La tragedia en Tlahuelilpan, Hidalgo ocurre en un momento de gran división en el país. Lamentablemente este terrible suceso se ha convertido en un motivo más para golpear al gobierno federal y principalmente al presidente Andrés Manuel López Obrador. Este golpeteo por parte de la oposición no debe extrañarnos, pues en sexenios anteriores fue el mismo López Obrador quien utilizó las grandes tragedias nacionales para jalar agua a su molino o a su movimiento.

Hoy los lopezobradoristas piden aquello que se negaron a dar en sexenios anteriores, piden unidad nacional, apoyar al presidente, apoyar al gobierno federal en una situación que debe involucrar a todos como es esta tragedia. Algunos aún culpan al “PRIAN” de la explosión y otros se atreven a decir que se merecían morir quemados por rateros. Con una mano ofrecen la paz y con otra clavan el puñal.

Me pregunto yo ¿dónde estuvieron los lopezobradoristas cuando ocurrió la tragedia en la guardería ABC? ¿Dónde estuvieron cuando ocurrió la tragedia de los 43 normalistas de Ayotzinapa? ¿Dónde estuvieron? El pedir está en dar dirían muchos y lamentablemente los lopezobradoristas se dedicaron por más de una década a golpear los gobiernos en turno cada vez que se presentaba una oportunidad. ¿Motivos? Como en todo gobierno hubo muchísimos. ¿Su misión? Dinamitar al gobierno en turno para tener más posibilidades de ganar la siguiente elección.

Los lopezobradoristas están pasándola mal ahora que son gobierno pues ya no están detrás de la barrera viendo al torero haciendo faenas. Hoy les toca lidiar con él y como todo torero se corre el riesgo de ser embestido. Buscan de todas las maneras posibles justificar el gobierno de AMLO y se niegan a aceptar que el peje no es perfecto ni es el salvador de la patria.

Lejos de buscar la reconciliación nacional, continúan luchando contra la oposición, buscando silenciarla, hostigándola y golpeándola en las redes sociales y en la vida diaria. Si continúan con esa conducta lo único que provocan es más división y le dificultan aún más las cosas al presidente, pues olvidan que ya no es el líder de un partido político sino el presidente de todos los mexicanos y que si bien ganaron con 30 millones de votos, aproximadamente 70 millones no votó por él y aun así aceptamos su victoria y su gobierno.

Todo buen gobierno acepta tener oposición pues es sana ya que de no existir se podría caer en un gobierno totalitario, populista y hasta dictatorial. Los pesos y contrapesos son necesarios en nuestra democracia para evitar regresiones que la mayoría de los mexicanos no queremos. Aquellos que son afines a López Obrador deben de entender que nada bueno va a salir de rendirle pleitesía al presidente más aun cuando se equivoca.

Andrés Manuel desde que era Jefe de Gobierno tuvo una relación ríspida con sus opositores o adversarios y eso tiene que cambiar. Lo sucedido en Hidalgo debe ser un punto de quiebre en el que nosotros como mexicanos, del partido que seamos, fijemos una ruta para sacar adelante al país. El gobierno de AMLO apenas comienza y si él desea ser recordado como un gran presidente, debe empezar por ser más humilde y aceptar que no siempre tiene la razón y que necesita de todos los mexicanos para que el país avance.

No se puede adjudicar lo ocurrido en Tlahuelilpan a Andrés Manuel ni tampoco al PRI o al PAN. Este suceso debe  ser una lección de que tenemos muchas cosas que cambiar como mexicanos, como sociedad. El país no va a avanzar si no cambia la mentalidad de nosotros. Nos urge cambiar nuestro ADN mexicano que es el ser corrupto, corruptor y corruptible. Dejemos de alimentar el mercado negro, respetemos las leyes, a las autoridades y otro México será posible.