Tal parece que los candidatos se propusieron diferentes objetivos para el debate, pero, ¿los lograron?

 

El puntero Enrique Peña Nieto, blanco de burlas, sorprendió a medios de comunicación y al público en general. Apareció con actitud inesperada, se defendió, atacó, esquivó golpes, mostró su preparación, más que una gran actuación personal, destacó un brillante equipo de campaña. Cumplió el compromiso, como lo llamaría él, de asistir al debate y demostrar que se sabe defender.

 

El objetivo de Josefina era claro: Bajar a Peña con ataques, y por ende, crecer en las encuestas.  

 

La panista centró en ella la atención del espectador y del priísta en los primeros instantes, pero nunca imaginó un Enrique al contraataque, cuando se vio atacada y dominada por el ex gobernador, decidió hablar de propuestas y evadir realidades. Josefina escondió las manos, se hizo de humo, no apareció más, como tampoco se apareció en la Cámara de Diputados cuando debía.

 

El representante de las izquierdas también tenía un objetivo, el de informar. En los primeros minutos que tuvo para responder preguntas no lo hizo, decidió hablar sobre el origen de los problemas de México, repitió lo que ha venido diciendo desde varios años atrás. A medio debate modificó el camino y atacó a Peña, supo preocuparlo, sorprendió al priísta, parecía que brincaba del tercero al segundo.

 

Quadri cumplió su objetivo, propuso, lanzó algún ataque a Obrador, criticó a los políticos, expresó lo que piensa todo ciudadano. El gran defecto de Quadri lo detuvo, arrastra con una carga pesada con la que no puede, Elba Esther y un partido pequeño. A pesar de todo, hoy puede estar tranquilo, consiguió que el Panal no pierda el registro.

 

Al terminar el debate todos los candidatos levantan la mano en señal de triunfo, solamente veo una mano caída, la de México.

 

Ricardo Palavicini @CrudaPolitica