Enseñó el cobre el señor Juan Guaidó: no busca ni quiere una salida democrática a la crisis venezolana. Lo que le interesa es el poder a cualquier costo.

Sí, Nicolás Maduro ha gobernado muy mal, autoritariamente, hasta podría decirse de él que es un dictador.

Pero la única opción para echar a Maduro del gobierno es la democracia, que en Venezuela empieza por el diálogo entre dos grupos enfrentados, diálogo que debe conducir a un acuerdo que siente las bases para abrir un proceso de revocación de mandato perfectamente vigilado y supervisado por organismos internacionales.

Ese tendría que ser el resultado del diálogo al que llamaron los gobiernos de México y Uruguay. No hay otra opción democrática a la vista.

Como es la única salida, Maduro ha aceptado. Pero Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela, ya dijo que no tendrá un “falso diálogo” con el presidente legal de ese país.

Qué pena.

Los venezolanos seguirán sufriendo la peor enfermedad de una sociedad: estar gobernada por un dictador al que combate un golpista.

Las posibilidades de todavía más violencia son todas. Pobre Venezuela, triste Venezuela.