Una anécdota que en el fondo representó una costosa recesión al país, refleja que los famosos “libros blancos” que elaboran las secretarías de estado de una administración federal que termina, pueden ser un mero maquillaje de la tarea que en realidad cumplieron.

Se cuenta que al iniciar su gobierno Ernesto Zedillo, después de cometer el trágico “error de diciembre”, el  mismo que ocasionó que Jaime Serra Puche permaneciera solo un mes como secretario de hacienda en esa administración, las gentes de éste efímero funcionario comentaban, cuestionando el contenido de los libros blancos, lo siguiente: “Aspe nos dejó la economía pegada con alfileres”. Y se decía que los aspistas contestaban: “Y para que se los quitaron los pendejos”.

Está visto que Felipe Calderón quiere una transición tersa del poder. Las entrevistas que ha tenido con Enrique Peña Nieto son manifestación clara de esa intención. Ya solamente faltan, en su plazo máximo, 15 días para que el político mexiquense sea declarado formalmente presidente electo de nuestro país. Pero ante la distracción que ocasionó la ilusoria petición de nulidad que hizo Andrés Manuel López Obrador de un proceso electoral en el que participaron 50 millones de votantes, y que se desvaneció definitivamente con el numerito del notario dando cuenta de la lista de pruebas del fraude (entre ellas pollos, marranos, guajolotes 100 lapiceros, un trapo, etc.) mantuvo a los peñistas a la expectativa de que no le fuera a prender su argucia al obsesivo tabasqueño.

En ese tiempo no se atendió de manera suficiente el análisis de las condiciones que guardaba, como dice la frase inicial del protocolo de los informes presidenciales de gobierno, el estado de cosas que guarda la nación.

Los libros blancos que entregará, pongamos el caso paradigmático del mentiroso Bruno Ferrari, secretario de economía, que ante las evidencias palmarias del encarecimiento del precio del huevo niega que exista una situación emergente de carestía que puede desembocar en una indeseada inflación, seguramente no serán del todo confiables.

Sería ingenuo que a partir de ellos el nuevo titular del ramo, sea Líebano Saénz, Mario Luis Fuentes o Carlos Rello Lara, diseñe su programa anual de trabajo y puedan hacer sugerencias al equipo de transición para que en octubre, mes de formulación de los presupuestos de la federación, se consideren sus puntos de vista.

Pero al igual que Bruno Ferrari se revela como un mentiroso en el asunto de la elevación de los precios del huevo y el del pan, qué libro blanco entregará Genaro García Luna a quien lo suceda en la Secretaría de Seguridad Pública, de la forma en que se ejerció, sin dar los resultados esperados, el millonario presupuesto adicional que siempre se le ha otorgado anualmente.

Y de seguro la SEP seguirá siendo el hoyo negro más aberrante del presupuesto federal bajo el cacicazgo de Elba Esther Gordillo. Y es que el ingenuo Dr. José Ángel Córdoba Villalobos que puede entregar si llega a ese cargo después de dar un tras pié político tras otro y de caer en una madriguera de intereses de las más peligrosas de la administración pública mexicana.

SAGARPA, SEDESO, PEMEX, CFE, la banca de desarrollo desfondada desde tiempo de Fox, INFONAVIT, IMSS, ISSSTE son bombas de tiempo para Enrique Peña Nieto.

Nadie duda que Felipe Calderón esté en la mejor disposición de realizar un acto de entrega recepción de la administración tranquila e institucional. Pero ello no tapará el cochinero de la corrupción panista, a veces escandalosa, que se cometió en sus doce años al frente del gobierno.

La única condición de fuerza con la que iniciará Enrique Peña Nieto su gobierno será que, además del desastre nacional, social y económico que le entregan los panistas, también le cederán el poder.

Y eso, el poder presidencial en México, sí son palabras mayores.