Ante la visita del entonces candidato a la presidencia de la República Enrique Peña Nieto cuya maquinaria parecía imparable e intocable, un grupo de jóvenes privilegiados se manifestó en su contra sin encontrar otra cosa que una respuesta cínica; siendo además ridiculizados por la dirigencia del Revolucionario Institucional y por la complicidad de la prensa misma que los minimizó. En ese momento, la impotencia rebasó la simple manifestación y se convirtieron en un movimiento de 131 estudiantes. Este sería el inicio del movimiento #YoSoy132.

 

Sin embargo, prontamente se vio rebasado e incluso trascendido: ya no pertenecía a la comunidad estudiantil de la Universidad IberoAmericana, sino que se convirtió en bandera de muchas instituciones educativas que encontraron en un proceso electoral el escenario perfecto para ebullir y entrar a un escenario lleno de reflectores.

 

Como parte de la búsqueda de su legitimización, se organizaron de tal forma que fueron más allá del sector estudiantil y a este se unieron muchas otras manifestaciones, principalmente culturales y del sector artístico; en otras palabras, seguía siendo un movimiento intelectual -y por lo tanto elitista- de aquellos con una formación envidiada poraquellos otros a los que les habría sido negada esta misma por diversas condiciones en nuestro país.

 

Con el tiempo se unieron -y en muchos casos ‘infiltraron’- movimientos que iban más allá de las demandas estudiantiles en el ambiente electoral. El #132 se convirtió en bandera de diversos grupos no solo desprotegidos sino injustamente tratados que vieron en ellos la oportunidad de exigir un trato digno y de poder ser escuchados. Ante la sordera de las autoridades solo se han alimentado las inconformidades, fundamentadas en muchos de los casos.

 

El #132 es ahora una manifestación por la exigencia de justicia. Pertenece a los reprimidos, tanto a quienes legítimamente no se conforman con el futuro que sus supuestos ‘mayores’ les heredaron como a aquellos que buscan aprovecharse de el para satisfacer sus oscuros intereses. Es cierto que están en un momento en el cual no todas las decisiones tomadas son las adecuadas ni las pertinentes derivado de su pluralidad, pero es un movimiento hasta ahora identificable y homogéneo.

 

#132 así, está lejos de ser representante de las aspiraciones de un solo candidato presidencial: es mucho más que eso. La preocupación deberá estar enfocada al momento en que la sociedad inconforme pierda el sentido de afinidad y en algunos casos, pertenencia hacia este. Porque en ese momento tomarán acciones por cuenta propia. La nación está inundada de pólvora y los pilares que sostienen la gobernabilidad se aprecian débiles ¿alguien podría dar el ejemplo de una sola institución en la cual se pueda creer, que no se haya corrompido, que sirva para sus propósitos elementales y que los cumpla aunque sea de forma mínima para justificarse? ¿existe tal institución en nuestro país?

 

Me temo en que el día que el movimiento #132 se vea trascendido, será demasiado tarde para dar marcha atrás pues en ese instante vendrá una verdadera crisis social. De ninguna forma los excesos en los que pudieran incurrir serían aplaudidos pero es una válvula de escape que impide acciones más amenazadoras. Lo más sano, será comenzar por darles respuesta para que, a través de ellos, comiencen a pagarse deudas históricas con los diversos sectores de la sociedad. Cuidado, que sin el #132, la supuesta estabilidad en la que vivimos podría perderse más rápido de lo que pensamos.

 

Ahora que si el #132 se convirtiera en un lastre, incluso así, sería un mal necesario para un país históricamente oprimido