propia extinción.