El presidente, y el secretario de Hacienda, hablaron ayer del repunte económico.

AMLO dijo: (1) que los empleos perdidos por la emergencia sanitaria no rebasarán el millón a lo largo del año (2) que en mayo los desocupados que los patrones dan de baja en el IMSS serán de 350,000, menos que en abril, cuando alcanzaron 550,000; y (3) que ve con optimismo el futuro, la crisis económica tocará fondo de abril a junio y la recuperación iniciará en julio.

Por su parte el Secretario de Hacienda Arturo Herrera mencionó – en sintonía con el presidente- que le recuperación será rápida pero asimétrica, con una trayectoria que dibuja una flecha como la de la marca Nike (tras la caída un repunte que - con el tiempo- rebasará el punto en el que se inició la crisis), y no en forma de V (rebote para caer en el mismo lugar, el mejor escenario).

Y añadió que para ello están tomándose acciones como acelerar el gasto público programado, consolidar los proyectos como Dos Bocas y Santa Lucía, activar el crédito, complementadas con eventos favorables como la recuperación esperada en la construcción, y el arranque del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá.

¿Cierto?

Ojalá. Pero se ve difícil –bastante-

Parafraseando al inolvidable Monsiváis: no puede documentarse el optimismo. O al campeón inglés de la ironía, Oscar Wilde, quien señaló que “el pesimismo es una forma de realismo”.

 

DESCALABRO EN EL EMPLEO FORMAL

El imperio de la realidad lleva a otros datos.

Primero entremos a las entrañas de las estadísticas del IMSS sobre el desempleo formal, alusivas a la baja de trabajadores en los registros del instituto.

Los datos en los meses que va del año son los siguientes:

Enero: Creación de 68,955 empleos

Febrero: Creación de 123,139.

Marzo (empiezan despidos ANTES del confinamiento): Desocupación de 123,139.

Abril (primer mes de confinamiento): 555,247 desocupados.

Mayo (de acuerdo a la cifra que mencionó AMLO): Desempleo de sólo 350,000, aunque en lo personal pienso que puede ser más.

La aritmética marca que de enero a mayo habría una desocupación neta de 843,742 empleos formales. Restando al repunte efímero del primer bimestre (cuando se crearon 192,094), borrado por el descalabro de 1, 035,840 de marzo a mayo.

¿Son pocos 843,742 mexicanos echados a la calle -sin trabajo- en cinco meses?

Para que salga barata la crisis, con despidos de un millón en el año como dice AMLO, tendrían que crearse 156,254 puestos de trabajo de junio a diciembre.

Por ahora parece más fácil que México lance una nave al espacio a que suceda esto.

 

…E INFORMAL

Si esto pasó con los registros formales de empleo hay indicios de que el sector informal -semillero de ocupaciones- se está desmoronando.

El INEGI nos dejó atónitos al informarnos que de marzo a abril 12.5 millones de mexicanos se quedaron en la fila de la navaja, muchos confinados, y en la incertidumbre completa sobre si -al reanudarse las actividades- mantendrán sus ocupaciones.

Fue fatal para ellos el coctel del confinamiento con la crisis.

Es muy difícil escudriñar, pero se presume que el grueso de esta destrucción de empleo a la que alude el INEGI se está dando en la economía informal, y una proporción menor en el formal que contabiliza el IMSS donde ya apreciamos el desastre.

La pregunta es descomunal.

¿Cuántos de los 12.5 millones de mexicanos que están en el resbaladero laboralmente hablando continuarán con empleo al reanudar actividades y cuántos se quedarán en la calle?

De modo que a la luz de estos datos resulta festivo, y de falso optimismo, la tesis oficial de que la economía y por ende el empleo tocarán fondo en junio, e iniciará un repunte en julio, para recuperar terreno perdido el resto del año.

 

BANXICO LO DICE

El propio Banxico avala esta hipótesis de que le esperan durísimos días al país en materia económica este año.

En el segundo trimestre el ojo del huracán pegará con fuerza.

El desplome del PIB, según la encuesta que levanta el Banco Central entre especialistas, de abril a junio será de un inédito -16.5%, de acuerdo al sondeo de mayo.

Es el mismo grupo que estimó -para el mismo lapso trimestral- en el sondeo de marzo una caída de 14.1%, de modo que la perspectiva está empeorando.

En el tercer trimestre los especialistas que consulta Banxico anticipan una caída de -9.33%, y en el cuarto, de -5.74%.

Para el año en su conjunto, según reportó el propio Banxico en su informe trimestral difundido la semana pasada, el desplome de la economía mexicana rondará el 8.6%.

Puede ser más.

Un numeroso grupo de analistas –como Bank of América- están alineándose a un pronóstico de un hundimiento de 10% en el PIB en 2020.

Como por cada del punto de caída del PIB se pierden 220 mil empleos, significaría –sí--- 2.2 millones de puestos de trabajo perdidos.

El doble que lo mencionado por AMLO.

Podría ser quizá de 1.5, o 1.7 millones en escenarios mejores, pero 1 millón de desempleados es una cifra en extremo optimista.

De modo que lo más probable es que el golpe a la actividad productiva será el mayor en 88 años, desde la década de los 30, de la gran depresión el siglo pasado.

 

NO HAY CONDICIONES

La cuestión es que, en la atmósfera actual, en el deterioro de la economía mexicana pesa mucho la recesión mundial; empero, internamente no hay condiciones para un repunte en la confianza empresarial, generador del mayor número de puestos de trabajo, no el gobierno.

Las relaciones con los empresarios están en punto de quiebre. El presidente no los recibe. Como tampoco a los gobernadores. El Congreso está sin operar. Y continúan las distorsiones en la política económica, como el apoyo irrestricto a Pemex – sin ningún tipo de ajuste- y la prolongación de proyectos como Dos Bocas, Santa Lucía y el Tren Maya, cuestionables en cuanto a su capacidad para generar empleo.

Peor aún, a la mitad del año, brilla por sus luces una política fiscal activa para contener el golpe dramático que está sufriendo la planta productiva.

En estas circunstancias, pese a las buenas intenciones, las acciones que mencionó Herrera para estimular la economía, son curitas para el tamaño de la enfermedad.

De modo que abróchese los cinturones.