Por Luis Alfredo Brambila Soto*

El funcionamiento de las sociedades modernas se determina por el quehacer de sus instituciones. Estas –las instituciones- son la plataforma sobre la que se congregan los individuos para trabajar por ciertos objetivos, que difícilmente  podrían conseguir por si solos.

Señalar que una institución es más importante que otra es un asunto de ideología, formación y voluntad. Lo que es indiscutible es que los resultados que arroje una institución dependen en gran medida del personal que la compone. Individuos honestos, preparados, comprometidos y motivados arrojan como consecuencia instituciones  más eficaces. Conscientes de esto los directrices de las instituciones han establecido procedimientos para elegir a los integrantes de estas, por ejemplo, si quieres ingresar a una universidad debes presentar exámenes y entrevistas.

Innegablemente la corrupción echa abajo estos mecanismos, pero hay instituciones que han logrado consolidarlos y por eso están posicionadas como las mejores en su ámbito.

Las instituciones políticas no son la excepción, pues tienen que ser selectivas –según el deber ser- es una idea antigua que podemos encontrar en platón, expresada en su pretensión de que los filósofos gobernaran. Pero andado el tiempo se han conservado vestigios de esa idea, de acuerdo con Weber en las instituciones políticas “la selección de los funcionarios debe ser de acuerdo a sus capacidad y conocimientos técnicos necesarios para desempeñar el puesto” (1984).

Esto es completamente comprensible y justo, la política es una actividad no menor  y no debe desempeñarla cualquiera. Principalmente porque éstas, como diría Bertol Bretch determinan “el costo de la vida, el precio del pan, del pescado, de la harina, del alquiler, de los zapatos o las medicinas, dependen de decisiones políticas”.

Claramente en nuestro país, la selección de individuos para la conformación de una institución política no depende de sus capacidades, ni de sus méritos, ni de su inteligencia y probidad, como señalaba Weber. Depende de otras cosas que ya todos sabemos.

De este axioma no se escapan los partidos políticos. Los primeros días de este año el dirigente estatal de los jóvenes de cierto partido político de mi estado –Sinaloa- publicaba en su página oficial fotos de los eventos que realizaba y junto a ellas aparecían fotografías que señalaba eran de su autoría y las firmaba con su nombre y puesto que ocupa al interior del partido, estas rezaban lo siguiente: “Día 3 del año… Llega un día ese momento tan ansioso en el que deseaste escuchar de su voz…”mi amor quieres unos tacos” y con una sonrisa y llanto en los ojos  respondes: “una quesadilla y un taco con todo tesoro”.

Hablando de ligas mayores, el exdirigente del Partido Revolucionario Institucional y exgobernador de Coahuila fue detenido en España por lavado de dinero.

Lo aquí citado son pequeñas muestras de una de las razones por las que hoy 82% de los ciudadanos desconfían de los partidos políticos y de los diputados.

La política hoy ha sufrido una banalización tremenda, “el nivel intelectual, profesional y sin duda moral de la política ha decaído” (Llosa, 2013) Y con ello los partidos políticos tradicionales están automutilándose. Reclutando a todos, al que sea, a cualquiera, al que venga -creyendo que eso los volverá más populares y obtendrán más votos- tiene consecuencias garrafales al largo plazo. Como perder distritos claves -07-, el descrédito, la indisposición de los ciudadanos para colaborar y ser objeto de burla internacional, entre otras.

Los pícaros y las nulidades que sólo buscan el reconocimiento y la riqueza no deben hacer política. Si los altos mandos comprendieran que ser selectivos con los que integrarán sus partidos políticos les traerá más votos y mejores resultados que ser reclutadores sin restricciones, fueran selectivos aunque sea por conveniencia.

 

Luis Alfredo Brambila Soto. Originario de la sindicatura de Costa Rica, Culiacán, Sinaloa. Estudiante del 6to semestre de la Lic. Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es bicampeón estatal de debate político y campeón estatal de concursos de oratoria como “el universal” y del concurso realizado por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Presidente del capítulo Sinaloa del Ateneo Nacional de la Juventud. Coordinador de un taller de creación literaria  en la preparatoria “Carlos Marx”.