A ver... No... No hay que romantizar ni idealizar la pobreza. La pobreza es una condición económica que a todos compete intentar erradicar...

Gobiernos, sociedades, familias e individuos... Todos queremos salir de la pobreza y todos debemos trabajar para que nadie quede anclado a ese pesado lastre.

Romantizar la pobreza es demagogia.

Nadie quiere heredar pobreza a sus hijos.

A todos compete la meta de trabajar para salir de la pobreza y de hacerlo bajo modelos que construyan prosperidad sustentable a partir de procesos que tengan como premisa operar al amparo de y respetando la Ley.

Y si todas las muy distintas vertientes de la pobreza son dolorosas, hay que seguir con mucha atención lo que está pasando en estos tiempos en que la prosperidad parece ligada a las ciudades, y en que la pobreza urbana se ha convertido en contundente e inevitable personaje en las historias de nuestras ciudades.

No importa si estas historias se cuentas desde la comedia, el drama o el más estricto y puro rigor histórico.

Así lo vemos en los personajes de Los Miserables de Víctor Hugo...

Y lo vemos también en La Guayaba y La Tostada, inolvidables personajes que formaban parte de la zaga cinematográfica de Pepe el Toro, un auténtico referente de la cultura mexicana de mediados del siglo pasado, en que los pobres eran buenos, nobles y muy simpáticos, en claro contraste con el retrato que se hacía de las clases altas.

Pero tenemos también Los Olvidados, aquella crudísima película de Luis Buñuel, que dejaba de lado toda romantización de la pobreza urbana, para mostrarla tal y como es, una condición que marcaba a fuego a quienes nacían en ella, cerrándoles las puertas a casi toda posibilidad de aspirar a un mejor futuro.

La gente llega a las ciudades en busca de las oportunidades que no encontraron en sus lugares de origen, para encontrarse con que la pobreza fue su compañera de viaje y toma nueva cara en el contexto urbano.

Una cara cruel, en que más de 70% de la población no tiene la posibilidad de encontrar una solución a su necesidad de vivienda y tienen que buscar opciones en el hacinamiento, la ilegalidad o la solución más frecuente de los años recientes, vivir en las periferias urbanas, a horas de distancia de las escuelas de sus hijos y sus lugares de trabajo.

La pobreza urbana multiplica la pobreza y multiplica sobre todo la desigualdad y la marginación.

Es una traición que esas, que debieran ser fábricas de prosperidad, acaben siendo todo lo contrario debido a la falta de planeación, de inversión en infraestructuras y de proyectos de desarrollo integral, que contemplen lo mismo las economías del todo urbano y de cada uno de sus barrios, que la calidad de vida de todos sus habitantes.

Vivimos tiempos de ciudades y es impostergable que eso se vea reflejado en los instrumentos de planeación, regulación, inversión y gestión urbanos.

Vivimos tiempos de ciudades, en que a nivel global se ha generado una nueva Agenda Urbana, que sirve ya como marco de referencia para acompañar las acciones de un nuevo gobierno que ha asumido como prioridad las agendas de ordenamiento territorial, desarrollo urbano y vivienda.

Y VIVIENDA (con mayúsculas)... Porque una ciudad nunca será eficiente y siempre será fallida si no genera soluciones que permitan atender las necesidades de vivienda de todos sus segmentos de población.

El reto está en generar muchas viviendas... Tantas, como requiera una sociedad que, al igual que las mismas ciudades, está en constante transformación.

Hay que planear las ciudades para que sean exitosas en lo económico, en lo ambiental y sobre todo en lo social.

Hay que planear las ciudades para que sean resultado de la planeación y no como han sido hasta ahora, absurda consecuencia de la improvisación.

Hay que planear las ciudades para que la gente puede ser feliz y desarrollarse en ellas...

Hay que planearlas en escenarios de largo plazo y como parte de procesos integrales de gobierno que vayan de la mano con inversiones en todo tipo de infraestructuras.

Hay que planearlas teniendo como meta que sean parte de una solución que permita hacer frente y abatir la pobreza.

Se trata de lograr que las ciudades sean eficientes, competitivas y justas...

Enorme responsabilidad la de la Sedatu (Secretaría de Desarrollo Agrario, territorial y Urbano), de Román Meyer Falcón de encabezar este proceso.

Enorme responsabilidad de gobernadores y, sobre todo, de alcaldes, que son quienes tendrían que ser la primera línea en la batalla por la construcción de mejores ciudades.

Enorme responsabilidad de una sociedad que tiene que unificar visión y objetivos, para lograr que lo mismo vecinos, que desarrolladores inmobiliarios y autoridades, den la potencia necesaria a un frente común que permita cambiar en forma disruptiva el futuro de nuestras ciudades.

·    Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano