Creo que Javier Sicilia está completamente fuera de lugar con su declaración sobre el hecho de que anulará su voto.

En su soberbia, al afirmar que “todos los políticos son iguales”, cantaleta preferida de quienes promueven el voto nulo, Sicilia descalifica a las millones de personas que en las buenas y en las malas han (hemos) apoyado a un tipo como Andrés Manuel López Obrador durante la difícil lucha contra los poderes fácticos desde hace ya siete años.

Llama Sicilia “Intolerante y Mesiánico” a un progresista moderado como AMLO, pero corre a abrazar y a darle cariño a un integrante de la mafia priísta como el que es candidato a la presidencia. Ridículo se ve Sicilia besuqueando a un tipo que fue un gobernante nefasto, Enrique Peña Nieto, engendro del PRI y Televisa.

 

¿Merece “amor” acaso, el tipo que ordenó la brutalidad contra los residentes de Atenco? ¿Merece “amor” el ex gobernador bajo cuyo mandato explotaron en número los feminicidio en el Edomexs? ¿Merece besuqueos el gobernador bajo cuya responsabilidad recayó un caso lamentable como el de Paulette?

 

Al anunciar a los cuatro vientos que anulará su voto –y tácitamente apoyando esta medida- Sicilia se vuelve un mexicano derrotado más, un resignado más que un indignado, uno de esos perdedores en cuyas mentes torcidas es inevitable el regreso de la mafia del PRI.

 

Al anular su voto Sicilia se pone del lado de los que anularon la vida de su hijo, esos mismos que a una tragedia de esa magnitud la califican de “daño colateral”.

 

A estas alturas el poeta Javier Sicilia ya no me parece una persona en sus cabales y sus declaraciones cada día caen más en la incoherencia y en el juego que busca la derecha mexicana.