La primera vez que entre a una tienda de alimentos “Whole Foods” fue hace como 16 años y se veía algo desolada con pilas de frutas y verduras en los anaqueles donde pocos gringos sabían cómo escoger una papaya, mangos, melones o plátanos, muchos se sorprendían al verse frente a un mostrador con cientos de verduras frente a ellos y con la posibilidad de poder escoger cada una de las manzanas que podrían llevar a su hogar. Claro para mi familia y por supuesto para mí que venimos del tercer mundo era de lo más normal escoger una fruta o verdura para después llevarla a pesar y posteriormente pagarlas, lo cual contrastaba mucho   de las familias blancas norteamericanas de haber escogido por ellos mismos sus alimentos.

Mercado millenial

Whoole Foods es el mejor ejemplo de cómo el tercer mundo ha alcanzado el primero gracias a la teoría del cambio climático (antes calentamiento global), y a la llegada de la generación millenial o hipster que creamos las generaciones anteriores donde les vomitamos todas nuestras frustraciones políticas, económicas y de consumo convirtiéndolos en unos extraños y monstruosos híbridos que se alimentan de manera “orgánica” calculando los nutrientes en base al cultivo y procesos de elaboración donde las plantitas, los animalitos, y cualquier cosa que se llevan a la boca no haya sufrido y todo sea lo más natural posible, incluyendo las drogas que se meten, pero al mismo tiempo están inmersos en la tecnología de punta con sus Iphones y computadoras poderosas que los conectan al mundo a través de las redes sociales para charlar sobre temas internacionales de geopolítica, escuchar música retro (que supongo les parece más orgánica), y tomar decisiones totalmente diferentes y opuestas a las de sus antepasados.

Desaceleración de la vida

Las generaciones que crecimos en la post guerra fuimos educados tratando de vivir a la velocidad de los procesos de producción industrial del primer mundo, los hijos de la clase media alta tenían que aprender inglés y saber tocar un instrumento musical antes de los 9 años, sacar excelencia académica desde el kínder, graduarse de la universidad antes de los 23 y conseguirse una vida productiva que lo llevara al éxito económico antes de los 27 años para formar una familia con lindos y educados hijos antes de los 30 porque si no simplemente se era un total fracasado. Hoy la generación millenial tiene otra expectativa de vida, la escuela es importante, pero no lo más importante durante su vida académica, sus vidas están conectadas al mundo y no sólo a sus familiares o amigos, hay cientos o miles de voces hablándoles al oído por medio de sus dispositivos inteligentes dándoles una perspectiva sobre la política, la vida, la economía, las relaciones de pareja y la alimentación que es más influyente que la que en casa han aprendido, inclusive hay padres que educan a sus hijos con videos, imágenes o reportajes que encuentran en internet. Pero hay algo en común que tiene esta generación y es que su alimentación está siendo influenciada por las teorías de lo orgánico, de lo natural y de lo que los haga más cercanos al producto que van a ingerir, como siempre ha sido en el tercer mundo donde asistimos a tianguis, mercados y lugares donde la fruta, verdura y hasta la carne tiene un proceso lo más natural posible. Y por estas razones la posible llegada de Whole Foods a México, sería una estupidez porque así en lugares sin marca rimbombante cerca de nuestros hogares u oficinas hay marchantes, mercaderes o tanguistas que nos ofrecen los alimentos como hoy lo hacen en el primer mundo.