Cuando el enemigo comete un error que lo hace vulnerable, no te detengas o podrías perder la oportunidad, aconsejaba el estratega chino Sun Tzu. Esta frase milenaria la encontré escrita en uno de los muros de la autopista Francisco Fajardo que los diputados de la Mesa de Unidad Democrática cerraron junto con miles de opositores al gobierno de Nicolás Maduro.

La manifestación inició en el Distribuidor Altamira. El objetivo era recorrer toda la autopista hasta llegar a la sede del Poder Ciudadano para exigir la destitución de los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, quienes la semana pasada reavivaron esta larga crisis política al emitir dos sentencias que trasladaban al presidente Maduro los poderes del órgano legislativo controlado por la Oposición. Esta decisión, consideraba como un error incluso por altos funcionarios del chavismo, motivó la reactivación de la guerra de marchas en todo el país, pero principalmente en Caracas.

Cerca de donde vi inscrita la frase de Sun Tzu encontré a un hombre que cargaba un enorme símbolo de amor y paz con los colores amarillo, azul y rojo. Si los chavistas visten de rojo en sus concentraciones, los opositores usan los tres colores de la bandera nacional. Las pancartas de protesta exigen sobre todo alimentos, medicinas y seguridad. Algunas pintas suelen ser: “No más demagogia”, “Maduro maldito”, “Maduro mamaguevo”, “Maduro, vamos por ti” y “En la calle hasta que se vayan”. Otros opositores llevan camisas con la imagen del fallecido Chávez y la frase: “Ay Nicolás, veo desastre”. También había muchos con camisas negras que decían en letras blancas: “El que se cansa pierde”.

Al inicio de la marcha, cuando esta todavía no se topa con la represión policial, hay vendimias de nieve, cerveza, agua, palomitas y refrescos. Son miles los que van caminando pero suelen aparecer motociclistas de vez en vez. Son una especie de plaga urbana que se cuela a donde sea. Hay quienes llevan sus mascotas. Una chica carga un french puddle. Otras llevan imágenes de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela.

Junto a la carretera Fajardo, hay un aeropuerto privado en el que de vez en cuando aterrizan helicópteros. También está un edificio que dice Santa Teresa: “Jugamos rugby y hacemos ron”. La marcha se desarrolla en una zona privilegiada de la ciudad que también es considerada como el principal bastión opositor. Mucha gente se regresa, apenas la manifestación se aleja del territorio no chavista. No son unos pocos, es un río de gente, cientos de personas. Platico con algunos y me dicen que tienen trabajo y cosas que hacer. Solo un par reconocen que tienen miedo de lo que pueda pasar más adelante.

Como quiera hubo familias completas que siguieron la marcha. Aprovechaban para tomarse fotos que posteaban de inmediato en su Facebook. Otras transmitían por Periscope desde sus celulares. Cuando la marcha entró a Chacao, los ánimos se encendían y algunas jóvenes retiraban uno que otro pendón oficial. También hubo un zafarrancho porque algunos manifestantes descubrieron que una mujer había intentado quitarle una cartera a otra. Tras someterla y encontrarle la cartera robada, los manifestantes le gritaron y la hicieron salirse de la marcha, llamándole ladrona.

Después de pasar un módulo policial establecido en la zona de El Rosal, la manifestación divisó a lo lejos la muralla que habían formado tres camiones blindados de la Guardia Nacional Bolivariana para impedirles que continuaran su camino. También había otros vehículos antimotines conocidos como “Ballenas” por su aspecto y por los chorros de agua que lanzan. Así fue como empezó una batalla que duró cerca de tres horas. La policía y la guardia nacional bolivariana trataron de disuadir la marcha lanzando en ese lapso cientos de bombas de gas lacrimógeno.

Ante los ataques con gas, los manifestantes de la vanguardia -en su mayoría jóvenes- regresaban a recuperarse. Otros los suplían en medio de vítores y aplausos de los demás que estaban en la retaguardia. Los que regresaban eran atendidos del picor en los ojos y la nariz. En ocasiones había lesionados que conmovían a la muchedumbre y esta empezaba a cantar el himno nacional y la consigna: “Ni un paso atrás”.

Un buen tramo de la marcha me acompañó un opositor que se enojaba cada vez que yo me refería como chavistas a los simpatizantes del gobierno de Maduro. “Yo soy chavista pero estoy en contra de Maduro, no diga eso, por favor”. Se trataba de un mulato desempleado y vecino de la humilde zona 23 de enero, donde está el Cuartel de la Montaña, el lugar en el que reposan los restos de Hugo Chávez. “Allá también hay mucha gente que no quiere a Maduro”, me dice, para luego hacerme notar que la resistencia aumenta cada vez más: “Antes la gente se iba después de las primeras bombas lacrimógenas. Imagínese como estamos para que la gente se quede ahora”.

Como si lo hubiera planeado, en eso aparecieron decenas de personas por las orillas de la autopista. Eran refuerzos que se unían a la manifestación y batalla contra la policía. Los demás empezaron a gritar emocionados y cantar: “¡Y va a caer, va a caer, este gobierno va a caer!”. Había mucho optimismo entre los manifestantes de romper la barricada bolivariana para seguir hasta la Defensoría del Pueblo. De hecho, hasta el viento soplaba a su favor y hacía que el gas de las bombas se regresara hasta la zona resguardada por la policía.

Al frente de la marcha había varios diputados que fueron gaseados. También estaban funcionarios de las ciudades de Chacao, el alcalde de El Hatillo y el Gobernador de Miranda, Henique Capriles, a quien le cayó una bomba justo a un lado, la cual le dejó los ojos llorosos y el rostro enrojecido.

Según los reportes de las autoridades de Chacao, una veintena de personas resultaron heridas por quemaduras, asfixia y golpes. Entre los lesionados estaban dos fotógrafos de Agencia EFE y uno de El Pitazo. También fue detenido un periodista de Venezolanos por la Información, canal de noticias por internet.

A las 8 de la noche, en cadena nacional televisiva, el presidente Maduro anunció que los Servicios de Inteligencia Bolivarianos le reportaban la detención de 30 opositores acusados de hacer saqueos. Justificó la represión a la marcha diciendo que si esta hubiera continuado, se hubiera topado con la marcha de los chavistas. Como suele suceder, cada vez que la Oposición llama a una marcha, el gobierno convoca a una contra marcha, que transcurrió en el centro de Caracas. “Imagínense ustedes –dijo Maduro- que yo no hubiera dado la orden de poner policía para impedir que llegaran a Caracas. ¿Qué hubiera pasado? Un baño de sangre. El baño de sangre que ellos están buscando”.

Maduro también aseguraba que la marcha oficialista había tenido cerca de 80 mil participantes mientras que la de los opositores apenas mil. “Cobardes, miserables, extremistas”, fueron algunos de los calificativos que usó para sus rivales. Incluso, en medio de su intervención, solicitó que un psiquiatra presente diera una especie de análisis psicológico de sus rivales. El hombre habló con tono de experto sobre la necesidad que tenían los rivales chavistas de conseguir un muerto. “Veo una enfermedad de odio, de racismo, resultado de una guerra psicológica. En algún momento tenemos que rescatar a las víctimas de esa guerra psicológica, señor Presidente”, dijo el especialista.

Antes de terminar su intervención de más de una hora, para dar la palabra a los participantes de un proyecto gubernamental de Agricultura urbana, una mariposa se posó en el cuerpo del Presidente. Entonces Maduro pidió a los camarógrafos que hicieran zoom y transmitieran la mariposa en cadena nacional para que se viera que su antecesor Hugo Chavez se estaba haciendo presente esa noche en forma de mariposa. Finalmente, el mandatario concluyó arengando: “Sigamos avanzando con nuestro socialismo bolivariano, cristiano, chavista y latinoamericano”.

A su vez, los diputados opositores no detenían su resistencia y preparaban una nueva movilización para este fin de semana.