Compasión no quiero,<br>lástima no quiero.<br>Quiero un amor duro<br>que me pueda hacer vibrar.<br>Tu sabor yo quiero,<br>tu sudor yo quiero.<br>

Amor a la mexicana, Thalía

Aquella canción interpretada hace tiempo por Thalía, “Amor a la mexicana”, tiene ahora en la administración federal su versión “región 4T”.

Empezando por cambiar el nombre y torcer las funciones de instituciones que, si bien tenían aún mucho que mejorar, eran infinitamente mejores a las que hay ahora. Como BANSEFI, que pasó a ser el Banco del Bienestar y para ello se gastaron 40 millones de pesos. O lo que ocurrió en detrimento del Seguro Popular, que no solo trastocó su nombre a INSABI, sino que dejó de prestar el servicio que brindaba (a veces insuficiente, es cierto), a no servir de nada salvo para cobrar con sus nuevas siglas.

Crimen de Estado y deuda con todos los chiquillos y chiquillas (Vicente Fox dixit) por la desaparición del INEE. ¿Alguien sabe qué es y qué ha hecho MEJOREDU, organismo que lo sustituyó?

Perdió también la Secretaría de Desarrollo Social su nombre para ser la del Bienestar. Y no solo perdió el nombre (¡bueno fuera!), sino adicionalmente la certeza que se tenía de ayudar a los más necesitados. El programa de Oportunidades terminó de diluirse y se dividió en becas para niños, adolescentes y madres. El asistir a los chequeos médicos dejó de ser obligatorio y el dinero se repartió sin métricas ni objetivos.

Por si fuera poco, el “censo” del bienestar levantado por los “siervos de la Nación”, quiso competir con el INEGI, pero tanto expertos como los mismos ¿beneficiarios? se han quejado amargamente de los resultados. Este levantamiento no resultó objetivo y sí, en cambio, mal hecho y sin la metodología mínima para su realización.

¿Qué hay de trasfondo en todo esto y mucho más? Una concepción mal entendida de bienestar de la 4T que se basa en azuzar las divisiones, en administrar el odio sembrado por años y en no querer gobernar. Seguir con mítines proselitistas (ahora llamados mañaneras) que, por si uno no fuera suficiente, ahora suman cuatro al día (¡8 horas diarias destinadas a oírlos hablar!). Demostrar, cada vez que pueden, en cada acción y palabra, resentimiento social.

El “Bienestar a la mexicana” es emparejar hacia abajo; buscar que todos estemos fregados. Considerar que es un honor ser pobre, volverse pobre y mantenerse pobre. Un bienestar donde toca el turno de que las clases media y alta sean exprimidas.

Un resentimiento que consiste en pensar que solo los pobres son gente de bien. Uno donde no se busca terminar con la lucha de clases, sino perpetuarla pero ahora en sentido inverso.

Un gobierno que trabaja para cobrarse viejas rencillas y frustraciones guardadas.

Qué lástima que habiendo ganado por amplísimo margen, teniendo la mayoría en las cámaras legislativas, López Obrador insista en no gobernar para todos. Que en lugar de establecer la forma para en verdad generar bienestar para la población, busque desplegar sus rencores. El bienestar a la mexicana no es más que el resentimiento convertido en gobierno.