La calificadora Standard & Poor's (S&P) rebajó el pasado jueves 26 de marzo la nota de deuda soberana de México, en moneda extranjera de ‘BBB+ a ‘BBB’, y la puso en perspectiva negativa, así como en moneda local a ‘BBB+’ desde un ‘A-’ con una perspectiva de las calificaciones de largo plazo en negativa. ante el impacto de la expansión de la epidemia de coronavirus y la caída en los precios internacionales del petróleo, factores que influirán negativamente en el crecimiento de la economía.

De acuerdo a los lineamientos de S&P, la calificación ‘BBB’, indica que existe un riesgo moderado de incumplimiento en relación a otros emisores u obligaciones en el mismo país. Si bien es cierto la calidad crediticia es satisfactoria, es posible que situaciones económicas adversas o cambios en las circunstancias debiliten la capacidad del país para cubrir sus compromisos de pago.

La agencia estadounidense también recortó la nota crediticia de Petróleos Mexicanos (Pemex) , a ‘BBB’, dejándola la nota de la empresa en moneda extranjera desde "BBB+" y agregó que el perfil crediticio independiente de la petrolera estatal también lo degradó a "CCC+".

La calificación de la hoy empresa productiva del Estado está a dos escalones del grado especulativo considerado como “bonus basura” por los mercados.

Standard and Poor´s dijo que ante las bajas perspectivas de generación de flujo de efectivo de la petrolera mexicana y un período prolongado de condiciones financieras adversas la calificación de Pemex y de la deuda soberana podría ir más a la baja, en los próximos meses.

El bajar la calificación de la deuda de Pemex, significará que le aumenten las tasas de interés de los créditos que solicite la empresa y si quiere colocar nueva deuda en los mercados esta tendrá que tener un premio muy alto para los inversionistas y seguramente serán poco demandada.

Este viernes 27 de marzo S&P Global Ratings bajó la calificación de 38 instituciones financieras mexicanas tras baja de calificaciones del país y los crecientes riesgos económicos para el sector.

En un informe, la agencia calificadora explicó que debido al debilitamiento de la resiliencia económica de México, su clasificación para el riesgo económico del sector bancario en el país pasó de 5 a 6.

Entre los bancos evaluados a la baja en la calificación destacan BBVA México, Citibanamex, HSBC, Banorte, Scotiabank, Inbursa y Banobras que pasaron a BBB desde BBB+.

El presidente Andrés Manuel López ha opinado sobre las agencias calificadoras y sus continuos recortes a las notas crediticias del país y Pemex, que estas agencias “no fueron profesionales ni objetivas” porque se “hicieron de la vista gorda” mientras en anteriores administraciones se desmantelaba a la petrolera estatal y agregó que la hoy empresa productiva del Estado no tendría problemas para reestructurar su deuda.

El jefe del ejecutivo ha dicho que los pronósticos a la baja de las calificadoras lo hacen en base a estudios con una metodología caduca, que no incluyen la variable ‘corrupción ‘.

Existen evidencias de que las calificadoras tienen intereses y que estas agencias han caído en actos de corrupción para favorecer a empresas, bancos y gobiernos y esto ha traído consecuencias muy adversas para la economía.

Las nota de S&P en cuanto a la deuda soberana del país en el marco financiero internacional, ha sido ampliamente difundida por los medios de comunicación y provocó muchas reacciones de analistas económicos financieros, periodistas y líderes políticos, que ven en estos resultados el probable fracaso del gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador; pero hay otro sector que piensa que este estudio responde más a un golpeteo a la actual administración y presionarla para que no cambie la política económica del país la cual lleva más de treinta años sin dar resultados y generando más pobreza.

Hay que recordar que las calificadoras de riesgo son agencias privadas que analizan los activos de empresas y Estados-nación, además de realizar estudios que indican el riesgo crediticio de una entidad o emisión de títulos con el fin de facilitar a los inversionistas la toma de decisiones a la hora de invertir sus recursos. Estas empresas son contratadas para calcular el riesgo de inversión en un producto financiero cualquiera (acciones en empresas, compra y venta de bonos).

Los orígenes de las agencias de calificación se remontan a la segunda mitad del siglo XIX, cuando se produjo en Estados Unidos una enorme expansión y desarrollo económicos, sobre todo de las compañías de ferrocarriles, que captaban los recursos necesarios mediante la emisión de bonos. Como los inversores necesitaban conocer la situación financiera de tales empresas, recurrían a entidades especializadas, y lo que en sus inicios sólo fueron informes financieros acabaron convirtiéndose en estudios sobre la valoración y calificación crediticia. Dos de las agencias surgidas en aquella época fueron Standard & Poor’s Corporation (fundada en 1860) y Moody’s Investors Service Inc. (creada en 1900), actualmente, las mayores agencias de rating a nivel mundial.

A nivel internacional Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch son las principales calificadoras y las que conforman el oligopolio en este ramo desde la década de los setentas.

Las empresas calificadoras de riesgo establecen parámetros y fórmulas que le permiten saber a un país o una empresa sus capacidades de pagar o no pagar. Es decir, su estabilidad económica y financiera de acuerdo al valor de sus activos, reservas, gastos, inversiones, etc. Estas fórmulas parámetros son de fácil manipulación, para chantajear y sacar ventaja.

Hay varios ejemplos de la manipulación, de los datos que tienen las agencias calificadoras, entre las que destaca: la crisis hipotecaria del 2008 en los Estados Unidos, cuando las acciones inmobiliarias de Lehman Brothers tenían calificación AAA. Durante la corrida bancaria se demostró que dichas acciones eran activos basura, no valían nada en la economía real.

La crisis hipotecaria de los Estados Unidos hizo que los precios de los activos inmobiliarios se desplomaran, lo que provocó que muchas familias perdieran su casa ante la imposibilidad de poder pagar el crédito, además los fondos de pensiones que invirtieron en los bonos hipotecarios, vieran mermados sus recursos, dejando a muchos trabajadores sin jubilación y la quiebra de Bancos como Lehman Brothers.

Este evento fue la peor calamidad financiera desde 1930. Durante los 19 meses que duró esta recesión económica se perdieron 8.7 millones de empleos, más de la mitad de los adultos vio perder su trabajo, recortado su sueldo o forzado a trabajar reduciendo su horario laboral. El consumo y el producto interno bruto se contrajo por la escasez de crédito y el incremento del costo de los préstamos. S&P perdió la mitad de su valor.

La agencia de calificación Standard & Poor’s pagó en febrero de 2015 una multa de 1,375 millones de dólares para saldar cuentas con el Departamento de Justicia de Estados Unidos y una veintena de Estados de la Unión Americana por haber manipulado la nota de valores financieros respaldados por hipotecas tóxicas o subprime, los títulos que dieron origen a la crisis financiera de 2008.

La mala lectura de las agencias calificadoras internacionales de la economía mexicana quedó evidenciada en el 2009 cuando el país tenía en ese año una nota de "BBB+" de Standard & Poor's y Fitch Ratings y de "Baa1" de Moody's Investors Service. Las calificaciones estaban tres escalones arriba del grado de inversión mínimo.

Tenemos que recordar que el Producto Interno Bruto (PIB) de México decreció en el año 2009 en 5.9 por ciento en comparación del año anterior y existían muchas evidencias de que esto pasaría dadas el deterioro de las finanzas públicas y la reducida capacidad fiscal del Gobierno para enfrentar la baja en ingresos, un considerable crecimiento de la deuda externa, además de la crisis financiera y económica global y la reducción en la producción de petróleo y de gasolinas y las nulas medidas anti-cíclicas del gobierno de Felipe Calderón lo que evidenció las debilidades económicas del país.

La crisis que no previeron las calificadoras ha traído consigo el inevitable aumento en los niveles de desigualdad y pobreza en la primera década del siglo XXI. Para dar cuenta de ello, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señalaba en su informe (PNUD, 2010) observó que 10 de los 15 países más desiguales del mundo se localizan en América Latina y el Caribe, siendo México uno de ellos y en el que se hizo más patente la desigualdad, al grado que el ingreso del 10 por ciento más rico pasó de ser 19.3 veces mayor que el del 10 por ciento más pobre en 1984, a 33.5 veces en 2008; mientras que en el país se comprobó el aumento del nivel de pobreza por efecto de la crisis reciente que arrojó a 12 millones más a la pobreza (ITESM, 2010, Valero-Gil y Valero, 2008), para superar nuevamente los 50.

Al parecer a las calificadoras no les gusta el cambio de políticas económicas que está emprendiendo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y por eso es que han degradado la calificación de la deuda soberana del país.

La directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, pronostica sin necesidad de los análisis de las agencias calificadoras una recesión mundial profunda para 2020 y subrayó que la recuperación en 2021 será posible si se puede contener el coronavirus y evitar los problemas con liquidez.

La expansión de la pandemia del COVID-19 está afectando negativamente a la economía mundial y ha puesto en evidencia la desigualdad y lo frágil del orden económico por lo este tendrá que cambiar una vez que sea superada esta crisis sanitaria.