Se trata de dos medios de comunicación nacidos en la capital de Nuevo León. Milenio surgió de El Diario de Monterey, el primer periódico que editó el grupo Multimedios. Reforma es el hermano menor de El Norte.

 

Sus propietarios son dos regiomontanos: Francisco A. González, de Milenio; Alejandro Junco de la Vega, de Reforma.

 

He colaborado en los dos grupos mencionados.

 

Estuve ocho años en El Norte, de 1986 a 1994. Publiqué columnas diariamente en Reforma desde su fundación, en noviembre de 1993, hasta febrero de 1994. Siempre recibí muy buen trato, inclusive amistoso, de parte de Alejandro Junco y del único director editorial que le conocí, Ramón Alberto Garza.

 

Llegué a la empresa de Pancho González después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, que fue cuando el dueño de Milenio me propuso que hiciéramos un diario nacional.  Acepté el reto y, como director, hice la revista Milenio Semanal y después Milenio Diario, medios que dejé en 2005 por fuertes presiones de Vicente Fox que Pancho seguramente recuerda tan bien como yo. El trato que me dio el señor González siempre fue muy bueno y creo que en algún momento fuimos amigos cercanos.

 

El problema con la amistad y de las relaciones cordiales entre las personas es el de ciertos medicamentos: tienen fecha de caducidad.

 

Alejandro Junco es más periodista que Pancho González. De hecho, Pancho no es periodista. Ambos son hombres sumamente inteligentes, quizá más Pancho que Alejandro.

 

Ellos se llevan muy mal, por cierto. Cuando empezaba a colaborar con él, Pancho nos invitó a mi hijo y a mí al Mundial de Estados Unidos. En el medio tiempo de un juego de México, en el estadio de Orlando, Pancho y yo hicimos cola para comprar cerveza. Era una cola larga. Estuvimos en la misma unos 10 minutos. Al lado nuestro, todo ese tiempo, estuvo Alejandro Junco. Pancho y Alejandro ni siquiera voltearon a verse.

 

Alejandro Junco, más periodista que empresario, respeta la metodología de las encuestas. Creo que la primer encuesta electoral financiada y publicada por un medio en México fue la de El Norte en 1985, que midió las preferencias electorales entre el candidato del PAN a gobernador, Fernando Canales, y el del PRI, Jorge Treviño.

 

Yo no estaba todavía en El Norte y, desde el diario El Porvenir, critiqué fuertemente la conclusión de ese estudio que daba una amplia ventaja al priista sobre el panista. Los resultados de la elección dieron la razón al señor Junco.

 

Solo una vez, que yo sepa, Alejandro dejó de publicar una encuesta: en las elecciones de gobernador de Nuevo León de 1991. Siempre pensé que no la publicó porque el resultado favorecía al candidato del PRI, Sócrates Rizzo, que no le caía bien a Alejandro y que no era el favorito de los lectores del periódico. No se atrevió a alterarla, el señor Junco jamás haría eso, simplemente no la publicó.

 

Francisco González, más empresario que periodista, respeta menos los detalles metodológicos de los sondeos. Empezó a publicar encuestas cuando nació Milenio. Contratamos, porque así lo pidió Raymundo Riva Palacio, a la sazón director editorial, a alguien que había sido encuestador de Reforma, Rafael Giménez. Hoy, el señor Giménez es el encuestador principal de Felipe Calderón.

 

Cuando arrancó el proceso electoral presidencial del año 2000, todas las encuestas le daban una enorme ventaja a Francisco Labastida sobre Vicente Fox, excepto la que Rafael nos entregó para publicar en Milenio Diario, en la que había algo así como un empate entre los dos candidatos.

 

En la segunda encuesta que Rafa hizo para nosotros, temprano en las campañas, ya Fox superaba a Labastida. Pancho González y yo decidimos no publicarla por dos razones: miedo al PRI (Milenio era un diario sin fuerza a los dos o tres meses de nacido) y el hecho, que el PRI nos demostró, de que Giménez cobraba al equipo de Fox por la realización de encuestas, lo que Rafael aceptó con honestidad.

 

Hay que decir que esa encuesta de Rafael Giménez fue la primera que le daba ventaja a Fox. La segunda fue de María de las Heras que se publicó en otra parte.

 

No fue una decisión sencilla dejar de publicar la encuesta. La tomamos Pancho y yo caminando cerca de su casa en San Pedro Garza García. Estuvo de acuerdo Raymundo Riva Palacio y el encuestador aceptó, de mala gana, lo acordado por los directivos del diario.

 

Fox se enteró de eso y me llamó para preguntarme en tono amenazante: “¿Quién decidió no publicar esa encuesta, para recordárselo cuando sea presidente, Pancho o tú?”.

 

Eso, que me sigue avergonzando, fue denunciado por la prensa extranjera y, de vez en cuando, Riva Palacio, que era el director editorial, lo recuerda para criticarme. Se le olvida a Raymundo que él aceptó sin mayores protestas la decisión de sus jefes. Pudo haber renunciado y denunciado en su momento. Pero no lo hizo.

 

Cuando decidimos no publicar la encuesta de Rafael Giménez, recurrimos a una compañía multinacional, Nielsen, que hizo un mal trabajo para Milenio.

 

Ya fuera de Milenio el señor Giménez, contratamos a María de las Heras, una de las mejores encuestadoras de México. Cuando yo dejé la dirección del diario, sorprendentemente los nuevos administradores dieron de baja a De las Heras para difundir los estudios de Federico Berrueto y Liébano Sáenz, director y propietario de Gabinete de Comunicación Estratégica.

 

He dicho “sorprendentemente” porque la empresa de Berrueto y Liébano es más un call center que una casa encuestadora. En México, todas las compañías que se dedican a hacer encuestas, critican los métodos de Gabinete de Comunicación Estratégica.

 

Más allá de sus méritos técnicos, que son escasos, Liébano y Berrueto han publicado numerosas encuestas. Algunas de ellas –las primeras que daban una gran ventaja al priista Enrique Peña Nieto– fueron dadas a conocer en fastuosos eventos.

 

Lo raro es que, desde hace ya bastante tiempo, Liébano y Berrueto no difunden en Milenio ningún estudio electoral.

 

Reforma, hay que subrayarlo, hasta diciembre del año pasado no había dejado de publicar sus encuestas.

 

¿Por qué Reforma y Milenio dejaron de publicar sus encuestas electorales presidenciales? Creo que por la misma razón que llevó a Alejandro Junco a no publicar una encuesta en 1991 y a Pancho González y a mí a no publicar otra en el año 2000: porque los resultados no convienen o no gustan a los directivos de esos diarios.

 

Estoy seguro de que, por distintas razones, el resultado que disgusta a Junco es el mismo que molesta a Pancho: que Enrique Peña Nieto siga con gran ventaja y que no se haya caído, como afirman otros estudios, Andrés Manuel López Obrador, quien está ahora en segundo lugar empatado con la panista Josefina Vázquez Mota, como ha probado la encuesta de Covarrubias que publicó www.sdpnoticias.com.

 

¿No le gusta a Alejandro Junco la ventaja, que continúa siendo enorme, de Peña Nieto? No, porque no es lo que sus lectores, casi todos antipriistas, esperan. Y a Junco no le agrada ir en contra de sus clientes principales, que son las personas que compran sus diarios y no los anunciantes. Tampoco le gusta a Junco, que preside un grupo de periódicos más panista que izquierdista, que AMLO se mantenga en la pelea empatado con Vázquez Mota.

 

Alejandro Junco está esperando que, con el paso del tiempo, esa situación cambie para poder publicar sus encuestas. ¿Y si no cambia? Publicará lo que digan sus estudios, pero de mala gana.

 

Tampoco a Pancho González le agrada la ventaja de Peña Nieto. Porque si bien tiene buenas relaciones con el PRI, le preocupa quedar mal con el partido en el poder, el PAN. Y menos le gusta al señor González que López Obrador no caiga al tercer lugar. Ha habido demasiados agravios entre AMLO y el propietario de Milenio y lo que menos desea Pancho es ver al tabasqueño en el poder. Esto representa un problema para los encuestadores Liébano y Berrueto, que deben estar muriéndose de ganas por dar a conocer el resultado que ellos difundieron primero que nadie: que Peña Nieto mantiene su amplia ventaja.