La comisión Estatal de los derechos Humanos en Michoacán, se ha convertido en una plataforma para colocar amigos, y favorecer un esquema de compromisos que surgen bajo el efecto del clientelismo y el nepotismo de sus funcionarios que encabezan el ombudsman. Hay que recordar que la designación del presidente de la CEDH, surge a través de la decisión mayoritaria del congreso del Estado, pero en términos políticos, se convierte en una determinación de bancadas por intermedio de acuerdos y consensos, o de igual forma, de la influencia que invade la evidente línea de figuras de la más alta esfera política; eso ha impulsado a que abiertamente exista una desconfianza o credibilidad, por el mínimo trabajo administrativo, operativo y de gestión de una defensa del pueblo que sea sustancial.

La CEDH ha dejado de atender las demandas sociales y denuncias que protejan algunas violaciones a diversos sectores de nuestro territorio. El representante se ha preocupado por cuidar una imagen a fin de continuar con los proyectos políticos a posteriori; inclusive, ya la figura más visible del partido Verde Ecologista de Michoacán Ernesto Núñez, lo ha destapado como uno de los mejores perfiles a contender por la gubernatura del Estado. Al final podemos concluir, que se trata es una maniobra del mismo Víctor Manuel Serrato Lozano, para figurar como una de las posibles cartas fuertes en los comicios intermedios del 2021, o asimismo, poder elevar una estrategia que le permita manufacturar acuerdos y alianzas que pudieran favorecer una mejor tribuna al titular de la comisión.

Pero la debacle no precisamente radica en este proceso, sino en las contradicciones que ha caído el titular de la CEDH, que ha creado una mala imagen de defender al territorio Estatal, cuando critica el desempeño de otras instancias institucionales y actores políticos por el esquema de austeridad que han puesto en marcha; sin embargo, Serrato Lozano percibe un ostentoso salario que oscila entre los 100 mil pesos, más algunas prestaciones para operatividad de forma mensual. El presupuesto descubre un agravio que ha ido desgranando posiciones llenas de privilegios que llaman fuertemente la atención, porque el funcionamiento ha proliferado en un escaso papel que no representa en términos laborales un fortalecimiento que podamos subrayar como relevante.

Esa combinación de elementos, ha impulsado a que la opinión pública observé un clima indiferente y sumamente cuestionado por la percepción superflua desde que asumió Víctor Manuel Serrato la presidencia de la CEDH; aunque existan recursos a fin de transparentar la rendición de cuentas, ha sido insuficiente la esencia que matiza el eje central de una comisión autónoma, y con capacidad amplia para denunciar y tener injerencia el algunos temas. A veces la participación de la sociedad se escasea, porque se frena el seguimiento de algunas carpetas que tienen un cierto grado de vulnerabilidad.

El trabajo del titular no ha asumido un papel adecuadamente sustancial; evidentemente, hay otras prioridades que hacen resaltar el enorme vacío que existe sobre la figura del presidente Estatal de la Comisión de Derechos Humanos. Lamentablemente se ha carecido de herramientas y mecanismos que desarrollen los compromisos con la sociedad y el territorio; los retos naturalmente subyacen en establecer las condiciones necesarias para buscar un equilibrio en cuanto a la intensidad de problemáticas que han impedido avanzar en algunos rubros sociales, laborales, políticos y culturales.

Si hacemos una evaluación rigurosa, la gestión de Víctor Manuel Serrato Lozano ha fracasado, por consiguiente, sus aportes han sido insuficientes para el andamiaje de necesidades y demandas que deben ser implementadas a fin de enriquecer la existencia que se asemeja en nuestro territorio; es inminente reconocer e insistir que el reto de la imagen de un ombudsman, debe lograr además de un relevante papel, un ejemplo correcto a fin de proyectar no solo conocimientos teóricos especializados, sino una sensibilidad humana que constituya su función al frente de un organismo que evidentemente ha tenido desafíos sustanciales; hay que recordar que la tarea que juega la CEDH, no tiene que prescindir de mecanismos que coadyuven a mejorar una eficacia, porque en ocasiones sus principales referentes, han tomado un giro que se traslada a una realidad acrítica, que tomó mayor impulso, por la simulación que han afirmado una inexistencia que en coyunturas ignora los verdaderos problemas de fondo.

Desde este espacio, hacemos un llamado a que esta nueva legislatura Estatal a través de su ejercicio, evalúe correctamente el abanico de propuestas que podrán competir de acuerdo con los lineamientos de la convocatoria a fin de renovar la presidencia; no se necesita estructurar una popularidad, sino acciones que encaucen una dirección integral y óptima para los michoacanos. La característica principal de un presidente además de tener un amplia profesionalización en la temática es matizar un proyecto, no solo en teoría, también en la praxis.