Después de varios meses de transición ya se hizo el cambio de gobierno y por los discursos, las formas y los invitados, nos damos cuenta de que estamos ante más que un simple cambio de administración.

Si no podemos vislumbrar un cambio de régimen, sí podemos ver que varias cosas serán diferentes: cambios buenos y malos, que cada uno verá dependiendo de sus filias y fobias.

No podemos olvidar la cortesía política del presidente López Obrador cuando, consciente de la fuerza y la capacidad de un mandatario en funciones, le agradeció al presidente Peña por haberse mantenido al margen durante la contienda electoral. Luego aclaró muchas de las cosas que veía mal, y aunque algunos les pareció crítica, fue un discurso obvio para los que le dieron tal apoyo popular.

Obviamente, y me ha tocado ser testigo de varios cambios de gobierno, los que llegan están entusiasmados; incluso eufóricos porque creen que todo se puede cambiar, modificar, hacer mejor.

Luego la realidad les va haciendo ver lo posible; pero deberán descubrir nuevas formas que les permitan mantener su rumbo. Vivimos en un sistema en que no todo es responsabilidad del ejecutivo federal. Los otros dos poderes de la Unión tienen una función que desempeñar; incluso, los partidos políticos van a jugar su papel: y no puede ser solo quejarse y decir que lo que hace el oficialismo está mal o equivocado. Durante 12 años el PAN fue gobierno y se dio cuenta que mucho de lo que criticaban lo tenían que seguir haciendo. Hoy llega la izquierda y seguramente varias cosas que criticaban las van a replicar. Ojalá esto sirva para que nuestra democracia madure y, en los distintos cambios de gobierno que vendrán, la oposición crítica sea mejor; una buena oposición ayuda a hacer buen gobierno.

Seguramente, el presidente López Obrador cree en la oposición sólida porque la ha encarnado y es desde donde obtuvo gran parte de su capital político, comenzando desde la conformación de su gobierno “legítimo” en 2006. México necesita una oposición inteligente, madura y que sirva al país y esa no se hace con “no”, se hace con “cómo”; disintiendo con firmeza e inteligencia; con apoyar en lo que se cree que está bien y no yéndose por el camino fácil de la crítica constante. El PRI es quien ha estado más años en el gobierno y viendo su transitar, a comparación de otros países, nos damos cuenta de que ha entregado buenas cuentas y por eso tiene que ser esa oposición congruente. Con esa visión en mente, la Presidenta del CEN del PRI, Claudia Ruiz Massieu, promueve al partido para ser la oposición responsable que analice, estudie y fundamente la crítica o el apoyo para la creación de políticas públicas óptimas. En muchos países existe una oposición, con presupuesto y apoyo público, como parte del sistema político y que son escuchados y considerados. En México no tenemos un sistema parlamentario donde la oposición sea casi par del gobierno, por lo que el partido deberá reinventarse para serlo y dar seguimiento puntual a planteamientos, obras, propuestas, presupuestos e implementación de las políticas públicas y programas de gobierno.

Esta operación será una oportunidad para que el partido se fortalezca como oposición; para que no grite solamente, sino que su crítica tenga fundamento y sustente sus dichos. Este ejercicio se debe de replicar a nivel estatal porque todos los priistas debemos de participar. El PRI debe de ser una oposición dura, fuerte, clara e, incluso, de apoyo a buenas políticas públicas cuando lo crea necesario. Ya pasamos la primera prueba: la toma de posesión. Nuestros representantes, senadores y diputados, se portaron a la altura. Los priistas debemos de unirnos y apoyar esta idea: escribir, tener entrevistas y publicitar qué y cómo queremos incidir en cada uno de los temas de debate público. Juntos podemos hacer buenas propuestas. Trabajemos unidos. guillermo.ruizdeteresa@gmail.com