Territorio es la extensión de tierra que pertenece a un país, estado, provincia u otro tipo de división política. También es la zona que corresponde a una jurisdicción o autoridad determinada. En México según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el territorio nacional asciende a 5.1 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales 1´960,189 kilómetros cuadrados corresponden a su superficie continental.

Ante el crecimiento y expansión del narcotráfico, no es tarea sencilla realizar el mapeo geográfico del narcotráfico con la misma precisión como se pueden referenciar montañas o ríos, debido a diversos factores que modifican constantemente los valores de la ecuación.

El cambio de cabezas y jefes de plaza, la disputa de las mismas por diversos carteles que desean participar, coexistir o expulsar al anterior de las mejores plazas, las detenciones -casuísticas o planeadas-, la diversificación de los productos a mercadear y la proliferación de negocios derivados y el manejo del dinero obtenido, ponen en jaque a las autoridades y alteran el mapa cada cierto tiempo, por lo que actualizarlo se ha vuelto cada vez más inexacto.

Además, más allá del mapeo de control de las plazas, la cantidad y calidad de la influencia, del infiltramiento delincuencial en autoridades civiles e incluso militares, es un cálculo que se capta en el momento como una fotografía, pero que se mueve a la velocidad de un video, dejando la información anterior obsoleta en muy corto tiempo.

Los hechos acontecidos en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, de dominio público, nos abren los ojos con preocupación y alarma, no tanto sorpresa, en especial en cuanto al poder de fuego que tienen los grupos del narcotráfico en dicho lugar. Pero aún más preocupante es comprender que Culiacán no es una excepción, que no es un caso aislado. A lo largo y ancho del territorio nacional, diversos carteles se han multiplicado y mantienen hoy fuerzas armadas de gran poder que ponen en peligro la seguridad e integridad de los mexicanos.

Cabe calcular en escenario prospectivo lo que sucedería si se intentara capturar a otro pez gordo en Jalisco, Tamaulipas, Nuevo León, Guanajuato, Guerrero, Chiapas, Zacatecas e incluso en Ciudad de México. La fuerza de los narcotraficantes pone en entredicho la superioridad de las fuerzas armadas, toda vez que en combate urbano las armas y equipamiento puede llegar a ser equiparable. Si cierto es que los mañosos no tienen tanques, barcos ni aviones, queda claro que han sido capaces de obtener arsenales de tal dimensión y poder, que ponen en riesgo real a la seguridad y a la soberanía nacional.

Refiriéndome a la presidencia de México en relato metafórico, recordaré que cualquier rey en la historia, lo era porque tenía poder y lo ejercía al controlar un territorio, una bandera, una corona, un ejército, un castillo y una población determinados.

Perder el territorio debilita la corona, proviene de una derrota palpable del ejército, pone en riesgo al castillo y en entredicho el control de la población.

Culiacán demostró que no se controla el territorio. La corona ha sido sacudida.