Más que un gobierno, la clase política tamaulipeca parece una aristocracia. 

Cerrada hacia un círculo íntimo en el que pocos entran, unos pocos apellidos emparentados entre sí detentan empresas, propiedades y negocios al amparo del poder público. 

La manera de beneficiarse es rotacional: los que hoy gobiernan mañana son diputados, alcaldes, diputados federales, senadores, directores de área, secretarios delegados federales e incluso gobernadores.

Son cacicazgos que se perpetúan entre generaciones. Lo controlan todo: agricultura, ganadería, transporte, pesca. Toda actividad productiva.

Cuando la ruleta los ubica gobernando gozan de todo tipo de privilegios y canonjías: vehículos de lujo con gasolina pagada, jugosas compensaciones, comidas en restaurants exclusivos, todo con cargo al erario.

Es común ver diversos vehículos oficiales en cuestiones personales como viajes de placer a otros estados de la república o incluso al extranjero, donde los personajes aristocráticos disfrutan momentos de esparcimiento con cargo al erario.

Han sido décadas de un estilo de vida en el que sus intereses no han sido tocados en lo mínimo, las denuncias en los medios informativos se limitaron a los tristes episodios que culminaron con el incendio de El Gráfico de Ciudad Victoria y la quiebra provocada del periódico El Mundo de Tampico.

El resto de la prensa pertenece a los mismos círculos del poder o, adherida a ellos mediante jugosas compensaciones.

Estas compensaciones, conocidas coloquialmente como "convenios", no son otra cosa que contratos en los que el medio que sea, llámese prensa escrita, radio, televisión y -más recientemente- portal de internet, se compromete a no cuestionar de ninguna manera el desempeño de la compleja aristocracia tamaulipeca.

El resultado: medios corrompidos, planas enteras donde se adula a políticos y empresarios por igual, mostrándolos como mesías y profetas en su tierra. Es decir, castas divinas.

Son muy concurrentes las frases como: En Tamaulipas hay certidumbre, en Tamaulipas hay rumbo, Vamos Avanzando, etc..

Los espacios de opinión como columnas están monopolizados por textoservidores afines al PRI, mismos que acuden alegremente a desayunos, comidas y demás eventos a fin de conocer las "propuestas" de los aspirantes a tomar su lugar en la rotación del poder. Los que siguen de gobernar, pues.

Los premios para los reporteros, periodistas y columnistas son variados.

Algunos desempeñan cargos políticos relacionados con el poder actual, tales como Directores de Prensa, Jefes de Relaciones Públicas y demás membretes rimbombantes que tienen una sola misión: repartir el presupuesto de los convenios entre el resto del gremio que ha sido seleccionado para recibirlo. La mecánica es sencilla: facturan sus "servicios" y reciben dicha compensación, que les permite estrenar carro cada año y vivir en fraccionamientos exclusivos.

Otra modalidad es compensarlos mediante posiciones. La más cómoda fue asignarles "horas" como  empleados administrativos adheridos al SNTE. Aviadores pues. Sin estudios, ni perfil, ni carrera ocupan lugares que debieron haber sido para maestros normalistas.

Se ha documentado que incluso en lugar de liquidar a empleados les consiguen entrar a la nómina de la Secretaría de Educación en Tamaulipas.

El mutismo del saqueo en tierras cuerudas duró décadas.

Prensa, radio y televisión sólo hablaban de las "bondades" del gobernante en turno.

Poco se hablaba del saqueo de alcaldes y gobernadores. 

El silencio estaba comprado. Hasta que llegaron las redes sociales.

Poco a poco, se fueron documentando mediante fotos y videos, los abusos y costumbres arraigados de la cúpula tamaulipeca. Las obras infladas y los gastos superfluos eran cosa de todos los dias. 

Los rumores que en 2010 fueron descalificados por el entonces gobernador Eugenio Hernández Flores tuvieron un colofón violento.

Ya no se trataba de asaltos en retenes clandestinos, donde "estuvieron quitando carros", ni tampoco estaba relacionado con gente desaparecida o con las "balaceras aisladas" que ocurrían hasta dos o tres veces diarias en el mismo lugar

Se trataba del atentado donde perdió la vida Rodolfo Torre Cantú, virtual Gobernador de Tamaulipas.

Todos los medios tuvieron que hablar, condenar, llorar y rabiar. Esa era la instrucción. Se habló entonces de mayor seguridad. Se culpó a Calderón. Calderón ya no está.  La inseguridad siguió y un puñado de usuarios de redes sociales diariamente reportaba sucesos desde los hashtags de las ciudades donde residen.

Denuncian delitos variados, desde la venta de gasolina ordeñada, hasta actividades tales como secuestros o la cuota de piso.

El gobierno de Egidio Torre se valió de una estrategia para contrarrestar las denuncias.

 Financiando bots, se ha encargado de saturar los hashtags de las ciudades principales de Tamaulipas (#tampico #mante #cdvictoria #reynosa #nuevolaredo) para inhibir así el uso de esas tecnologías y evitar que el grueso de la población se entere de situaciones de riesgo y de denuncias de corrupción o de malos manejos por parte de funcionarios públicos.

Los bots, programados, se encargan de emitir tuits continuamente invitando a visitar portales de noticias. Así, una alerta de una posible situación de riesgo queda enterrada entre centenas de tuits.

Pero también tuvieron otro uso, brindar apoyo y presencia a los candidatos priístas durante las campañas.

Si se tenía duda que los bots eran operados por el gobierno, con esa estrategia fueron descubiertos.

Craso error. Fue relativamente fácil neutralizar Twitter, han podido bajar de YouTube algunos videos.

Pero no han podido con Facebook.

Ni con Whatsapp.

Videos y fotos circulan virales.

Hoy con el estado fuera de control y un real cuestionamiento por parte de la prensa nacional, el gobernador Egidio Torre Cantú permaneció impávido, en estado casi como catatónico.  Como una esfinge.

Su proyección se derrumba.

No ha logrado consolidar a ningún delfín.

La oposición, como nunca, tiene posibilidades de acabar con el bastión priísta por excelencia.

Aunque ha sido acusada por venderse en el pasado, se espera que eso no suceda, o que al menos esa añeja clase acomodada de Ciudad Victoria pierda el control político de su partido, el PRI.

No todo se trata de billetazos, ni todos los medios nacionales han sucumbido a la chequera de Gobierno del Estado.

Tamaulipas necesita un gobernador, no una esfinge