Una vez que se va asentando el polvo alrededor de la "jornada electoral" parecen quedar claros dos cambios muy significativos en la situación política nacional:

a.) Peña puede sacarse la espina de los titubeos y concesiones a la CNTE durante dos años echando para delante la reforma educativa, que fue con lo que empezó prometedoramente, en verdad a tambor batiente, su sexenio. Las condiciones son óptimas - si cabe utilizar aquí la expresión "óptimas" -, la sociedad civil y las instituciones se alinearon con la reforma educativa: SEDENA y el congreso dijeron que tenía que ir para delante, la sociedad civil en su conjunto también, todo el mundo, menos los seguidores de AMLO, se alarmó a morir al ver la "suspensión indefinida". Lo haya planeado así o no Peña, lo cierto es que ahora sí salió todo el mundo a defender la reforma y, por lo tanto, contra la CNTE. Esta, complementariamente, quedó como la villana que es. No solamente defiende sus privilegios inauditos contra de la niñez y de los mejores intereses de la nación sino que, además, intentó sabotear las elecciones y la gente en realidad sí que quería votar, o sea, la CNTE y sus aliados quedaron mal con la gente por partida doble.

La CNTE está en su nivel más alto de repudio, es la hora de destruirla. Peña tiene la oportunidad. El PRD está desfondando y no podrá apoyarla, como lo hizo al inicio del sexenio, y aunque se opusiera, el PRI y sus aliados (el Verde y el Panal) ya tienen mayoría absoluta en el congreso y con el apoyo del PAN pueden desintegrar a la CNTE. Me conformo con lo mínimo: que acaben realmente con el ingreso por venta, compra y herencia de plazas, lo demás, a saber, que pongan tras las rejas a sus dirigentes y que pongan por lo menos a 5000 de esos vividores en la calle sin sueldo y sin nada, sería sensacional.

Con la mayoría priista en la cámara - hecho muy positivo en contra de todo tipo de chantaje legislativo panista o perredista - y con el PAN pasamos al siguiente punto de la nueva situación:

b) Peña tiene ahora la oportunidad histórica de replantear la reforma hacendaria que se dejó imponer por el PRD para negociar otras reformas. Peña tiene encima ahora el 2018 y a los "independientes" - el Bronco y otros más -, es decir, Peña tiene que legitimar su sexenio reactivando la economía, para eso no tiene dinero del petróleo ni puede poner más impuestos - esto último sería suicida de cara al 2018 -. Tiene ahora, junto con el PAN, la oportunidad de hacer una nueva reforma que sí impulse la economía. Esto es más difícil dada la sed priista de dinero y de clientelas cautivas, sabemos que aquí es el punto donde a Peña le sale lo populista. Pero tiene la oportunidad ahora sí de reducir impuestos a la producción y de impulsarla de esta manera, además de quitar una gran cantidad de trabas estatistas regulatorias. Esto además atraería a la inversión extranjera.

En síntesis, después de las elecciones, con la mayoría en la cámara, con la izquierda profundamente dividida y con el PAN de aliado a fuerza - los panistas ya no pueden ponerse rebeldes en la cámara porque la coalición PRI-Verde tiene la mayoría absoluta (entre 246 y 263 curules) - Peña tiene lo que desde la alternancia no ha tenido ningún gobierno: 1) Un momento en el que sus enemigos están arrinconados, divididos o desprestigiados y 2) la mayoría de la cámara (no se puede dejar de subrayar la importancia de esto, nunca había pasado desde la alternancia). Ahora puede ir para adelante... si no le sale lo populista y tiene la decisión.

Todo lo anterior después de Ayotzi-narca, la casa blanca y el recorte presupuestario por la caída de los ingresos petroleros. Un gran triunfo para el PRI, para Peña, ojalá lo sepa explotar.

Un cordial saludo

Alberto J. L. Carrillo Canán

www.acarrillocanan.com