En la televisión, a la hora del partido de tenis entre el suizo Roger Federer y el argentino Juan Martín del Potro en Londres 2012, el locutor dijo: “Otro error no forzado”. Lo expresó después de una gran metida de pata del helvético que es considerado el mejor tenista de la historia.

 

Busqué en internet el significado de tal expresión, y esto fue lo que encontré: “En tenis, se le llama ‘error no forzado’ cuando un jugador comete una falta sin que el oponente lo haya llevado a cometerla; en otras palabras, pareciera no existir una razón por la cual el jugador cometió la falta”.

 

En efecto, no había ninguna razón para que Federer enviara la pelota tan lejos de la cancha. Se vio chambón. Claro error no forzado cometido por un deportista excepcional. Es que, como se dice también en estos casos, al mejor cazador se le va la liebre.

 

En política son comunes los errores no forzados. Como el de ayer de Ricardo Monreal, uno de los políticos más inteligentes que hay en México, pilar indiscutible en el equipo de Andrés Manuel López Obrador.

 

Brillante en el ejercicio de la política, Monreal no suele equivocarse. Pero, al fin un ser humano como cualquiera, a veces falla. Y ayer falló, muy feamente por cierto.

 

No sé quién le entregó a Ricardo Monreal los documentos de unas supuestas cuentas bancarias de Luis VIdegaray, principal colaborador de Enrique Peña Nieto. Me dicen que fue un director de periódico el que se las dio a Monreal, pero no estoy seguro de que así haya ocurrido.

 

Ha sido un error grave. Para empezar, los documentos que dio a conocer Monreal, supuestamente del banco ScotiaBank, tienen errores, en las fechas y en algunas palabras. Es absurdo que ahí se diga que “el último cambio de dirección” se dio en noviembre de 2012, es decir, en el futuro. Casi, casi ciencia ficción. Ridículo, sin duda, pero eso está claramente impreso en los papeles que Ricardo Monreal entregó a los periodistas. También se lee en los mencionados documentos “saludo” en vez de “saldo”, un error frecuente cuando se escribe un texto, pero inexistente en los formatos preestablecidos de los bancos.

 

Alguien engañó a Ricardo Monreal cuyo pecado fue el de no revisar la autenticidad de los documentos que, además, desmintió ScotiaBank, la institución bancaria que dijo que, en efecto, el número de cuenta existe, pero que el titular no es Luis VIdegaray y que este no ha sido administrador de la cuenta en el periodo del que habló el izquierdista zacatecano.

 

Lo de menos es el daño a la imagen de Monreal que un error tan obvio pudiera causarle. Lo trascendente es que la batalla jurídica de la izquierda mexicana que busca la invalidez de las elecciones presidenciales, una batalla que se libra no solo en los tribunales sino en el terreno de la opinión pública, pierde solidez con la presentación de “pruebas” que hasta un niño entiende han sido falsificadas.